jueves, 31 de diciembre de 2015

Por cada cerveza, una bala.

Beberme una cerveza sin ti, y dos y tres y las que hagan falta para ahogar los recuerdos; esos que siempre salen a flote. Dejar los casquillos vacíos y en mi alma, tantas balas como cervezas terminadas. Notar ese placentero sabor amargo arañándome la garganta, emborrachándome de algo más que de ti.

"Buenos días", me dirá mañana la resaca, recordándome que hace semanas que no despierto junto a ti, que no son tus labios el primer bocado del día y que tampoco es tu sonrisa la primera compañía. Y no vendrá sola. Traerá consigo un dolor de cabeza tan intenso que incluso tus recuerdos quedarán aun más marcados. Y entonces volveré a beberme las frías balas que me acompañan y cambiarán las tornas: esta vez serán las penas las que me ahoguen a mí; aunque quizá sea lo que siempre han estado haciendo.

Quizá el estómago también se resienta y duela, notando la ausencia de las mil mariposas que tenías guardadas dentro de él, sintiendo la tristeza que decidió ocupar el lugar de las risas que me provocaban tus cosquillas. Quizá la vida me pese un poco más cuando me despierte y quizá me arrepienta de haberme embriagado bajo el pretexto de olvidarte. Y yo misma me llamaré estúpida por no aprender que aferrarse a un clavo ardiendo termina quemando.

Vuelve pronto, quizá algún día se me acaben las balas y ya no tenga vidas para intentar curarme las heridas. Aquí te espero, coleccionando los casquillos de las balas que, a pesar de estar matándome, consiguen mantenerme viva.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Cómo te explico.

Conectar los auriculares y echar a andar intentando perderme en algo que no sean tus ojos. Subir el volumen, tanto que incluso duele, en un absurdo intento de callar mis pensamientos y sacarte por un segundo de mi mente. Andar hacia el puerto, a ver si encuentro algún navío que me lleve lejos de ti mientras finjo que no he venido a buscar tu barco. Aun no ha llegado, ¿cuándo aprenderé a esperarte? Creo que nunca, siempre y cuando siga queriéndote tanto. ¿Vuelves ya? 

A ver cómo te explico: no me duermo si no es en tus brazos, no me valen los sueños si no puedo regalártelos y las cien mantas con las que me arropo cada noche no sirven para calmar el frío que has dejado en mi alma; por no hablar del agujero cada vez más profundo en mi pecho. 

Cómo te explico que no encuentro tacto más suave que el de tus manos, que se me hace imposible no escribir tu nombre cuando me hago con un poco de tinta, que te llevaste el aire que necesito para respirar. Cómo quieres que te explique que cuanto más te busco menos te encuentro. Cómo te excplico que ni yo misma me entiendo, que me siento más perdida que nunca, y no me valen brújulas porque has cambiado el sentido de mi vida. Cómo te explico que el mejor regalo que me puede dar la vida eres tú. 

Abrázame tan fuerte que sienta que vas a hacer de mis huesos puro polvo, abrázame y no me digas nada, solo aprieta mi pecho contra el tuyo y déjame escuchar, con cada uno de tus latidos, que todo va a estar bien, que has venido para juntar los trozos que había hecho de mi alma y que nunca jamás se volverán a separar.

Abrázame y déjame sentir que, por un segundo, voy a tocar el cielo. 
 

jueves, 24 de diciembre de 2015

Propósitos de vida.

¿Qué tal si te quiero? ¿Qué tal si simplemente te deseo? ¿Qué tal si hoy te beso y mañana me olvido de tu cuerpo? ¿Qué tal si hoy te escribo y mañana también pero no te lo digo? ¿Qué tal si hoy te regalo un abrazo con la excusa de que es Navidad y mañana me olvido de cómo se dan? ¿Estarás ahí para recordarme cómo se hace? ¿Será ese tu propósito de Año Nuevo? 

Hablando de propósitos: ¿quieres saber cuál es el mío? El mío es regalar momentos. Gracias a ti, y a quienes son como tú, que me habéis enseñado cuál es el secreto y cómo se disfruta de cada pequeño momento. Mi propósito es abrazarte, a ti y a todos aquellos a quienes quiero; recordarte que si hace falta por ti me muero, dejarte sin aire y sin palabras cada vez que me lo pida el alma. Mi propósito es quererte a ti, a mí y a los míos; y lo que es mejor: hacerte saber que te quiero. Mi propósito es hacer de este un mundo más bello.

Y si el mundo es demasiado grande y con él no puedo, me conformaré con hacer latir al reloj de tu pecho y que en lugar de tic-tac haga bom-bom. Me conformaré con dibujar en tu rostro cada día una sonrisa, con que me dejes sin aire cada vez que tus brazos te lo pidan. 

Y si el mundo es demasiado grande, me conformaré con hacer grande cada pequeño detalle para ti. 

 Y este es mi pequeño propósito, que más que de Año Nuevo, es un propósito de vida.

martes, 22 de diciembre de 2015

Almas interconectadas.

No me hace falta abrazarte para sentir tus manos arropando cada grieta de mi resquebrajada alma. No me hace falta hablar contigo para tenerte presente. No tengo la necesidad de verte para sentir que eres esa fuerza que hace a mi corazón latir. Ni si quiera necesito cerrar los ojos para saber que ahí están tus huellas, acompañando los pasos de mis ya cansados pies. Es bonito, pero a la vez triste, sentir lejos a quien te da la mano y sentir cerca a quien siempre ha vivido al otro lado del charco. Y es que cuando dos mentes se unen, no hace falta nada más. 

Ahora me he dado cuenta de cuánto vale un te quiero, de cuánto significa dar un abrazo. Me he dado cuenta de que lo bueno llega con el tiempo, de que la buena suerte llega cuando dejas de buscarla, de que en esta vida todo se resume en darle tiempo al tiempo y en saber esperar el momento. Eres esa conexión mental, esa pieza que tanto encaja en mi puzzle, ese empujón que tanto necesitaba para echar a andar que durante tanto tiempo busqué y, ahora que decidí darle tiempo al tiempo, llama a mi puerta. 

Dale tiempo al tiempo. No te preocupes si no cuadras, a veces las piezas se equivocan de caja y las cartas de baraja, a veces las vías conducen a calles sin salida y a veces, y más si tienes prisa, te caes por no mirar por donde pisas.

Tómate un respiro, tómate un segundo para conectar con la vida, tómate un segundo para sentir que no estás solo, que los quilómetros son simples excusas para aquellos que no luchan.

Cierro los ojos y lo siento: estás ahí. Te quiero a morir. Conexión mental.

jueves, 17 de diciembre de 2015

En un abrir y cerrar de ojos.

Cierro los ojos y me besas. Noto todas tus cosquillas recorriendo cada centímetro de mi ser, matando de risa a mis nervios, alimentando las mariposas que cada vez baten sus alas con más fuerza. Cierro los ojos y me abrazas, noto tus manos posadas en mi cintura, veo tus ojos clavados en los míos y una sonrisa que me dice a gritos: "muérdeme". Cierro los ojos y noto tus manos entrelazadas con las mías, ese tacto suave y firme que me hace sentir segura. 

Abro los ojos y me pierdo en el horizonte, tratando de no perder en él la poca fe que me queda, soñando con que aparezcas de la nada y me abraces tan fuerte que incluso duela. Sigo mirando el horizonte cada vez más perdida mientras espero que me regales mil besos y caricias en el cuello. 

Cierro los ojos de nuevo y te veo acercándote a mí para quitarme la ropa. Cierro los ojos y me acerco a ti, quiero rozar tu cuerpo con mis nerviosas e inexpertas manos, quiero recorrer con mis besos cada centímetro de tu cuello y, en un susurro, decirte que te quiero. Cierro los ojos y me sorprendo, todavía estás aquí, invitándome a tu juego, un juego en el que siempre pierdo; pero no me importa con tal de jugar contigo. Cierro los ojos y aquí estamos, peleándonos con camisetas y pantalones, con sábanas y edredones; peleándonos por ver quién quiere más a quien. 

Abro los ojos, ahora por fin despierta. Acabado el sueño, acabado el juego. 

domingo, 13 de diciembre de 2015

Abrázame.

Abrázame tan fuerte que me duela, y no me sueltes hasta que haya conseguido dormirme; hace tiempo que no me sentía tan rota y tus brazos son la única manera de juntar todos y cada uno de mis pedazos. Sonríeme hasta que la mandíbula te lo permita, vuelvo a estar perdida en la vida y solo tu sonrisa me sirve de guía. Mírame a los ojos y dime, sin decirme nada y desgarrándome el alma, que todo estará bien, que nunca te irás de mi lado. Prométeme un para siempre aunque no puedas cumplirlo, pero hoy quiero pensar que estarás a mi lado hasta en mi último suspiro. 

Bésame, o déjame besarte, nunca he probado veneno tan dulce y hoy quiero beberme hasta la última gota. Y después me cuidas, me mimas, me acaricias; no te vayas, pues tú eres el antídoto. Me matas, y al mismo tiempo me das la vida. Perdóname si no se entiende que te quiero, pero estamos hablando de amor y algo tan loco jamás se podrá entender. 

Qué bonito es quererte. Qué bonito es contemplar tu cuerpo a la cálida luz de las velas. Qué bonitos son tus brazos rodeando mi cintura; y qué bonita es tu sonrisa cuando la tengo delante de la mía. Qué bonito cuando me pierdo recorriendo tu cuello, cuando busco desesperadamente tus labios, cuando te miro con los ojos empapados y te dejo verme el alma. Qué bonito cuando me coges la mano y me llevas al rincón más bonito del mundo, cuando juegas a hacerme cosquillas, cuando te dejo que me muerdas la vida. 

Abrázame, por favor, hasta que el mundo se destruya entero a nuestro alrededor. Abrázame y déjame emborracharme con tu perfume. Abrázame; tan solo abrázame.

martes, 8 de diciembre de 2015

Hoy sí, porque ayer no.

Ahora que besarte me ha sido prohibido, me dedicaré a escribirte pues es lo único que se me ha permitido. Ahora que soñarte es uno de los siete pecados capitales, empezaré a llenar el mundo con retratos de ti; y te pido perdón por si los primeros no se asemejan en nada a lo bella que eres, yo suelo usar el lápiz para gritar con metáforas tu nombre y no para marcar cada una de tus expresiones. Ahora que hablarte me queda tan lejos, me conformaré con mirarte desde la luna mientras grabo en ella mil mensajes para ti. Ahora que para mí eres prohibida, ahora es cuando más ganas tengo de morderte la vida.

Así soy de caprichosa, te quiero ahora que no te tengo, y te quiero ahora porque yo quiero. Porque sí, porque ayer no me apetecía acariciarte las heridas y hoy quiero ser las huellas que te sirven de guía. Te quiero ahora porque ayer ya me querías tú. ¿Para qué íbamos a hacer las dos lo mismo? Tontería, ¿no? Tonta yo, que ayer tu almohada impulsaba mis sueños y hoy se me escurre el algodón entre los dedos. Tonta yo, que ayer fui la desvestida y hoy le ha tocado a la primera margarita que se decida a responderme si me quieres. Me quieres, ¿no? Ya he desvestido centenares de flores y ninguna me da una respuesta. 

Y tú: ¿cómo eres? En serio, tengo ganas de saberlo. Y sí, sé que he tenido mucho tiempo antes, pero es que es hoy cuando quiero que me lo digas. Ayer estabas descrubiendo tú cómo soy yo. Has tenido suficiente, ¿verdad? ¿Por qué no me has contado nunca nada de ti? Sí, ya sé que nunca antes te he preguntado, pero tampoco te pedí que me preguntaras tú a mí. 


Amor, y si hoy te quiero...¿qué más dará el ayer?

lunes, 7 de diciembre de 2015

Quiero ser.

Son muchas las ganas que tengo de gritarte en silencio al oído que, pase lo que pase, podrás contar conmigo. Son muchas las ganas que tengo de fundir mi cuerpo con tu cuerpo y sentir la unión del cielo y el infierno en mis huesos. Son muchas las ganas que tengo de cerrar mis ojos y juntar mis palabras con las tuyas, sonreír tan cerca de ti que puedas respirar mi aliento, perderme en tu cintura y bailar, bajo la luna, con cada uno de tus jadeos. Son muchas las ganas que tengo de quererte.

Y de que me quieras; de eso también tengo ganas. De ser tu musa, el nombre que se esconde en cada verso que escribes, el poema que no te canses nunca de leer, la canción que bailes siempre sin cesar, la melodía que no puedas nunca dejar de tararear, el ritmo que no te haga perder el compás.

Quiero ser el sueño que espante tus miedos, el reloj que nunca avance con el tiempo, el mensaje que no consiga llevarse el viento, la estrella que siempre esté en tu firmamento, el pensamiento de aprovechar cada momento.

Quiero ser el aire que susurra en tu oído, el agua que empapa cada parte de tu piel, las mariposas que aletean nerviosas en el fondo  de tu ser, la sábana que te arrope en los fríos días de invierno, la margarita que desvistes preguntando si te quiero. 

Quiero ser ese "nos" que anda completando a "otras". 

sábado, 5 de diciembre de 2015

A ti: ¿qué te apetece?

¿Cómo te quedarías si ahora, sin previo aviso, te digo que te echo de menos, que tengo ganas de verte? ¿Qué pensarías si ahora, en un ataque de valentía, te dijese que me muero por sentir tus brazos rodeando mi cuerpo? ¿Qué harías si me paro a mirarte y te digo, a media voz con mi tono más sincero, que llevo un sinfín de noches soñando con robarte un beso? 

Probablemente me dirías que estoy loca, que deje esa manía que tengo de llenar las nubes de huellas, que le devuelva al firmamento todas y cada una de las estrellas que le robé para ti. Seguramente me dirías que pierdo el tiempo cada vez que te lo regalo, que estoy perdiendo mis vidas por tratar de matarte a cosquillas, que voy perdiendo un poco más la razón cuando intento acariciarte el corazón. 

Razón, juicio, norte, cordura... Yo no tengo de eso desde que escuché tu risa. ¿Me lo devuelves? O mejor: ¿perdemos la brújula juntas? No quiero volver a encontrarme si no es con tus besos, no quiero volver a caer si no es en tu juego, no quiero volver a tener ganas de otra cosa que no sea quererte. 

Dime: ¿te apetece un paseo de madrugada por la orilla de la playa? ¿O te apetece mejor un plan de peli, mantita y casa? 

A mí me apeteces tú. Y a ti: ¿qué te apetece? 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¡Eh, tú!

Eh, tú, deja de buscar respuestas a preguntas que no existen más allá de tu mente, deja de ver asesinos donde solo hay un montón de ropa, deja de ver peligro donde solo hay aventura y deja, de una vez por todas, de ver pesadillas donde solo existen sueños.



Eh, tú, relájate, libera tu mente, deja que la vida fluya como el río en el que sueles bañarte, deja que los días pasen para seguir gozando de sus noches, con o sin compañía, no te hace falta nadie más que tú para ser feliz en la vida.



Eh, tú, que estás leyendo esto – y yo, que estoy haciendo posible que lo leas – deja de intentar tener el mundo bajo control, vive la vida y fluye, que tus problemas no detienen las agujas de la esfera, así que acelera, no te frenes o no llegarás nunca a la meta.



Ya vivimos bastante condicionados, ¿no crees? No hagas X porque es de chicas, no hagas Y que eso solo lo hacen los chicos, habla bien, sonríe por educación, compórtate como una señorita, compórtate como un hombre… ¿Te vas a condicionar tú también?



Ya lo dijo Disney a través de “El Rey León”, concretamente a través de Timón y Pumba: Hakuna Matata, vive y deja vivir. Ríe, llora, baila, canta, espera, descansa, para, sueña y todo lo que te dé la gana hacer, pero no dejes nunca de fluir.

martes, 1 de diciembre de 2015

Carpe diem.

A veces me vuelven a asaltar esos demonios que conseguí derrotar hace algún tiempo, a veces vuelve a despertarme la pesadilla en la que te pierdo, a veces oigo tu risa transformada en un amargo llanto y se para el reloj al que dan cuerda mis latidos. A veces, te prometo que solo me pasa a veces, vuelvo a sentir el miedo respirando en mi oreja. Y es que ahora que cuento con tus huellas haciéndose más fuertes con las mías me da miedo perderte y que, desde ese momento, mis huellas se conviertan en pisadas tan suaves que ni si quiera dejen marca. 

Sin embargo, cuando no es a veces, me ocupo de disfrutar de cada segundo contigo. Quiero sacarte tantas sonrisas como segundos pase en tu vida, ayudarte a levantarte después de cada caída, enseñarte que, por enrevesado que pueda ser el laberinto, este siempre tendrá una salida. 

Siempre he dicho que somos un puzzle, pedacitos de gente con quien compartimos caminos y lo que no son caminos; pero es que ahora lo sé mejor que nunca. Eres esa gota de agua que potencia el crecimiento de una semilla que, pese a haber estado oculta tantos años en mí, es ahora cuando empieza a echar raíces. Eres la cara B que completa mi cinta, la luna que completa la noche o el sol que completa los días. Eres esa magia que detiene las agujas de mi esfera, que borra ese mañana que atormenta mi mente, y que me lleva a vivir un presente en el que nunca falta una sonrisa. 

Eres ese sentido que nunca había encontrado, el norte que hace tiempo perdí, la fe que jamás pensé que existiera. Y me da igual si mañana se separan nuestros caminos, si mañana no recuerdo todo lo que hoy hemos sido, si mañana no queda nada de todo lo que hoy hemos vivido. 

El secreto que tanto tiempo busqué no es más misterio que vivir el hoy. Y por más que trate de explicarlo, todo se resume siempre a lo mismo, a una máxima que tú me ayudaste a entender: carpe diem.

jueves, 19 de noviembre de 2015

El texto "perfecto".

Tendemos a enmascararlo todo, a mostrar lo mejor de nosotros y a maquillar la realidad que, pese a no ser tan mala, tampoco es tan buena. Tendemos hacia la perfección como esa equis que tiende a infinito, intentando alcanzar valores que solo tienen cabida dentro de un diccionario. Y así nos pasa, tendemos hacia la consecución de algo intangible, de algo que sabemos que nunca podremos alcanzar y por eso mismo lo perseguimos. Estupidez humana lo llaman algunos, yo me quedo con que estamos cavando nuestra propia tumba.

¿Para qué queremos piedras o tropiezos en el camino? ¿Para qué queremos muros o baches que desvíen nuestro destino? ¿Para qué nos empeñamos en no salir de un sendero que conduce hasta lo "perfecto".  Hazte un favor a ti mismo y borra esa absurda idea de la cabeza. Únicamente es una idea, no es real. Tú eres perfecta con tus curvas, sin ellas, con tus kilos de más o sin ellos, con más pelo, con menos; tú eres "perfecta" siempre y cuando no te olvides de ser tú. Lo mismo te digo a ti, chico.

Basta ya de juzgar al prójimo, de etiquetar absolutamente todo lo que nos rodea, de intentar alcanzar el infinito, de intentar alcanzar ideas que jamás serán realidades, porque nos convertiremos en ideas de seres pensantes, en almas imperecederas que nunca dejarán de sufrir por haber decidido morir en busca de ideales que jamás de los jamases llegarán a existir.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Por ti, por mí, por nuestros sueños.

Jodida manía esa que tengo de olvidarme cada pequeño gesto que me regalas y cada gota de ese tiempo que tan poco tienes y tanto me entregas. Estúpido miedo que tengo a perderte, miedo que me impide no disfrutar de cada momento que vivimos, de cada mirada que me brindas y de cada pedazo de mi alma que completas con tu risa. Y es que estás, ahí, no te puedo pedir más cuando ya me lo estás dando todo.

Egoístas por naturaleza, así somos los humanos; que teniéndolo todo queremos tener más, y llega un momento en el que, de tanto estirar la goma acaba rompiéndose y golpeándonos en la cara. Y es que perderte sin haber disfrutado cada segundo contigo sería como si mil gomas elásticas se rompiesen al mismo tiempo y me golpearan con la fuerza suficiente como para perderme el resto de la vida que me queda por vivir.

Quiero hacerlo, por ti, pero sobre todo por mí. Quiero disfrutar de cada instante del hoy y que me dé igual el mañana; quiero reír como si se me fuese a acabar la vida en este puto momento, y si mañana me toca llorar sé que cuento con tu hombro, querida. Se queda corta la tinta que pueda gastar en darte las gracias, en decirte que mi camino, y desde que cuento contigo, cuenta con las mejores vistas de este puto planeta.

Que me has hecho cambiar el chip otra vez, cambiar un “no puedo” por un “voy a hacerlo”, me has devuelto las ganas por seguir luchando, por seguir dando el máximo de mí en cada momento. Y es que joder, voy a hacerlo, al igual que tú. Nadie, me oyes, nadie, nos dirá nunca que no podemos lograrlo, y mucho menos nos lo diremos tú y yo. Somos capaces, yo creo en ti tanto como tú crees en mí.

Gracias por completar mi vida, por ayudarme a salir de este laberinto en el que había convertido mis días, por mostrarme esa luz al final del túnel.

Hoy alzo mi copa, quiero brindar contigo: por ti, por mí y por esas metas que vamos a cumplir.

Hoy, y ya veremos mañana.

Somos barcos sin rumbo navegando en alta mar, capitanes orgullosos de haber perdido el timón y dejarse llevar. Somos patria sin bandera porque no somos de un único lugar. Ciudadanos de un lugar llamado mundo nos hacemos llamar. Ciudadanos del hoy que no viven preocupados por el mañana. Somos del hoy, de sentir cada segundo como si fuese el último, de disfrutar cada suspiro como la primera bocanada de aire que llenó nuestros pulmones. De vivir al máximo hoy y ya habrá tiempo para estar cansados mañana. Y también somos de reflexionar, de sentarnos en el último escalón de los muchos que hemos subido y observar, con perspectiva, que la vida es solo cuestión de actitud; de observar cada tropiezo y sacar de ellos la fuerza necesaria para continuar. Y sí, el que más y el que menos también ha perdido mucho por el camino, pero se centra en lo que gana y lo que será capaz de ganar si sigue luchando. Que si cae se levanta y aunque se hunda mantiene la calma y acaba saliendo a flote.

Cambio, la palabra por excelencia que nos define. Que hoy sabemos dónde estamos, qué queremos, qué sentimos; pero mañana nunca se sabe. Vivimos el hoy siendo felices y ya habrá tiempo para estar tristes cuando llegue el mañana.

viernes, 30 de octubre de 2015

Mi pequeña gran sorpresa.

Aún no te has ido y ya te echo de menos. Yo y mi puta manía por aferrarme a ti. Y sí, el burro delante para que no se espante, porque me aterroriza tan solo oírlo salir de ti, que algún día te irás y que nunca volverás a caminar junto a mí; o yo junto a ti, porque el orden de los factores no altera el producto. Me encantaría que esta vez fuese un para siempre, que aunque nuestros caminos se separen, el destino o el cauce de nuestos ríos vuelvan a juntarnos y hagan que nuestras vidas vuelvan a ser igual de ricas que ahora que nos tenemos.

Para siempre, ¿sabes? Te lo digo yo, que no he creído nunca en esas cosas. Bueno, miento: una vez creí y me rompieron en tantos pedazos que, desde entonces, nunca he vuelto a soñar con tener una mano amiga que me levante hasta de la tumba. Pero ahora todo es nuevo, ahora siento que confío en ti muchísimo más de lo que confío en mí y sé que, aunque nuestras vidas sigan ritmos diferentes, en algún momento de esta pesadilla sin ti volverá tu risa a rescatarme y, de nuevo, sentiré que puedo comerme el mundo contigo. De nuevo serás tú ese empujón que todos necesitamos en algún momento, y seré yo ese hombro dispuesto a hacer de pañuelo.

 Hay una cosa que no sabe la distancia, que no rompe los océanos o los mares que se interponen: nuestra conexión. Y es que se sabe, es algo que se nota, que cuando alguien te marca a fuego en tan solo un instante, vas a tener a ese alguien siempre en tu mente. Y me da igual si mañana no puedo verte, si se me olvida de cómo dormir y no puedo soñarte, si me olvido de dónde vivías y se me pasa visitarte; es que me da igual, que en mi alma ya tienes casa, que en mi vida siempre tendrás cabida, que has dejado huella y que nada conseguirá borrarte siempre y cuando yo se lo impida.

Son las pequeñas sorpresas las que le dan sentido a esta vida; gracias por haber sido tú esa gran pequeña sorpresa.

domingo, 25 de octubre de 2015

Compartir.

Gracias por compartir conmigo tus sueños, por compartir conmigo tus ilusiones, por confiar en mí para aprender las lecciones. Gracias por escucharme, por entenderme, por interesarte en cada palabra que te digo. Gracias por compartir conmigo un trozo de ti, por aceptar el que te ofrezco, por encajar cada día una pieza más de este nuestro puzzle. Gracias por compartir conmigo cada segundo, por olvidarte de esas manecillas que más que correr vuelan siendo libres dentro de su esfera. Gracias por compartir conmigo cada momento de ese tiempo al que llamamos hoy y que nunca nos pertenece. Gracias por compartir conmigo todas y cada una de las cosas que nunca vuelven, como esta vida. 

 Divides las penas y multiplicas las alegrías. El trago es menos amargo si compartes el chupito con alguien, la risa alarga la vida siempre y cuando sea compartida. Y yo estoy encantada de poder escuchar cada día tu risa, de poder adornar mi existencia con la tuya, de poder emborracharme con tu perfume, de poder contar contigo. Y te confieso, a ti, que me encanta poder contar con tus abrazos, que ahora puedo juntar esos trozos de alma que antes sola no podía. Gracias por compartir conmigo tus días.

La clave es compartir, la clave de todo. Compartir locuras, aventuras, cervezas, vinos, cenas, problemas, obsesiones, noticiones, y cualquier cosa que se pueda  compartir. Nunca está de más compartir un baile, una canción o cualquier cosa que te dicte el corazón. Nunca está de más compartir tu vida, sin olvidarte nunca de que tu vida es tuya. 

sábado, 24 de octubre de 2015

Y me pregunto.

Tu voz hoy suena, un poco  más lejos del ayer y un poco más cerca del mañana. Tu voz hoy suena, un poco más lejos de mí, un poco más cerca de mis sueños. Tu voz hoy suena, un poco más lejos de mis labios, un poco más cerca de quien no soy yo. Tu voz hoy suena, un poco más lejos de mi vida, un poco más cerca de mi pesadilla.

Tus ojos se alejan, no puedo verlos, ya no puedo apreciarlos ni en sueños, ya no me das esa magia que embriaga mis recuerdos, ya no hay perfume que pueda emborracharme. Se acabaron los sueños, la magia y los besos que tanto te guardé. Se acabó, o se estancó; aún no sé cuál es la diferencia.

Confieso que te echo de menos. Es horrible verte sonreír sin poder escuchar tu risa, esa melodía, esa oda a la alegría que salía desde lo más profundo de tu alma. Es horrible ver el brillo de tus ojos y no poder disfrutar de la felicidad que emanas desde lo más profundo de tu ser. Se acabó, ya no hay nada.

Me pregunto: ¿alguna vez hubo algo?

miércoles, 21 de octubre de 2015

Y que el mañana venga si se atreve.

Hoy me he despertado con resaca después de haberme pasado la noche borracha de ti. Hoy me he despertado con sabor a ti, con ganas de ti, con imágenes de ti en forma de sueños, con tu voz sonando de fondo, con tu sonrisa dibujando la mía. Hoy me he levantado feliz; y no, no me ha sonreído la vida, me has sonreído tú. Y con tu sonrisa, las mariposas decidieron hacerme cosquillas. ¿Cómo no iba a sonreír así?

Me da igual si mañana tienes que secarme las lágrimas o tengo que ser yo la que te sonría, me da igual si mañana desapareces y sólo me dejas un recuerdo, me da igual si mañana decides empujarme y tirarme al precipicio; me da igual el mañana si hoy cuento con tu risa. Me da igual si mañana se acaba el aire y mis latidos se agotan, hoy siento que tengo vidas para todos los gatos de este puto planeta.

Y que llueva, que nieve, o lo que le dé la gana al tiempo; que me da igual si contigo me azota el viento. Me importa más bien poco si, por disfrutar de tu compañía, tine que calarme los huesos cada gota de esta lluvia fría. Me importa menos si tu reloj no para el tiempo, si las manecillas recorren cada vez más rápido su esfera, si la vida se me escapa entre los dedos por soñarte. Me importa lo que viene siendo nada si mañana no puedo levantarme de la cama, pero hoy seré feliz acariciando tu cara.

Y que se acabe el mundo si se atreve, que me da igual mientras pueda mirarte.

lunes, 19 de octubre de 2015

Ya es hora.

Tú, que nunca pierdes la sonrisa. Tú, que a pesar de las derrotas sigues siendo optimista. Tú, que siempre miras desde otro punto de vista. Tú, que con tu alegría enderezas mis días. Tú, que eres mi guía por el laberinto de la vida. Tú, que te muestras como eres. Tú, que con una gota de agua colmas el vaso, que con un poco de viento secas tus cimientos y te vienes abajo, como el castillo de arena cuando lo rozas.

Yo, que de ilusa soy idiota. Yo, que confundo realidad con pesimismo. Yo, que tengo menos miedo a las metáforas que a ti. Yo, que prefiero escribirte mil textos a decirte que te quiero. Yo, que presumo de valiente siendo el dios de los cobardes. Yo, que me vanaglorio de segura y me quiebro cuando los planes cambian de rumbo. Yo, tan enganchada a ti que te confundo con cada ser que pasa por mi lado.

Nosotras, con tantas ganas y sin fuerzas. Nosotras, con tantos sueños y tan pocas esperanzas. Nosotras, con tanto amor que se transforma en odio. Nosotras, con tanto perdón que acaba sonando a rencor. Nosotras, tan inseguras, tan muertas, que hasta apestamos. Nosotras, ese algo que no existe.

Y el motivo no lo sé, me he cansado de buscarlo. Ahora quiero liberar mi mente de ti, de un proyecto llamado "Nosotras" que nunca fue algo más que un montón de papeles juntos acumulando polvo. 

Me dejo ya de nosotras, es hora de volver a ser yo.

Sigue luchando.

Hay veces en la vida en las que, simplemente, te toca apechugar. Hay sucesos que suceden, porque sino no se llamarían sucesos, y que cambian por completo tu percecpión de la vida. Hay ausencias que más que carencias dejan obligaciones y cambios tan bruscos a los que no resulta fácil adaptarse. Muchas veces te dicen que cuando seas padre comerás huevos; sin embargo, otras veces, ni si quiera te preguntan si te apetecen, sino que te los ponen delante y ya te apañarás tú con ellos. Y es que hay veces en las que te llegan responsabilidades de golpe, en las que cambia tu rol sin necesidad de que hayan culpables; hay veces que, en la ruleta rusa de la vida, te toca la bala. 

Si eso pasa, tómate un segundo para respirar. Recuerda que después de una noche siempre sale el día, que detrás de una cruz siempre hay una cara y que la tristeza puede ser felicidad vista desde otro ángulo. Recuerda que tienes tiempo, aprovéchalo, te mereces el tiempo que necesites para volver a estabilizar tu barco, para volver a encender la vela, para volver al camino del que momentáneamente has salido. Nadie anda nunca en línea recta, es imposible no torcerse, a veces incluso encuentras una ruta mejor a la anterior, es solo cuestión de tiempo. 

Nadie nace sabiendo todo, todos nacemos sin saber nada. No te agobies cuando no puedas salir a flote, recuerda que si te tranquilizas será el mar quien te ayude a respirar de nuevo. Un giro inesperado, que dé media vuelta a tu vida, puede enseñarte el mismo camino desde otro punto de vista, puede que te enseñe cuánto has avanzado y te pida, por favor y de rodillas, que nunca te rindas.

jueves, 15 de octubre de 2015

Nunca amanece.

¿Sabes lo que más rabia me da de ti? Que siempre encuentres un momento para colarte en mi mente. Da igual si voy de aquí para allá, si no duermo, si no descanso, si ando de un lado a otro constantemente, si no me queda ni un puto segundo para respirar. Da igual que me esté muriendo, que ya no me quede texto para esconder los besos que te mando o que ya no me queden sueños para seguir cogida de tu mano. Y es que no importa lo rápido que intente escapar, eres la luna que veo perseguirme por las ventanas de mi vida. Ventanas que, desde que te fuiste, no me he atrevido a abrir; ventanas que reflejan una imagen de mí que se desvanece, casi transparente, sin forma y prácticamente incolora. Una imagen vale más que mil palabras; el reflejo es el espejo del alma. ¿Te haces una idea ya de cómo me siento?

No es fácil luchar contra ti, salir a la calle e intentar no buscarte, ver una sonrisa y no compararla con la tuya, conocer a alguien que te dé mil vueltas y, que al compararla contigo, tú salgas perdiendo. No es fácil; tú siempre ganas. Quiero quemar tu libro, dejar de pensarte y salir de una vez por todas de la calle amargura. Pero siempre llueve cuando intento que nada me recuerde a ti. Se me empapa la soledad de ti y así, contigo hasta los huesos, se me hace imposible olvidarte. 

Empiezo a cansarme, a odiarme porque seas tú y nadie más, por no ser capaz de superar un bache del grosor de la raya de un lápiz. Te odio por muchas cosas, pero principalmente te odio porque odiarte me lleva a odiarme. Haces que me odie, que no sepa por qué sonrío cuando escucho tu voz, que las horas se hagan segundos cuando cuentas el tiempo conmigo, que hablando de lo bonita que es la noche se te haga de día. Y sí, se te haga, a ti; porque para mí no despunta el alba si no estoy contigo. 

lunes, 12 de octubre de 2015

Fui alguien.

Llevo tres largos días intentando escribirte. Llevo tres largos días pensándote a cada rato, recordando cómo era eso de pasear de tu mano, intentando hacerme a la idea de que ya no son mis huellas las que se dibujan al lado de tus pasos. Llevo tres largos días viendo tu sonrisa cada vez que cierro los ojos, deseando empezar de cero y darte un beso por cada segundo que te echase de menos. Llevo tres largos días de morros porque, ahora que no estás, las musas se niegan a visitarme.

Dime, ¿vas a volver algún día? Sabes que no soporto más esta rutina, que no sé caminar sin ti en mi vida, que me siento perdida, que hace días que ya no me visita la alegría. Eres cruel por no estar conmigo cuando más te necesito. Soy egoísta por querer que estés conmigo cuando sólo sé hacerte daño. Me supera esta situación, esto de sentirme culpable por haberte perdido, esto de seguir sin encontrarle el sentido a la vida, de sentirme cada día que pasa un poco más perdida.

¿Vas a perdonarme? Imagino que no, pues ni si quiera yo puedo hacerlo. Me estás volviendo loca. Desde que te encontré ya no me encuentro, te siento lejos cuando estoy a centímetros de tu cuerpo y un escalofrío se abre paso por mi espalda cada vez que nuestras manos se rozan. Me encanta ver esa sonrisa, saber que aunque ahora no soy nadie, alguna vez fui alguien para ti.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Algún día.

Supongo que algún día tendré que empezar a olvidarte, que alguna vez seré yo la que tenga que marcharse y que en algún momento de esta vida no me hará falta tu risa. Supongo que una mañana me levantaré y sentiré que puedo tocar el cielo sin ti, que algún día despertaré sin trozos de sueños entre los dedos y que alguna noche dejaré de sentir la necesidad de hablarle a la luna de ti. Supongo que algún día, así sin más, dejarás de condicionar mi vida. 


Todavía sigue sin llegar ese día, quizá es que me he cansado de esperarlo y he echado a andar buscando tu recuerdo. Idiota, pero idiota por ti. Idiota por buscar tu mirada cuando sé que no la voy a encontrar, por pretender ser la causante de tu risa cuando ni si quiera puedo imaginármela, por intentar que entre tus versos ocultes un beso para mí. Idiota por intentar que me quieras.

La verdad es que aún no he aprendido a olvidarte, seguramente porque sigo sin querer hacerlo, porque sigo luchando por un sueño que hace meses no tengo, porque sigo viendo fantasmas donde sólo hay aire. Lo siento, nunca me he planteado desaparecer de tu vida y hacer como si nunca se hubiesen cruzado nuestros caminos, como si nunca nuestras huellas hubiesen formado parte de un mismo destino. 


¿Me echas un cable? Me he olvidado de cómo olvidar y ahora sí que no puedo borrarte. Recuérdame, ayúdame a borrarte y bórrame de nuevo; te prometo que es la última vez que te envío besos en forma de versos, que lleno cada centímetro de luna con mensajes para ti, que describo tu mirada como estrellas del firmamento. 

Te prometo que, algún día, romperé el último de mis sueños.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Contigo hasta más allá de la vida.

Noto más que nunca como nuestro tiempo, el mismo tanto para ti como para mí, no pasa de la misma manera. Noto que vivo un segundo como si fuesen dos y que, para ti, dos segundos transcurren en el mismo tiempo que uno. Noto que cada minuto es un centímetro menos de altura, una arruga más en tu vida y una gota más que llena nuestras almas. Te amo como nunca he amado a nadie y como nunca amaré. 

Hay algo que nos une, lo sé desde hace un tiempo, un vínculo que forma parte de otro mundo y que he descubierto quizá un poco tarde. ¿Sabes? Quiero ser como tú. Para mí eres la mujer más grande de este mundo, a pesar de que el tiempo te vaya encogiendo cada año un poco más. Me encanta perderme en tus ojos, ver cómo brillan de felicidad y que los míos brillen igual, ver cómo tengo tanto que aprender y quieres enseñarme tanto que me faltan escuelas para poder aprenderlo todo. 

Te prometo que siempre estaré ahí para ti. Siempre, de corazón, desde el alma. Eres el pilar que sujeta mi vida, la sonrisa que mantiene mi mundo en pie, la mirada que me habla aunque no me diga nada. Son tus manos las que nunca me cansaré de sostener, es tu voz la que nunca me cansaré de escuchar y es tu vida la que nunca me cansaré de disfrutar. Eres esa llama que, aunque por desgracia un día se apague, seguirá viva dentro de mi corazón. 

Quiero ser el pañuelo que seque tus lágrimas, las piernas que te lleven donde tu alma desea, la risa que te dé un segundo más de vida, la fuerza que te anime a seguir endulzando una vida cada vez más amarga. 

Contigo, quiero estar contigo siempre, hasta el fin de mis días. Y es que, pase lo que pase con mis días, te prometo que caminaré contigo hasta más allá de la vida.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Que camine por donde caminas.

No hay nada que me reviente más que saber que, por más que te haga reír, tu risa nunca sonará igual que cuando ella te cuenta un chiste. No hay nada que pueda más conmigo como ver la ilusión que consigue que tengas, como quedarme fuera esperando a que un día me quieras. Pero lo que más me jode es ponerme celosa. ¿Celosa de qué? No hay nada. Te odio, no sabes cuánto, casi tanto como te quiero. 

Seguimos con esta lista de cosas que poco a poco me matan: la puta distancia. Me mata eso de no poder cogerte de las manos y mirarte a los ojos cuando te digo, con el corazón en la mano y el alma asomando por mi mirada, que confío en ti. Me mata que no puedas ver que te lo digo de verdad. Me mata no poder darte un abrazo cada vez que lo necesites y, ya que estamos, confieso que me mata que te mueras por ella. 

Me revienta escucharte reír tan plenamente por una tontería. Suena muy cínico, egoísta quizá, como que no quiero tu felicidad. Lo siento, porque no es así, sólo que me revienta no poder hacerte reír. Y mira que intento superarlo, cambiar de libro, olvidarme de tu historia y que esta jodida distancia al final haga el olvido. 

Y justo cuando empiezo a hacer camino, cuando cubro de polvo tus recuerdos y juro no volver a caminar por donde están tus huellas; justo entonces vuelves. Así no hay quien te olvide, idiota, si con una carcajada me haces retroceder hasta ti, si me lanzas una metáfora y me obligas a leerte de nuevo. Te odio tanto... pero menos de lo que te quiero. 

A veces me planteo si te lo mereces. Sé que es una tontería, pero cada sueño que destrozo por ti es una puerta que nunca más se volverá a abrir; y parece que te da igual, que tú de esas tienes mil y novecientas noventa y nueve sin mí. 

Perdona, sé que no me lo pediste, sé que tampoco quisiste que entrase en tu vida; pero tus labios dicen mentiras que tus ojos recriminan, y tu alma me dice que vaya, que quieres que camine por donde caminas. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Yo confío en ti.

Vivimos en un mundo donde abunda lo inseguro, donde dominan los complejos y los muchos que necesitan sentirse alguien siendo nadie y pasan por encima de quien haga falta para conseguirlo. Vivimos en una sociedad en la que cada vez importa menos lo que pueda sentir la persona que tienes en frente, donde ya nadie mira a los ojos cuando habla, donde nadie levanta la cara de una pantalla y regala sonrisas a quien pasa por su lado.

¿En qué nos estamos convirtiendo? Cada vez hablamos menos y decimos más, cada vez estamos más incómodos en situaciones cómodas, cada vez tenemos menos sueños y menos ganas, cada vez tenemos menos ilusión y menos fe. Se nos escurre la esperanza entre los dedos, guardamos trozos de sueños en las uñas al rascar el cielo y nos decimos que no, que hay gente mejor que nosotros ahí fuera y que no somos capaces de lograr lo que nos proponemos. Cada vez pedimos más confianza, imagino que para contrarrestar las inmensas cantidades que nos faltan.

No, no soy pesimista. Soy realista, así está la vida desde mi punto de vista y creo que es hora de cambiarlo.

Tú, empieza a quererte. ¿Quién quieres ser? ¿Qué quieres ser? ¿Dónde quieres llegar? No más excusas, basta de "pero", ¿quién te dice que no puedes? Tú mismo. Sé que es difícil, no lo niego, pero si no lo intentas nunca lo lograrás. Yo sé que puedes, confío en ti, de veras.

Yo me decía que jamás podría juntar letras y palabras, utilizar metáforas para esconder nombres y hablar de algo tan abstracto como los sentimientos y transmitirlos; y aquí estoy, dejándome la piel en cada texto y observando de cerca.

Yo confío en ti y sé que puedes, ¿y tú?, ¿confías en ti?

martes, 8 de septiembre de 2015

No merece la pena.

No merece la pena luchar por una esperanza que desaparece cuando abres los ojos. No merece la pena parar balas por quien las dispara, esquivar cuchillos por quien los lanza y sangrar por las heridas que nunca fueron mías.

No merece la pena quedarme sentada en el andén, soportando el frío de la lluvia empapando cada centímetro de mi cuerpo, en una estación en la que nunca sale el sol, en la que los poetas se reúnen y le escriben a la soledad. No merece la pena quedarme sentada en el andén de tu estación, esperando un tren que ya partió y que nunca volverá. No merece la pena esperarte.

Al final tendrán razón todos aquellos que me dijeron que un clavo saca a otro clavo, que si pasar de página no funciona la solución es cambiar de libro y que hay más peces en el mar. La cuestión es olvidar, pero no es tan fácil. No es tan fácil cerrar la puerta a un sentimiento, hacer como que no te duele su ausencia, como que no te importa cuando es en lo único que piensas.

Al final será que no quiero olvidarte y no que no puedo, que no quiero pasar página o cambiar de libro, que quiero perseguir imposibles y saltar al precipicio sin hacerme un rasguño. Desde hoy me digo: basta de excusas.

Se acabó. Quiero olvidarte y sé cómo hacerlo. Ya me he dado de bruces con la realidad, ya he despertado del sueño del que no quería despertar, ya estoy lista para dejar de esperarte. Ya no quiero esconder tu nombre en un verso, ya no quiero dejarle a la luna mil mensajes para ti, ya no quiero quererte y ya no tengo por qué hacerlo.


Quién no arriesga no gana, pero una retirada a tiempo también es una victoria. 

lunes, 31 de agosto de 2015

¿Por qué?

¿Por qué no nos dejamos ya de tonterías y empezamos a decirnos las cosas de frente? ¿Por qué seguimos escondiendo nuestros nombres entre metáforas? ¿Por qué no reconocemos que tenemos ganas de querernos?

Deja de meterte en mi mente cuando escribes y yo prometo dejar de ocultar tu nombre en estas líneas y de pedirte un beso entre tanto verso. ¿Podemos hacer las cosas fáciles por una vez?

Empiezo yo: reconozco que aún no te he olvidado. Es más, confieso que no quiero hacerlo. Está bien, besarte no es lo único que me apetece, o sí, pero no precisamente los labios. Me apetece beber de cada centímetro de tu piel y comerte con los ojos. Me apetece acariciarte con esa fragilidad que me enseñaste, desnudarte el alma y vivir a tu lado un segundo que dure cien años. 

Y sigo: me apetece poseerte. Me apetece hacerte llegar al éxtasis y que acabemos exhaustas de tanto querernos. Que me muerdas donde te plazca, que me susurres que no me detenga, que me aprietes contra tu cuerpo y que fundamos nuestras almas en un único ser. Y después de todo, después de una noche entre sábanas y sin tiempo, recostarte sobre mi pecho y acariciar cada onda de tu pelo. Me apetece ver el sol y quedarme para siempre durmiendo en tu ombligo. Me apetece ver el mundo desde dentro de tu abrazo y sentirme pequeña apoyada en tu regazo. 

Me apetece tenerte sin tapujos y sin miedos, desnudar mi coraza ante tus ojos y que veas hasta dónde llega tu recuerdo.

Y a ti: ¿qué te apetece?

sábado, 29 de agosto de 2015

Paseos por la playa de madrugada.

He venido al mar de madrugada, a pasear por esa orilla que tantas veces quise enseñarte. 

¿Que si he venido a buscar mi musa? No. He venido a buscarte; a ti y a todo lo que te llevaste al marcharte. He venido para comprobar que es cierto eso de que tu mirada brilla más que la luna y las estrellas juntas. He venido para escuchar tu voz en forma de canto de sirena, para respirar tu brisa y perderme en las olas que forman tu negro pelo. 

He venido también a olvidarte, a escribir tu nombre en la arena y borrarlo con ayuda de la marea. He venido a dejar mis huellas sin la necesidad de contar con las tuyas a mi lado. He venido a comprobar que te has marchado. 

He venido a darme cuenta de que la noche no es tan oscura sin ti, que la luna y las estrellas vuelven a salir y que la paz que aquí encuentro también la encontraré sin ti.

También he venido a buscarme, a reconocer en las olas del mar la fuerza que me permite continuar y en el reflejo de la luna sobre el mar, el brillo que desprende mi mirar. Que no me haces falta para ser feliz y que no necesito de ti para escribir.

Dejo en el mar tu recuerdo y en la brisa un te quiero para ti, para que no olvides que fui yo la que, durante un tiempo, te hizo feliz.

viernes, 28 de agosto de 2015

¿Ya me has olvidado?

Dime, ¿dónde ha quedado lo que éramos? ¿Dónde están nuestras ganas de besarnos? ¿Dónde está la bonita costumbre de echarnos de menos? ¿Y esa manía de abrazarnos hasta ahogarnos para matar la rabia que nos daba tener que separarnos al minuto? ¿Dónde han quedado los días de tu mano y las noches entre tus sábanas? ¿Dónde está tu mirada ahora que no me despierta? ¿Dónde escondimos nuestras ganas de querernos? Por más que busco nunca las encuentro.

Se fue todo lo que nos quedaba. Te lo llevaste al decirme adiós y darme la espalda. Me quedé tal y como me habías dejado, plantada sobre mis pies viéndote marchar, observando esa cintura que jamás volvería a rodear y esa espalda que nunca más volvería a besar. Con tu adiós cerraste mis puertas y mis ventanas, lanzándome al vacío y quitándote un peso de encima. Me ataste un yunque a los tobillos y me empujaste al precipicio.

¿Dónde estás? ¿Por qué te has ido? Te busco en el abismo, intento encontrar ese atisbo de luz que suponía tenerte, pero te fuiste y ahora en mi vida reina la noche. Te has llevado la luna y las estrellas, ¿no tuviste suficiente llevándote mi alma? Dime, ¿a quién le dejo ahora los mensajes para ti?
Al menos haberme dejado una estrella para que fuese mi musa y mi fiel compañera, para que me acercara esa parte de mí que se fue contigo, para que me recordase, si quieres, que perderte fue mi peor castigo. Haberme dejado una, tan sólo una, para poder hablarle de ti y pedirle que te cuide, que te guíe en el camino y te proteja de tu destino.


Dime, ¿ya me has olvidado? No. Déjame adivinar, lo hiciste cuando echaste a andar, dándome la espalda y adentrándote en el mar. 

miércoles, 26 de agosto de 2015

Hoy vuelven los recuerdos.

Hoy he vuelto a pasear por aquel césped por el que paseé contigo y he vuelto a sentarme en aquel banco que nos salvó del cansancio en ese caluroso día de verano. Hoy me han inundado los recuerdos que juraría haber olvidado, la nostalgia se ha apoderado de mí y he vuelto a tener una de esas excusas que me sirven para escribirte.

Hoy he vuelto a perderme en tus ojos sin mirarlos, he vuelto a recordar lo que duele no tenerte, lo que mata no ver tus huellas al lado de las mías y no contar con tu mano tendida tras una caída.

Hoy he despertado en esa realidad en la que los quilómetros no separan sólo cuerpos sino que también separan almas. Que la tuya y la mía conectaban cuando nos mirábamos y ahora ni si quiera a través de las estrellas nos encontramos. Cariño, te echo de menos, he perdido el norte, el sur, el juicio y la cordura; te he perdido a ti. ¿Qué te cuesta volver y quererme como nunca antes? No lo hagas por mí sino por ti, entiende que quiero y puedo hacerte feliz.
Yo ya te quiero, lo he hecho siempre, me atrevería a decir que casi desde la primera vez que te miré a los ojos. Fue tu mechero el que desató la chispa de mi amor y fue tu llama la que decidió dejar de arder. Se apagó y se marchó, huyo del mar que eran mis ojos cuando estaba contigo. Joder, ¡cómo me brillaba la mirada contigo! Y no sólo la mirada, sino el alma y la vida. Le diste color a un lienzo gris y después rompiste tu pintura, porque no te gustaba, porque no la querías o quizá porque nunca más se cruzarán las vías que un día unieron nuestras vidas.


No me puedes pedir que no te eche de menos, y mucho menos que te olvide. No me puedes pedir que salga a la vida sin corazón, porque aunque lo rompieras conseguí que a duras penas latiera. Te quiero, recuérdalo siempre, lo llevo en la sangre, me lo tatuaste en lo más profundo de mi alma

lunes, 24 de agosto de 2015

La carta del lamento.

Lo siento. Siento haberte mentido sobre algo así, pero es que ni yo misma me entiendo. Quiero ser clara, por una vez en mi vida, aunque eso suponga perderte. Lo siento, de antemano, si te pongo entre la espada y la pared o si te sientes culpable de todo. No te culpo, en serio. ¿Sabes? Hay un antes y un después en mi vida tras haberte conocido. Créeme si te digo que la dejaste patas arriba nada más entrar, que te adueñaste de mi cabeza y amueblaste mi corazón a tu antojo, arrancándome las alas y volando lejos - muy lejos - de mí. Créeme cuando te digo que lo siento, pero se me hace imposible olvidarte y no pensarte. La culpa es mía, por seguir viendo esperanza donde no queda nada, por cerrar los ojos al precipicio y empeñarme en planear cuando ni si quiera tengo alas. Perdóname por suicidarme y pretender que me salves, te estoy pidiendo que me rescates de una muerte segura cuando sé de sobra que no se puede. Te estoy pidiendo que me quieras cuando no puedo pedírtelo, no por nada, sino porque ya es hora de que asuma que, sencillamente, a veces no se puede y que, a veces, las corazonadas también son falsas. Echo de menos hablar como antes, casi a diario. Echo de menos escribir como excusa para hablarte. Puedes ahorrarte el comentario, sé que es patético. Lo siento, de verdad, por tratar de justificar las chiquilladas injustificables que he hecho. Permíteme que te diga que tienes algo que engancha, hay algo en ti que atrae; como esos libros que te atrapan en sus letras, con la diferencia de que el libro al final revela su misterio y tú te lo guardas para ti - quizá sea eso lo que te hace única - . Lo siento, de verdad. He intentado olvidarte, mil veces, pero al final siempre vuelves, por hache o por be siempre acabas apareciendo y yo, encantada de que pases por mi vida una vez más. Quizá, al decirte todo esto, te pongo en un aprieto; pero creo que te mereces que sea clara de una vez por todas. 

Lo siento, de veras. Nos conocimos hace tres años y hace tres años que me pregunto por qué te conocí, por qué a ti y no a otra persona. Sigo sin encontrar respuesta a eso. Imagino que a veces sólo tiene que pasar el tiempo, más tiempo si cabe. Contaba con que volvieses, o verte aunque fueran cinco minutos para aclararme. Pero no todo sale siempre como está previsto. Digamos que mi cabeza sueña más rápido que pasa el tiempo en el mundo real. 

He llegado a la conclusión de que no sé quererte como pretendes, que aspiro a hacerlo como algo más y cierro los ojos ante la realidad; quizá porque duele despertar o porque he estado tanto tiempo evitando la caída que quizá ahora el golpe sea más fuerte. Créeme que lo intento, pero no creo que lo esté haciendo bien. Sé de sobra que no hay nada más, tengo la lección aprendida, pero una parte dentro de mí dice que es sólo cuestión de esperar. 

No, no estoy diciendo que quiera perderte de vista, o que no quiera saber nada de ti, quizá tan sólo necesite tiempo para quererte bien. 

Siempre tuya: yo.

domingo, 23 de agosto de 2015

A tientas, ciega de ti.

Hoy vengo a decirte que no puedo olvidarte. Que cuando no eres tú soy yo; y cuando no somos ninguna de las dos siempre hay alguien o algo que me impide borrarte. Y es que por más que intento cubrirte de nubes siempre hay una parte de tu alma que, como ese rayo de sol en una tormenta, atraviesa las nubes, rompe mis barreras y me lanza a ese vacío tan lleno de ti. 

Te odio. Por inundar mi vida con una gota de la tuya; con una de esas gotas que, aun pareciendo pequeñas, te empapan de pies a cabeza. Y siento que me rozas, que esa gota trae consigo tus manos y que después de tantos sueños, por fin me acarician tus dedos. Te odio a ti, o quizás a mí por no ser capaz de pasar página, de apartar tu libro y no leerlo jamás; por no ser capaz de recomendar tu historia sin la necesidad de volverla a vivir por enésima vez. 

Ando persiguiendo tus huellas, creyendo que eres tú quién anda tras ellas cuando quizá sean espejismos que mis ganas provocan, como aquel que ve agua en el desierto donde sólo hay arena. Adicta a ti, a cada curva de tu cuerpo, a cada nota de tu voz, a cada suspiro que derrochas y a cada mirada que lanzas a ver quién es el valiente que se decide a cazarla. 

Me empeñé en crear un muro tan alto que ni si quiera los pájaros lo superaran. Me quedé al otro lado, aquel lado en el que nunca sale el sol, en el que no hay mar ni montaña, tan solo desierto. Me quedé en el lado de la sombra, en el de la noche sin estrellas y sin luna. Me olvidé de que nadie puede atarte, de que no hay barrera que consiga superarte, de que tienes las alas de todas las almas que has robado, de que tienes fuerza de sobra para batirlas y volar hasta más allá de los sueños. 

Te até a tientas, sin ver que huías de los nudos y volabas lejos con tu amiga libertad. Fui ciega por quererte. Y ciega sigo. Sin querer ver que aunque pueda verte en sueños cuando despierto siempre desapareces. 

domingo, 16 de agosto de 2015

Estrellas fugaces.

La vida me regaló una noche mágica, cargada de sorpresas manifestadas en una lluvia de estrellas fugaces. Fugaces como lo fue tu presencia en mi vida, fugaces como el recuerdo de tu risa, fugaces como aquel beso antes de nuestra última despedida.
La vida me regaló una noche de deseos, y yo... Yo me limité a mirar al cielo y a ver desaparecer tus ojos en el negro firmamento. Y allí estaba yo, tumbada sobre la arena de aquella playa que tú me enseñaste, viendo tus ojos desaparecer al igual que desaparece una gota de agua en el desierto, añorándote desde lo más profundo de mi pecho y sin fuerzas con las que pedirle al cielo un único deseo.

La vida me regaló una noche romántica y me prohibió la compañía. Quizá porque nunca habrá mejor compañía que la de uno mismo y quizá también porque todavía no me quiero lo suficiente como para poder quererte.
La vida me regaló una noche de estrellas que desaparecían con el viento, como tu perfume con la brisa o tu recuerdo con el tiempo. La vida me regaló una noche, tan sólo una, de paz y de armonía, pero también de agonía al no escuchar tu melodía.
La vida me regaló una noche repleta de deseos y yo tan solo pedí uno: que todos tus deseos -sí, has leído bien, los tuyos- se hagan realidad.

sábado, 15 de agosto de 2015

¡Eres una máquina!

Sí, tú, el que está leyendo esto: eres una máquina, un crack, una persona imparable capaz de conseguir todo lo que se proponga.
¿Sabes? Llegarás tan lejos como te lo propongas, volarás tan alto como rápido agites tus alas. Si tienes un sueño ve y persíguelo, porque si no echas a andar jamás podrás cruzar tus metas. 

Levántante y mira a la muerte a los ojos, dile que no le temes y verás como le ganarás la batalla. Que no es más fuerte quien más músculos tiene, sino aquel que sabe levantarse tras haberse roto el alma en mil pedazos. No te rindas, sigue luchando por aquello que quieres y deseas. Te caerás mil veces y te levantarás mil y una, llorarás hasta quedarte en silencio y gritarás tan sordamente que hasta los sordos te oirán. Te sentirás perdido en medio de la soledad y la oscuridad que te proporcionará la noche en mitad del bosque, pero si esperas un poco, si eres paciente y vences a tus miedos, tendrás de nuevo la compañía de las estrellas y a la luna como guía.

No te rindas nunca. Nadie puede cuestionar cuán fuerte eres, nadie excepto tú. Aprieta los dientes, mírate a los ojos a través de un espejo y di en voz alta qué ves. Un alma que nunca se rinde, que nunca se achanta, que siempre sigue con la cabeza bien alta. 

Vuela, sé libre, a pleno pulmón grita: ¡LIBERTAD! 

Levántate, sacúdete el polvo del pantalón y coloca bien tu camisa. Da la espalda al pasado, afronta el futuro con una sonrisa, despliega las alas y vuela. Sé pájaro, avión, cometa. Sé lo que quieras, pero sé libre.

lunes, 27 de julio de 2015

¿Qué quieres que te diga?

¿Qué quieres que te diga? Si me muero por hacerte mía, si me matas cada vez que me miras, si me dejas sin aliento cada vez que suspiras. Si me quedo muda cuando te cruzas por mi camino, cuando apareces en mis senderos con copas y vino, cuando me asaltas y me envuelves como el aire que respiro. Si quieres le grito a mi mundo lo mucho que te deseo y lo hermosa que te veo, pero tendrás que perdonarme si te grito en el oído porque mi planeta son tus besos, sus mares son tus ojos y la vida es una canción que lleva el sello de tu voz. Si quieres desaparezco, me convierto otra vez en sombra de la noche y no me vuelves a ver, me borro de tu mapa tan fuerte que ni yo seré capaz de encontrarme. Si quieres me llevo los versos, las estrofas y los sonetos; me llevo la tinta y las plumas, los folios y los libros, me llevo a las musas y te dejo escribirle a la alegría; esa alegría que sé que tendrás cuando yo ya me habré ido. 

Que sin mí estarías mejor, o que quizá eso es lo que pienso, pero te quiero y quiero aprender a hacerlo bien. Aprenderé a quererte en la distancia, a quererte en la nostalgia y a quererte aun habiendo perdido la esperanza. Aprenderé a quererte a medias, a quererte aunque tú no me quieras, a quererte sin que duela. 

¿Qué más quieres que te diga? Si por mucho que lo intento en lugar de palabras me salen sonrisas, si tu gato me ha comido la lengua y tengo los dedos tan gastados de escribirte que me duele hasta rozar el papel.

¿Qué quieres que te diga? Si con palabras nada te digo, si con silencios hablo contigo, si todo te digo cada vez que te miro.  

domingo, 26 de julio de 2015

Venganza de corazones.

No se me olvidará nunca esa voz tuya, tan rota y desgastada como lo estaban tus promesas. No me olvidaré nunca de la delgadez de tus labios y la finura de la curva que dibujaba tu sonrisa. Y tampoco olvidaré tu risa a carcajadas ni tu manía por regalarme un beso cada vez que me enfadaba. Recordaré hasta el fin de mis días tu peculiar manera de caminar, y recordaré hasta el último aliento de mis memorias esas noches en las que tu cuerpo me invitaba a bailar.
Jamás he tenido tan cerca unos labios y he sido incapaz de besarlos. Jamás me he perdido en la infinidad de unos ojos y he creído haber dejado de mirarlos. Jamas he suspirado con el roce de unas manos. Jamás desde que desapareciste de mi vida.
Mentiría si dijera que no quiero que vuelvas, que ya he olvidado todas esas falsas promesas y que ya no quiero los abrazos que juramos darnos y que nunca nos dimos. Miento al decir que no quiero volver a oír tu rota voz, a ver tu sonrisa que tanto me embelesaba, ni a sentir que se me erice la piel cuando la rozan tus manos.
Tengo algodón entre los dedos y en las uñas de tanto arañar los cielos para entregarte en pedacitos cada uno de mis sueños.
Vuelve, porque ya no te quiero, porque quiero que el pasado llame a mi puerta jurando ser mejor que siempre y darle con la madera en las narices. Quiero que tu voz me alcance y me haga ver lo lejos que estaba y lo cerca que estoy de mis metas. Quiero que tu sonrisa vuelva y no se encuentre la mía de vuelta, que ya no tenga poder sobre mí tu risa.
Venganza, eso quiero. La venganza por haberte dado el cielo y que me llevases derecha al infierno. Venganza de un corazón que entregó todo hasta quedarse vacío, venganza de un corazón que esperando ser amado fue mortalmente herido.

sábado, 25 de julio de 2015

Te quiero.


Te odio tan fuerte como te amo. Te olvido tan a menudo como te recuerdo. Y te añoro con la misma intensidad con la que te sueño. 

Sin ti todo son abrazos rotos, versos a medias y palabras sin tinta.

Desde que te fuiste mi corazón no late de la misma manera, el sol tarda más de lo normal en asomarse a mi ventana y la luna ya no ilumina mis bailes porque no son contigo.

Desde que te fuiste se me olvidó vivir y camino entre recuerdos arañando paredes que me revelen cómo se vive sin ti.

Desde que sé que te quiero solo sueño con abrazarte, mi meta son tus besos y mi mayor deseo desnudarte el alma con una mirada.
Me quita el sueño pensar con acariciar tu piel, con enredar mis dedos en tu pelo y volar entre susurros hasta más allá del cielo.

Las musas solo me visitan cuando digo tu nombre y sangran mis heridas, cuando me duele el recuerdo de nuestro último y fugaz abrazo.

Tengo tu perfume tan clavado en mi mente y tus ojos tan clavados en mi alma que no puedo seguir caminando sin ti.

Me siento a esperarte, haciendo amagos de continuar con mi camino para ver si aceleras.
Pero tú sigues igual, a tu ritmo y por tu camino, ese que sigue una línea totalmente paralela a la del mío.

Para ti sigo siendo una sombra en la oscuridad de la noche, una pesadilla entre cientos de sueños, un tropiezo digno de un borrón y cuenta nueva.

Me olvides o no yo te seguiré recordando, y créeme si te digo que cada vez me da más miedo olvidarte, si cada vez me asusta más la realidad de no volver a mirarte.

Te adoro,  te lo recordaré siempre que lo olvides y siempre que finjas haberlo olvidado.


Te quiero, te lo diré hasta romperme la garganta, hasta que el viento se lleve todos mis susurros y no me queden fuerzas ni para un último aliento.

jueves, 16 de julio de 2015

Dejar de pensar, dejar de tener miedo.

Otra vez me he quedado sin jugar por el miedo a fallar. Quizá tenías razón cada vez que me llamaste cobarde y es verdad que juego a disfrazarme de valiente, a ocultar mi rostro tras una máscara que no revele lo que siento, que no revele el miedo que hay en mis ojos cada vez que te veo marchar. Porque tengo miedo a que vuelvas dos veces y te vayas tres, a perderme en una ciudad que me habla de ti, a no saber el destino sin ver tus huellas en mi camino. Tengo miedo de ir al mar y que la brisa me susurre tu nombre constantemente, de que la marea devuelva tu nombre al sitio del que tantas veces lo borró, de perderme en la esperanza que reflejan tus ojos y no saber salir de tu alma. Porque el amor también es miedo. Miedo a no ser lo que se busca, a ser un borrón en un historial amoroso, a ser un error en una vida que un día fue ajena, a ser la manzana podrida que echa a perder el resto, a ser la mina que destruya la fe en el amor, a ser ese clavo que por más que lo intentamos no podemos sacarnos. Quizá ha sido la distancia la que me ha hecho cobarde, la que me ha hecho débil, la que ha hecho que esté perdida sin tenerte como guía, la que me hace pensar que ya no nos cubre el mismo cielo y que ya no nos perdemos en el mismo firmamento. Que cada centímetro que nos separa se me clava, que las dudas son cada vez un poco más amargas, que cada sueño va agotando mis recuerdos y me aterroriza que llegue un día en el que no sepa ni tu nombre. 

Pensar, ese es el problema, que pienso más de lo que siento y así es imposible dejar de tener miedo. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Carencias.

Quizá este vacío que siento dentro es porque cada vez me veo más lejos de tus besos. Quizá porque noto que lo que antes eran cien metros ahora son cien kilómetros. Quizá porque mis sueños se han quedado sin nubes en las que vivir, mis esperanzas gastadas y mis ilusiones rotas en mil pedazos, ilusiones que en cada trozo hablan de ti. Quizá este vacío viene motivado porque ya no corre sangre por mis venas, porque mi alma ya no encuentra motivos para romper las cadenas, porque mis ganas de ti quedaron apagadas al dibujarse imposibles en el horizonte encargado de unirnos. Porque ya no siento que estemos bajo la misma luna y las mismas estrellas, porque ya no siento que en algún lugar del planeta están tus huellas y que yo quiero ir con ellas, porque ya no tengo ganas de jugar a la guerra contigo, porque ya me he cansado de cumplir siempre la misma condena y sufrir siempre el mismo castigo: el de no tenerte. Como el mar sin la sal, la noche sin las estrellas, el cielo sin las nubes y el universo sin sus cometas. Incompleta, vacía, carente de vida y si me apuras hasta de alma. Carente de ganas, ausente, a medio camino entre la vida y la muerte. Como una canción sin acordes, una melodía sin compases, un poema sin estrofas y una estrofa sin versos. Como un mundo sin aire, una corazón sin latidos y una vida sin suspiros. Como Venecia sin agua, París sin la Torre Eiffel, Nueva York sin la estatua de la libertad. Que por mucho que me esfuerce sin ti nada puede ser igual a como era contigo, que le robaste estrellas a mi cielo y desde entonces no brilla igual el firmamento. Que a mi vida le faltan las ganas que te llevaste y a mis latidos, la fuerza que les daban cada uno de tus suspiros. Que a mi noche le falta tu luna, a mi mar le falta tu sal y a mi vida le falta la tuya. Que a mis textos les faltan tus versos, que a mis letras le faltan tus canciones a media voz; y que al mundo, niña, le falta alguien como tú y como yo. Amantes del verso y del texto, de escribir los sentimientos. Amantes de crear belleza partiendo de la tristeza, de adornar el mundo con nuestras letras y acabar de darle color a un lienzo que se quedó a medio pintar.

lunes, 13 de julio de 2015

Falsas promesas.

No sé por qué me sigo prometiendo que seré capaz de olvidarte si siempre me fallo, si aun no he despertado y ya te estoy recordando. No sé por qué sigo prometiéndole a la luna que no voy a volver a escribirle mensajes para ti si le fallo cada noche. No sé por qué sigo preguntándome cada noche qué me pasa contigo cuando la pregunta debería ser qué no me pasa contigo. Que me matan las ganas de pasar un segundo contigo, de escuchar tu voz solo un momento, de mirarte a los ojos aunque sea por última vez. Que me devora por dentro no saber la melodía de tu risa, ni saber a qué saben tus labios. Perdóname si me he metido en tu vida y ya no quiero salir, si me he enamorado tanto de tus vicios que ya no sé vivir sin ellos, si me he empeñado tanto en sanar tus heridas que he hecho que duelan ahora más que nunca. Perdóname por ser tu prisionera, por dejarme encadenar a las puertas de tu coraza, por empeñarme en montar guardia frente a tu corazón perdiéndome en lo que tiene dentro, dejando que mil puñales rasgasen las ya rasgadas paredes, que mil ladrones robasen los ya robados besos que escondías para mí. Perdona que te nombre sin nombrarte y que te llame sin llamarte, que te busque sin mirarte o que te acaricie sin rozarte. Perdona que la luna te acose con mis cientos de mensajes, pero estoy tan llena de ti y tan vacía de mí que necesito devolverte una parte del odio que te robé. Lo siento, de verdad, por gastar siempre mi tinta y mis folios en ti, por pensarte a cada instante, por no querer nunca dejar de mirarte. Lo siento, y lo sienten ellas, las estrellas, que me miran como tú solías hacerlo y me piden que te escriba, que vuelva a compartir con ellas y contigo que añoro aquello de que tu piel fuera mi abrigo, que mi corazón tiene un latido de menos desde que te fuiste y que vivo cuando duermes por miedo a no poder salir de ti, por no poder romper tus cadenas y cumplir siempre esta condena que es amarte. Que lo siento por quererte así, de esta manera, pero nadie me enseñó a hacerlo bien. Perdóname si cuando vuelvas decido no volver, huir incluso más lejos de ti, si no he aprendido a ser valiente, a olvidarte, a no pensarte. Perdóname si dejo sin tinta tus versos, pero escribo los besos que nunca te daré, los “te quiero” que jamás te diré, las caricias que jamás te entregaré. Perdóname pero escribo por ti y por mí, por esa historia de dos de la que solo formo parte yo.  

Tu destino, mi camino.

A lo que tú llamas Dios yo lo llamo vida. Al igual que lo que para ti significa destino, para mí tan solo es mi camino. Siempre me pareció de almas débiles o cobardes creer ciegamente que todo está escrito. Siempre me pareció una debilidad creer que somos marionetas de un señor llamado Dios, pero quizá es el único atisbo de esperanza, la única manera de seguir respirando, de las almas que han perdido hasta el sentido. Recurrir a Dios y a la gracia divina como única solución para aquellos que temen al suicidio pero ya se les ha acabado la vida. Como si fuera el último rayo de sol, la última noche con luna, la última estrella del cielo, la última gota de sangre, la última bocanada de aire, la última pizca de esperanza; como si Él fuese la salvación, como si viviésemos porque al Señor se le antoja, como si nosotros no fuésemos responsables de nuestros actos, como si no tuviésemos la potestad de elegir qué camino seguir, como si fuésemos ciegos y el más extraño de todos los seres nos guiara. Que en mi camino no existen altares ni tumbas, ni cielos ni infiernos, ni ángeles ni demonios. En mi camino existen tropiezos que yo misma supero, porque aprendo de mi error y no porque le ruego a un creador que construya los senderos por mí. Quizá no es debilidad, sino enfermedad. Quizá creer que existe un Dios es propio solo de las almas carentes del deseo de la vida. Vivir un hoy pensando en un cielo o un infierno, en un juicio en el momento exacto en el que mueres, en qué harás antes de tu último aliento para asegurarte una cama entre las nubes; quizá creer en algo que no ves, en que hay alguien que guía tu vida, en que alguien te creó a partir de barro, es símbolo de desprecio por la vida. Y no lo digo yo, ya lo dijo Nietzsche. 
Admiro a todos aquellos que tienen fe, que creen en algo que no ven, admiro que estén tan seguros de que hay alguien que maneja nuestros hilos cual marionetas fuéremos. Admiro a los que tienen fe en lo divino, porque yo tengo fe en ti y ni si quiera se han cruzado nuestros caminos. 

domingo, 12 de julio de 2015

(No) eres la única.

De repente me sonríes, justo cuando he decidido esconderme en las sombras de la noche. De repente miras a la nada buscándome. Y yo me dejo encontrar; porque siempre quise que me buscases, que te dejases el cuerpo y el alma en alguien que no fueras tú, que volvieses; porque siempre quise que me trajeses de vuelta cuando me negaba a volver. Porque siempre quise que una parte de ti, por pequeña que fuese, se acordase de mí. Siempre quise ser alguien diferente para ti, alguien de quién no hablases con casi nadie, alguien con quién hablar como no lo harías con los demás. Y quizá ese es el problema, esperaba ser tantas cosas para ti que me olvidé de quién era para mí. Es que... He soñado tantas veces con acariciar tu pelo que sé hasta su olor, he soñado tantas veces con probar un beso de tus labios que conozco hasta la textura de éstos, he soñado tantas veces con una mirada tuya que incluso sin tenerla soy capaz de ver todas y cada una de las heridas de tu alma. Quizá el problema sea ese, que he soñado tanto que me he olvidado de cómo vivir. Quizá el problema es que me he acostumbrado a guardar algodón entre mis dedos y me siento perdida cuando se me escapa de las manos. Que llevo tanto tiempo viviendo con los pies en el cielo que al aterrizar me he roto no solo los huesos, también el alma. Y ahora no soy capaz de vivir. No soy capaz de recordar que hay mundo más allá de tu risa, que hay aire más allá de tus suspiros, que hay camino más allá de tus huellas, que hay besos más allá de tus labios, que hay placer más allá de tus caderas... Que hay vida más allá de ti. No soy capaz de recordar que no eres el centro del universo, que no es por verte dormir por lo que sueño, que hay poesía más allá de tus versos, que hay sentimiento más allá de tus textos, que hay amor no solo en tus poemas. No soy capaz de recordar que no eres la única que escribe, que no eres la única que le da color a un mundo que cada vez tiende más al gris.

jueves, 9 de julio de 2015

Armas de doble filo.

Lo bueno de soñar será siempre estar dormido. Al igual que lo bueno de tener ilusión y esperanza es sentirse vivo. Es bonito cuando sueñas incluso despierto, cuando sientes que puedes arañar el cielo y guardar para siempre algodón entre tus dedos, cuando borras de tu diccionario la palabra "imposible", cuando te pones las alas y echas a volar. Lo malo de soñar es la ceguera, no sentir los muros hasta estamparse con ellos, despertar y darte cuenta de que nada fue real, ni si quiera lo que sentías en ese momento. Lo malo de volar es no tener nunca los pies en la tierra, que la mente nos lleve hasta el séptimo cielo y después caer, como aquel pájaro sin alas que no puede alzar el vuelo. Y las caídas duelen, a veces incluso matan. Que no hay tiritas para curar las decepciones, no hay manera de cicatrizar desilusiones, que duele creerte dueño del cielo y no ser dueño ni del infierno. Nos pensamos que la vida es un juego, que no es verdad eso de que te quemas si juegas con fuego, que las cosas son siempre como nosotros las percibimos y olvidamos que hay mil ojos ahí fuera que nunca verán lo mismo que tú. Encadenamos nuestra alma, vendamos nuestros ojos y, aun siendo ciegos, nos empeñamos en ser líderes de nuestro camino. Cerramos la mente y con ella la posibilidad de aprendizaje, cerramos los puños y con ellos la oportunidad de que una mano amiga nos levante. Queremos que nos entiendan sin pretender entender al resto y así nos va. Nos ahogamos en un mar de soledad al que nosotros hemos abierto el grifo, nos atragantamos al digerir todo el odio que nosotros mismos cocinamos, atacamos con cuchillos de doble filo y nos sorprende acabar siendo nosotros los heridos. Creamos corazas de odio, traición, desconfianza, celos, inseguridad y sobre todo miedo. Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Somos conscientes de las corazas de hielo que tenemos y aun así nos negamos a pedir ayuda, porque vale más nuestro orgullo que cualquier calor que quiera deshacer nuestro hielo. Nos alejamos del fuego no porque queme, sino porque nos da miedo que al fundir el hielo acabemos siendo vulnerables. Amigo mío, no hay nadie más vulnerable que aquel que es dominado por sus miedos. Cariño, lucha por ser tu mismo, por no tener más tiempo el corazón helado, por cambiar el odio por el amor, la traición por la lealtad, los celos por la seguridad. Cielo, confía en ti tanto como lo hago yo, e incluso más. Quiérete más de lo que yo te quiero. Amor, fundamos nuestros hielos y corramos camino a la felicidad.

martes, 7 de julio de 2015

Uno más.

Uno más y uno menos. Uno más de muerte y uno menos de vida. Un par de escalones más y un poco menos de fuerza. Un par de sueños cumplidos y otros tantos por cumplir. Mil deseos por pedir y ninguno que no hable de ti. Deseos de esos que ahogan velas, de esos que pides por obligación o por tradición, por tener contentos a los que miran, de esos en los que no si quiera tú, protagonista, crees. Noticias de todos aquellos que hace mil no sabes de ellos, noticias de enemigos, noticias de fantasmas, noticias de ellos pero no de ti. Regalos por tradición, alegría porque toca. Regalos envueltos en papel de colores, regalos con valor económico, regalos como símbolo de importancia. Regalos que nunca tendré, como esos que no se envuelven, como una mirada o una sonrisa tuya. Como una carta que hable de ti y de mí, de esas en las que tu alma guía a tu mano y la tinta parece cobrar vida propia. Como una carta que hable de lo que no se ve, como una carta llena de sentimiento. Para muchos será un día especial, para mí es uno más de los muchos que aun me quedan por vivir, uno más de los tantos que dedicaré a escribir. Es un día en el que el mundo no se detiene por ti, en el que la vida sigue, las agujas siguen jugando a dar vueltas en su esfera y la rutina sigue formando parte de tu día a día. Que no es lo mismo celebrar que hacer de este el día del juicio final.

lunes, 6 de julio de 2015

Mi amiga la muerte.

Es solo cuando el pasado llama a nuestras puertas cuando nos damos cuenta del tiempo que ha transcurrido. No somos conscientes de que nos comemos los años como si fueran caramelos sin ni si quiera saborear los minutos. Decimos que el tiempo vuela, y quizá volamos nosotros tratando de huir a realidades carentes de tiempo, porque somos más felices al romper las esferas y detener las agujas que cronometran nuestras vidas. Somos más felices cuando nos sentimos libres, cuando rompemos las cadenas y disfrutamos así nieve o lluevan rayos de sol, así pasen días o años; somos más felices cuando volamos, cuando soñamos, cuando no nos preocupamos por nada que no sea sonreír. Soy feliz cuando vuelo, ya sea entre las páginas de un libro o cuando paso por lugares a los que fui contigo. Soy feliz cuando escribo y cuando me lees, cuando te sientes identificada con cada letra, cuando consigo dibujarte una sonrisa o cuando lleno un poco más tu alma con sentimientos en forma de textos. Pero, ¿qué es la felicidad? Posiblemente solo un estado de ánimo, solo esos pequeños momentos en los que sientes que tocas el cielo con la yema de tus dedos - y después se te escapa - , solo unos segundos y seguramente no todos los días, pero son esos segundos que, según dicen, te alargan la vida. Pero no nos olvidemos que la felicidad no sería nada sin su amiga la tristeza, al igual que la vida no tendría sentido si no existiese la tan odiada muerte. Y a lo mejor morir significa cambiar de videojuego, cruzar un portal y aparecer en otra galaxia y en otro planeta en el que también haya vida. La muerte le da sentido a nuestros días. Medimos el tiempo como con miedo, porque sabemos que las agujas las detiene la muerte y que solo ella decide en qué momento hacerlo. Quizá por eso nos esforzamos en disfrutar y en perseguir la felicidad, porque no sabemos nada del futuro salvo que a él pertenece tu próximo latido. Quizá ahora mismo, mientras se me van desgastando los dedos, la muerte me acecha esperando a que ponga el punto y final. Querida muerte, ven cuando quieras, me encontrarás tratando de ser feliz entre aquellos que te temen, entre aquellos que no saben que nadie muere mientras es recordado. 

sábado, 4 de julio de 2015

Tu canción.

De repente suena esa canción que tú me enseñaste, y me susurra tu nombre con cada acorde, cada palabra que suena me habla de ti y cada nota de su melodía vuelve a abrir tu huella, esa que ya creía cicatrizada. Y es que cuando te empeñas en guardarte todo para ti, cuesta más cerrar la herida, quizá porque no hay hueco para todo aquello que queremos guardar. Me quedé con ganas de decirte que siempre vas a poder contar conmigo, que el cariño que te tengo rebosa por cada punto que trata de cerrar mi herida, esa que lleva tu nombre. Si tengo que conformarme viéndote de lejos, escribiéndote en la luna, y acariciando a las estrellas en lugar de a ti; lo haré. Porque ya no sé que prefiero, si el antes falso con todo o el después verdadero vacío de ti. Quizá tu ausencia sea la cura de todos mis males. Quizá si te vas te llevas contigo toda la tristeza que inunda mis letras, quizá cuando te vayas dejen de marchitar mis flores. Siempre se me dio bien soñar, imaginarme que sin ti estaría mejor cuando aun no te has ido y ya te echo de menos. Siempre se me dio bien vivir de sueños y cortarme el alma con cada nube, colocarme la máscara y tatuarme felicidad en la frente sin haber conocido lo que es una sonrisa sincera. Quizá tú no lo sepas, pero tengo claro que te llevarás mi primavera, mis versos más sinceros. Tengo claro que tras tu marcha mi tinta será gris y el papel cada vez más amargo, a duras penas tendré plumas con las que escribirte, apagarás mi luz y la noche será testigo de mis versos más sufridos. Cuando te marches quizá me dedique a la poesía, por eso que dicen de que los poemas son almas en pena que asoman en forma de versos y estrofas. Quizá encuentre en las estrellas tu mirada, en la luna vea el círculo blanco que rodeaba tus pupilas, y la oscuridad de la noche me recuerde a tu negro pelo. Quizá que te lleves el sol sea la única manera de tenerte, de acariciarte aunque sea a través del aire. Quizá dormir y soñar sea la llave que cierre la puerta de mi herida, esa que lleva tu nombre. Vete o quédate para siempre, atraviesa la puerta o quédate fuera, pero no irrumpas el camino a quienes decidieron cruzar conmigo.