jueves, 27 de diciembre de 2018

Cuenta atrás.

No me imagino vivir en un sitio alejado de la costa dónde no pudiera darle playa al cuerpo cada vez queme la pide.

Está cerquita de acabar un año intenso que me ha hecho aprender a ver el mundo un par de escalones por arriba; desde donde se tiene mayor perspectiva de la barbarie, sí, pero también una mejor vista del mar: creo que ya entiendo por qué mi color es el azul.

Ha sido un año de superación en muchos sentidos, pero aun más si cabe en lo personal. He aprendido una parte de lo que no quiero en mi vida y también he aprendido a deshacerme de ti. No quiero un 2019 con tu toxicidad ni si quiera en el recuerdo. 

Quiero despedir el año junto a un amigo que siempre estuvo ahí pero que durante dos años medio olvidé, y después de nuestra historia, él ha seguido estando ahí. Creo que le debo una disculpa, un abrazo gigante y un fiestón. Se merece mi tiempo porque él me dio el suyo aun cuando yo no lo quise coger. 

Será un año bueno porque al fin estoy aprendiendo a quedarme con quienes me cuidan y me apoyan después de cada error, y es a esas personas a las que quiero cuidar siempre. 

He aprendido que el amor de una desconocida no debería nunca separarme de los míos, o de quien considero peor separarme: de mí misma. 

Que las discusiones son normales porque dos persona jamás pensarán igual en todo, y el no tenerlas es sinónimo de que una de las partes se ha olvidado de sí misma y ha pasado a ser una extensión de la otra parte. 

Creo que nunca jamás en mi vida me había sentido tan agradecida por estar rodeada de gente que me quiere tan bien.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Sobre vivir en cortito.


Las oportunidades no se buscan, vienen, llegan… y se van, sean o no sean
vistas.

Las oportunidades llaman a la puerta una única vez,
y en lo que te piensas si abrir
o, por miedo, no contestar
ya se van;
y cuando las miras por la ventana
y ves que son del color de la primavera
te maldices por vivir en invierno
y no haberle abierto la puerta a una nueva oportunidad de crecer.

A veces te miran directamente a los ojos,
impenetrables,
 – los tuyos –,
y se van cuando ni si quiera le haces caso
a ese instinto
que te dice que sí
que esta vez el sol brilla solo para ti.

Sin embargo,
otras veces,
el miedo que gobierna tu invierno se queda dormido
y tu vida despierta
con sus huesos doloridos y sus músculos entumecidos,
miras cortito y te deslumbras:
es una oportunidad,
y sí, ha llamado a tu puerta.

Vivir así,
sin miedo,
mirando cortito…

lunes, 12 de noviembre de 2018

Aprendamos a mirar cortito.

Todos los días pasan cosas para hacernos sonreír, pero no siempre estamos dispuestas a verlas. 

No son cosas grandes, son nimiedades, pequeños detalles, casualidades, rutinas... y cuando las miras de cerca son hermosas. 

Probablemente sea azar, sucesos totalmente aleatorios pero que invitan a pensar que todo está estrechamente ligado pese a que no nos demos cuenta. 

Esta tarde he pedido un café con leche y, mientras me lo servían, he leído un sobre de azúcar y he pensado "me quiero quedar con esta frase".

Cuando estaba listo, la mujer me ha dado otro sobre distinto, cogido de una caja repleta de frases distintas y sin mirar. Y quizá con el único propósito de verme sonreír, la frase de ese sobre elegido a ciegas ha resultado ser la misma que había leído segundos antes. 


"Aprendamos a mirar cortito" 
Roxana (Picanya)

Mirar cortito es estar aquí y ahora; es mirar el hoy y olvidarte del mañana, es disfrutar el día sin pensar en la noche. Es mirar lo que tenemos justo delante y dejar de mirar atrás o más allá. 

Desde este café he empezado a mirar cortito y a ver un lunes gris y cansado como una nueva oportunidad de sonreír. 

Y tú, ¿vienes a mirar cortito? 

sábado, 3 de noviembre de 2018

Noviembre y su frío.

Cada vez pesa menos tu recuerdo y paso menos frío durmiendo por las noches sin ti. 

Poco a poco consigo desarraigar de mi mente la idea de que, después de ti, no iba a poder sonreír por dentro; sin embargo, fue lo segundo que aprendí a hacer: lo primero fue asumir que te habías ido para no volver.

Ahora escribo con lápiz y no con tinta como te solía escribir. Y no, no lo hago porque tú lo hicieras así sino que aprendí que el grafito seguirá intacto - al igual que yo -  aunque intentes mancharlo con tu pena. 

No me asustan los daños, y tampoco lo hace una vida sin ti. Es cierto que caí, amor, en tu mirada y en tu abismo cuando decidiste reventar la burbuja en que vivía; pero cuando me deshice del polvo y conseguí respirar empecé a tener fuerzas para andar y, en ese momento, decidí que dejarías de ser mi debilidad para pasar a ser el motivo de mis cicatrices.

Me levanté por mí, por querer demostrarme que seguía - y sigo - siendo fuerte sin tu apoyo, porque te vi huir y supe que era injusto verte correr estando yo en el suelo. Pero sobre todo me levanté porque si me quedaba en el suelo me iban a encontrar muerta en vida bajo nuestros demolidos cimientos.

Me levanté porque siempre he creído en ti, porque te pintas siempre del color del miedo y piensas que te queda bien y me manchas. 

Me levanté porque entendí que era el momento de andar por y solo para mí.

viernes, 26 de octubre de 2018

Todo lo que tengo soy yo y yo soy mía: me tengo.

Hoy he vuelto a leer poesía: no era tuya, ni mía, ni si quiera alguna otra que hubiéramos hecho nuestra. 

Hoy he vuelto a leer poesía. La portada del libro es una noche estrellada adornada con una media luna - que fácilmente podría ser yo - y acostada sobre ella, abrazando una almohada que se deshace, una chica - que fácilmente podrías ser tú. 

Este libro no te ha visto y, sin embargo, estás en él. Nos contiene, a ti y a mí por separado, y a nosotras en pasado. Me sorprende cómo alguien tan ajena a nosotras pudo describirnos tal y como éramos y que, leyéndolo hoy que únicamente somos herida, consiga no solo que no duela sino hacerme sentir un poco más feliz.

Pensé, por algún momento, que si ni si quiera Elvira Sastre conseguía hacerme ver lo nuestro desde otro punto de vista nadie lo haría. Me alegro mucho de estar equivocada y haber topado con Sara de Miguel y su libro "Armisticio". 

Te lo enseñaría gustosa y lo compartiría contigo, pero he aprendido que cuando me dejaste sola con mi herida, todo lo que compartí contigo, era sal y limón y ni si quiera el tequila mitigaba el dolor.

No sé, amor, he descubierto que me gusta estar a solas con mi daño, lamerme mis heridas y volcar todas mis lágrimas con la arena entre mis pies para así hacer crecer al mar. 

Hoy he entendido que para cerrar las puertas necesito dejar de construir y demoler todas las cosas que convertí en plural, y asumir que hace tiempo que mi vida se conjuga en presente y en primera persona del singular.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Otoño.

Será el otoño y la tristeza de los árboles despidiéndose de sus hojas, destinadas a morir bajo las huellas de unos pies que viven deprisa y no se dan cuenta de que, un día, ellos también serán polvo y cenizas. 

Será el otoño y las tardes en las que ya no hace calor pero tampoco necesito que me arropes, aunque no niego el calor de un té.

Será el otoño y la gama de azules grisáceos que tiñen el cielo: parece que todo son colores fríos.

Será el otoño, tu piel pálida que recuerda al frío, o el hogar que suponía fundirnos en un abrazo; pero parece que ahora soy capaz de apreciar la tristeza que existe siempre, se intuye a veces y nunca se ve.

Lo único desconcertante es que me siento extrañamente cómoda por momentos cuando ella me abraza. Pero sé que no me posee y que soy libre, que puedo olvidarme de ella en un pestañeo porque he aprendido a hacerme sonreír.

Será el otoño y esa necesidad de bajarle el ritmo a la vida, de buscar canciones lentas y suaves e invitar a la calma a follar siempre y sin prisa. 

domingo, 21 de octubre de 2018

Últimas horas.

Último día en Barcelona y la ciudad amanece nublada, quizá es porque sabe que me voy y lo hago sin ganas.

Sin embargo, sé que mis huellas están aquí, como las huellas de Barcelona están en mí, y esa unión queda ya sellada para toda la vida.

Me da pena decirle adiós, por tanto, pronunciaré un hasta pronto porque quiero volver a encontrarme en las calles de la ciudad condal.

Gracias por haberme encontrado; por enseñarme que no hay nada malo en no saber dónde estás pero sí en no querer buscarte. Por enseñarme que cuando tengo dudas lo mejor es consultar el mapa y, que si dudo entre dos caminos, el mejor lo marcará el corazón.

He llegado a donde mis pies me han llevado. Luchando contra el cansancio el paso del tiempo ha sido un aliado. 

Me he imaginado nuestra guerra desde los baluartes del castillo de Montjuïc y ahora entiendo por qué aquí, en Barcelona, me he sentido a salvo. 

Cada paso dado en esta ciudad ha dibujado un sendero hacia mí misma,  y ahora me siento tan fuerte que soy capaz de convertir en recuerdo hasta al más grande de tus monstruos.

Te quise, amor, como se quiere por primera vez. Ahora me quiero yo, con la misma intensidad y la misma ilusión, pero con una lista de miedos ajenos de los que no quiero oír ni hablar. 

He aprendido a hacer de mi tristeza el puente hacia mi felicidad.

miércoles, 17 de octubre de 2018

La Barceloneta.

Necesitaba verme reflejada en sitios en los que tú no has estado, entender que mi mar lo definen muchos tonos de azul, y que en todos hay luz, en todos estoy yo.

Podría contar cuantos granos de arena tiene esta playa aunque sé que no acabaría nunca; pero entre grano y grano nuestra historia se iría borrando y tú serías solo un recuerdo. 

He perdido la noción del tiempo estando solo conmigo, observando la caída del sol; y de repente le he perdido el miedo al futuro y me mezo en la brisa del hoy. Ya no me asusta el duelo, he aprendido a querer a mi tristeza y ya nadie me abraza mejor: ni si quiera tú.

Al principio dolía, apretaba mucho los brazos y sus caricias se parecían más a los golpes. Pero un día la escuché y desde que empecé a entenderla se tornó suavidad y se dispersó su hedor en el viento. Desde que somos una, mi tristeza se convirtió en la brisa suave y fresca que necesitaba para olvidar.

Soy tan grande como este mar y tan bonita como esta playa. Y no, no hay sitio para tu negro en esta mi inmensidad. 

domingo, 7 de octubre de 2018

Talgo a Barcelona.

He decidido irme lejos de ti - aun más si cabe -, lejos de mi ciudad, lejos de nuestra historia acabada; a ver si cuando vuelva eres más recuerdo y yo, más yo.

Y me voy en tren, para que sea su traqueteo el que me meza y no tus manos: tu brusquedad llenó de contracturas mi espalda y ahora que la vida me la acaricia suave respiro mejor y vuelo más alto.

No digo que seas la culpable de mis fatigas, solo digo que a tu río ya poco le quedaba de agua dulce y te convertiste, poco a poco, en mar revuelto sin ni si quiera un atisbo de calma.

Es un viaje para alejarme de todo lo que me ata y sentir que soy más teniéndome a mí.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Pasito a pasito.

Hoy estoy un paso más cerca de olvidarte, de convertir en polvo volátil el esqueleto de nuestra rara avis, muerta de pena, consumida viva en un incendio del que no pudo escapar, muerta de sed porque ninguna de las dos le dio agua. 

Pero poco importa esa maldita ave ahora, yo sigo siendo libre aunque mis alas estén desintegradas, y he vuelto a sentirme dueña de un cielo gris. He volado entre las nubes haciendo un surco de claridad entre ellas, y he visto, por primera vez, que puedo hacer de nuestras canciones melodías solo mías. 

Me he sentido tormenta y, por primera vez, no he sido yo la que ha tenido miedo de los truenos. Y me siento bien, porque me he dado cuenta de que existo más allá de ti y que mis inquietudes siempre fueron más grandes que tus preguntas. Que mis dudas no tenían respuesta y que intentar solucionar las tuyas me ponía, a cada letra, más lejos de mí misma.

He vuelto a escribir, por costumbre y autoayuda, porque echaba de menos escucharme en el silencio, porque he aprendido a mirar la vida con otros ojos y no quiero que se me olvide nunca. 

Hoy estoy un paso más cerca de tu recuerdo y también un paso más cerca de mí misma. 

Y si no miro atrás es porque aun te echo de menos y no quiero deshacer mi camino para perderme en el tuyo. 

lunes, 17 de septiembre de 2018

Soy.

A veces me gustaría preguntarte si todavía crees en las casualidades, si sigues dejando que el sol entre cada mañana por tu ventana y proporcione algo de luz a tus sombras, si tú también sientes que hay conexiones que no se pierden aunque la relación se acabe.

Otras, sin embargo, me gustaría mantener el silencio que nos separa y aislarlo para siempre del ruido; llenarlo de vacío, que fue lo único que quedó cuando nos dimos la espalda por última vez. 

Dicen que el vacío es la ausencia de materia, pero mi vacío se llamaba igual que yo y estaba lleno de huecos, y yo tenía los ojos llenos de alguien que no era yo. No me encontraba y el reflejo en el espejo no se correspondía con mi interior. 

Fue duro, mirarme y no saber quién era; pero mi problema tenía una solución, ergo ya no era un problema: buscarme. Empecé a liberarme de todo lo que me añadía peso y empecé por no sentirme culpable de sentir y entender la vida de una manera en particular, porque eso me hace única y perderlo fue perder mi identidad. 

Entendí que estoy en los pequeños detalles, en las casualidades, en los ojos de quienes me miran, en quien me tendió una mano cuando necesitaba una caricia. Entendí que soy pedacitos de una ciudad que me acoge siempre que me siento perdida, de las noches de verano, de la arena y del mar, del salitre y la humedad, del pedaleo y la brisa suave y tierna. 

Soy de mi misma, aunque a veces no me encuentre, aunque a veces me mire y solo vea el vacío. Soy de mis penas y mis alegrías, fui de mi pasado y seré de mi futuro; pero sobretodo: soy de mi hoy. 

Soy, aquí y ahora, como individua independiente, soy real e intensa, soy de verdad y cada vez con menos miedo. Soy en ausencia de ti, he llenado tu vacío, el hueco de mi pecho encargado de acogerte ya está lleno; y me late tan fuerte el corazón que duraría toda una vida haciéndome el amor. 

jueves, 6 de septiembre de 2018

¿Utopía?

Hoy me he dado cuenta de una cosa muy curiosa: mientras volvía a casa de noche he caído en que las luces que alumbran la ciudad hacían que, en sombras, mi bici fuese bastante más pequeña de lo que en realidad es. 

Y yo, a tu lado, me sentía bastante más pequeña de lo que en realidad soy. Pero ahora sé que no soy sombra sino luz, y me miro tan de cerca y estoy tan llena de energía que estoy segura de que no voy a pasar frío cuando llegue el invierno. 

El problema no fue que tú no seas grande - siempre lo has sido - sino que te veías más pequeña día tras día; tan vacía y tan perdida que parecía que ni si quiera tuvieses consciencia de ti misma. 

Pero pese a todo siempre te he creído capaz de todo lo que te has propuesto y siempre me he sentido muy orgullosa de ti. Recuerda una cosa: 

"Ahí afuera siempre creyeron en vos"

La cuestión es: ¿crees tú en ti misma? 

Yo estoy muy orgullosa de mi pasado y mi presente. Me gustaría que algún día frente al espejo te dieses cuenta de que, por muerta que puedas verte, siempre has tenido luz en la mirada. Me gustaría que algún día creyeras tanto en ti misma como yo creo en ti. 

Dime: ¿utopía? 

viernes, 31 de agosto de 2018

Valencia, de noche y sin ti.

Hoy me he atrevido - después de todo el verano y antes de que este acabase - a recorrer Valencia de noche sin ti. Y además de una de nuestras formas preferidas: en bici.

Hoy he venido a uno de nuestros sitios favoritos para cenar o simplemente ver nuevos sitios y descubrir nuevos "secretos". Hoy, que no te miraba a ti, por fin he mirado la ciudad, mi ciudad.

De repente ha sonado una guitarra y me he sentido dentro del rodaje de una película de esas de verano y bicicletas. Me he visto, sin verme, en una pantalla; y mientras un grupo de chicas y chicos cantaba "I don't believe in anybody", me he sentido tan libre que he creído ser pájaro y poder volar.

Y estoy feliz, pletórica y sumamente orgullosa de mí misma.

Desde que decidiste marcharte rompiéndolo todo he visto un mismo sitio de tres maneras distintas: hecha añicos, sola y, por último, llena, feliz e increíblemente bella. Y he llegado a la conclusión de que mis ojos ven Valencia tal y como yo me veo. 

Por primera vez en mucho tiempo estoy contenta de que no estés a mi lado y así mirar más allá de ti; poder mirarme a mí misma.


~ Última noche de agosto, banquito
 junto al lago; Ciutat de les Arts i les Ciències ~

martes, 14 de agosto de 2018

Presente pasado.

Es como si me estuvieras esperando en la puerta de atrás, esa que da al pasado, pero sin llamar.

Es como si escuchara tu voz pidiéndome que vuelva, pero solo hay silencio.

Es como si quisieras dormir conmigo cada noche y, después de mirar por mi ventana abierta, decidieses volver a casa y abrazar la soledad y el daño que tú misma sembraste.

Es como si supieras que estás condenada a olvidarme y te negases a aceptar la pena.

Amor, yo no quería separar nuestros caminos, no me pidas ahora que sea yo quien los junte. 

domingo, 5 de agosto de 2018

Solo yo.

Solo soy yo intentando olvidar tus canciones: el sonido de tu voz hace vibrar mi tímpano operado. No he tenido tus caricias, ahora tampoco quiero tu ruido.

Soy solo yo intentando ser yo misma y lográndolo: ya no tengo tu sombra, he vuelto a brillar. Ojalá supieras ver que en ti hay mucho más que oscuridad. 

Solo soy yo cerrándole las puertas a un pasado que no cesa en su intento de alcanzar mi hoy: he enmudecido a tus miedos y hecho levitar a tus fantasmas con mi magia. Ya no hay ruido amenazante de pisadas tras mis huellas.

Solo soy yo disfrutando tu ausencia: he dejado tu presencia escondida tras la cuarta pared, dentro de la tercera puerta, por si en un segundo cambias de idea y decides pasar al primer plano.

Y he hecho de mi vida un teatro en el que la protagonista de la obra soy solo yo. 

miércoles, 1 de agosto de 2018

DÍA 11: 01/08/2018

Sé que te quise de verdad porque después del desastre, y sabiendo plenamente que no te necesito, aun me gustaría que volvieses.

Tu fantasma está más cerca de mi presente que de nuestro pasado; y aunque mi mar está en calma sigo un poco alerta por si tu recuerdo alcanza tierra firme.

Y me parece absurdo estar pendiente de él, pero aun lo veo por el retrovisor: parece que no te alejas nunca de mi vida. Y la realidad es que nunca quise que te marcharas, mas al final le hacías daño a mis miedos y yo me debo a mí misma: no podía sostenernos más; nuestro peso estaba a punto de hundirme.

Y no, no lo siento; estoy orgullosa de haberme salvado. Y sí, te mentiría - y me mentiría a mí misma - si te dijese que no quiero que vuelvas. Me hubiera encantado que nuestra despedida no fuese una bomba; que la muerte de nuestra vida no hubiera tenido daños colaterales.

Me entristece la frialdad, pero - citando a María Peláe - "este frío ya no duele porque no viene de dentro". 

La mejor metáfora de lo nuestro son mis pies calentando los tuyos siempre que dormíamos juntas. Pero ya no más, amor, se acabó eso de querer pasar el frío contigo: no tengo ya calor para quien sólo me da hielo. 

jueves, 26 de julio de 2018

Calma, liberación.

Si algo estoy aprendiendo es que no hay que buscar, hay que fluir y dejarse encontrar. La paz, la tranquilidad, la claridad interior... Todas esas cosas intangibles, inmateriales, etéreas... ¿Para qué centrarse en buscar con los ojos una cosa que no se ve?

La calma no lleva comas, no se escribe, no se pide. Llega, como una bocanada de aire fresco en mitad de un incendio; como avistar tierra firme desde una patera a la deriva; como el rayo de sol que invita al arcoíris a jugar con la tormenta.

Estoy tranquila porque después el huracán he sabido andar sin ti, descolgarme la mochila con los escombros de nuestro edificio, construir mi casa con vistas al mar y llenarla de ventanas sin cristales: por mucho que cierres mi puerta, jamás acabarás con mi luz. 

No navega quien tiene un barco, sino quien tiene un mar - como diría Elvira Sastre. Y ella, o sea yo, "lleva el mar entero en los ojos". 

Y ahora me pregunto yo: si llevo el mar entero en los ojos, ¿qué me hace pensar que no cabe en él tu recuerdo?

Pero tu recuerdo flota, protegido por un bote de cristal. Y yo, mientras tanto, solo le pido a mi paz que no se esconda cuando la deriva de mi olvido te guíe de nuevo hasta mi playa.

jueves, 12 de julio de 2018

Cuando uno se va.

Ayer volví a casa andando un camino que tantas veces anduve contigo. Y lo hice con otro color de ojos, con un peso diferente en la espalda, con una sonrisa y no con el corazón en un puño. Y entonces, entendí una de las estrofas de uno de los poemas que tanto te leía. 

Volví a casa y no me pesaban las piernas, sino que me sentí más ligera que nunca. Porque estar contigo fue más acierto que error, aprendí nuevos caminos y nuevas maneras de pisar un mismo suelo, y entendí que dejo más huella ahora que no voy de tu mano.

Miré a tu portal, y por primera vez no lo hice con pena sino con orgullo y felicidad: no le guardo rencor a nuestra historia y tampoco te lo guardo a ti. Estoy orgullosa de haber crecido contigo, pero más lo estoy de no haberme detenido cuando soltaste mi mano.

Con esto quiero decirte, por si un día me lees, que no me gustaría que sintieses rencor, ni que el recuerdo de nuestras páginas escritas sea humedad para tus alas: siempre he querido verte volar. Me gustaría que, cuando mirases atrás, mi recuerdo no te nublase la vista, sino que te diese fuerzas y pudieses ver todo lo que puedes conseguir si te lo propones.

Que el pasado solo sirve para coger fuerzas, para saber la oscuridad que hemos llegado a tener y apreciar aun más la luz.

No te guardo rencor, te guardo cariño. Y te guardo con amor, con ese amor que siempre te he tenido y siempre te tendré. Nunca busqué ni buscaré hacerte daño: tus heridas me sangraban, tu dolor me cortaba, tu sonrisa me daba alas.

El día que entiendas que nunca fui contra ti sino que intenté ir contigo, ese día, sabrás todo lo que has perdido.

La poesía - igual que todo lo demás - no hay que entenderla, hay que vivirla. Cuando se viven, las cosas se entienden solas.

martes, 10 de julio de 2018

Miedos libres.

Soy de esas que anda mirando su reflejo en cada portal por el que pasa. Porque sí, porque puedo, porque me gusta verme y sentirme atractiva.

Hace tiempo que recuperé la sonrisa, y me he prometido no volver a dejarla en manos de nadie. Cuando se me borra la sonrisa, pierdo la luz y de repente mis monstruos se sienten perdidos: entonces, tengo miedo.

No me gusta vivir con la angustia latiendo en mi pecho, con las heridas sangrando y supurando, con las alas rota y las ganas abatidas.

Me gusta vivir con el eco permanente de las carcajadas en mis entrañas, con los miedos libres: así ya no asustan. 

Tengo un jardín que riego y alimento con mucho ánimo y cariño,  al que dedico tiempo y me gusta ver bonito. Un jardín del cual se nutren mis fantasmas, con mariposas haciéndoles cosquillas: la risa de esos miedos intangibles me llena de paz y me hace volar.

Pensé que después de nuestra guerra sería inútil encontrar mi paz, y ha sido mucho más fácil de lo que imaginaba. Lo difícil está siendo reconstruir la ciudad; mas ya no hay escombros que me impidan el paso: he aprendido a abrirme camino entre las ruinas.

[...] andando es mucho más fácil llegar [...] - Canción de Paquita Salas -. 

viernes, 6 de julio de 2018

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

El tiempo pone a cada uno en su lugar; y yo no sólo tengo mucho tiempo, sino que también muchas ganas de estar en mi sitio. 

Cada vez tengo más claro que mi sitio, hoy, no e estar junto a ti. Mi sitio está donde laten los buenos, los que siempre están ahí, mi sitio está junto a mi familia y mis amigas y amigos. 

¿Sabes? Un amigo es quien te dice lo que no te gusta escuchar, quien te avisa de que tienes delante un muro, y quien pese a que tú decidas darte de bruces con él sigue a tu lado, tendiéndote una mano y apoyándote pese haber tomado una decisión equivocada. 

También he aprendido que si quieres que tu entorno no se vaya hay que cuidarlo. Pero ojo: nunca por encima de una misma. Ese fue mi error: ponerte por delante de mí. Y no me arrepiento; estoy orgullosa de verlo a tiempo de no repetir el mismo error dos veces. 

¿Cómo se cuida de un amigo? Simplemente tendiendo una mano cando hace falta. Tal vez lo más útil a la hora de tratar de ayudar a alguien sea, simple y llanamente, un "si necesitas hablar, aquí estoy". 

Sin embargo, para saber cuidar a un amigo hay que saberse cuidar uno mismo. Y eso es lo difícil. 

Y lo difícil se supera con garra, empuje, ganas, constancia y positivismo. De nada sirve contar los tropiezos y cegarnos ante los aciertos. 

lunes, 2 de julio de 2018

Una segunda bala.

Sé que hubo una segunda bala y que no fue dirigida a mi pecho. Pero da igual: tu sangre no me sirve de nada. Dos heridos de gravedad difícilmente podrán ayudarse, sobretodo si el que apenas puede andar se cree capaz de correr pese a caerse en cada esquina. 

No me consuela que tengas el alma rota y que ni si quiera lo sepas. Hubo un momento en el que me preocupó, y sé que habrá un momento en el que me dé igual todo lo referente a ti. Ahora me da lástima ver cómo una persona que puede aprender a andar y luego a correr, intenta huir de sus miedos condenándose a vivir frustrada y postrada para siempre: todo por no abrir los ojos. 

Yo no soy culpable de este desastre, ni de tirar piedras contra mi tejado; sin embargo quiero limpiar toda la sangre y barrer los cristales, quiero andar sin cortarme con tu recuerdo. 

¿Cómo me pude enamorar de alguien que solo sangra? Es más, ¿de alguien que solo sangra porque está rodeada de cristales y no quiere barrer? 

Sé que todo aquello no lo puedo cambiar, y que voy a hacer un esfuerzo para quedarme con lo positivo, bastante peso yo como para arrastrar un recuerdo. 

Voy a aprender de nuevo a vivir en el hoy y a olvidarme de un mañana lleno de sueños que no tengo ni idea de si algún día llegarán a cumplirse. 

Quiero ser yo, y como querer es poder: voy a ser yo de nuevo. 

¿El aprendizaje? Saber que por encima de mí no va nadie: ni si quiera tú.

viernes, 22 de junio de 2018

Mi manera de gritar.

A veces es necesario gritar, pero a mí no me gusta hacer ruido y por eso escribo. 

Hay canciones que no quiero escuchar, pero la música es libre y alguna que otra maldita nota llega a mis oídos. Su ritmo aun me recuerda que hace un mes y medio que acabó una historia más por respeto hacia mí misma que por ganas de acabarla, que la herida producida tras levantar los cimientos, tan larga y profunda, está bien pero aun cicatrizando, está tierna y duele y sangra a veces. Ciertas melodías ahora hacen más daño que curan. 

Sé que llegará un día en el que dichas canciones me hagan bailar de nuevo solo con mis pies, haciendo el camino más ameno y entretenido, y que invitarán a nuevos pies que quieran recorrerlos conmigo, pies que no se dediquen a aplastar las flores del jardín de uno y que miren por cultivar las del suyo propio. 

Sin embargo, quiero aprender a disfrutar del duelo, a mimarme desde dentro, a entenderme desde ahora y para siempre - otra vez - y a sacar un aprendizaje de donde muchos solo ven error. No quiero que se vaya rápido, las heridas son como un buen guiso: mejor a fuego lento y con tiempo. 

No te guardo rencor, he decidido que quiero ser liviana y el rencor es una losa que no quiero arrastrar. El dolor, poco a poco, se va desmigajando y van quedando pequeños rastros en el camino por si alguna vez decido mirar atrás ver cuán lejos he llegado. 

Estoy subiendo las escaleras de nuevo, espero que algún día tú también encuentres el muelle que te ayude a coger impulso y te sea más fácil el camino. 

Tu fuerza siempre estará en ti, solo tienes que querer buscarla. 


domingo, 27 de mayo de 2018

Escucha tu silencio.


La peor batalla sucede con la boca cerrada, pero nunca en silencio pues no existe. Y, como en todas las guerras, hay víctimas, supervivientes y gente que se trastorna para toda su vida – me gustaría que tú estuvieras entre los del medio, los que sobreviven y saben sobreponerse al dolor.

Creo que los que mueren nunca vieron estallar la bomba; quienes se trastornan para siempre accionaron el detonador, el ruido los dejó sordos y ahora son incapaces de escuchar los gritos de sus monstruos pidiendo libertad, y al final con tanto monstruo acaban viviendo una constante pesadilla que solo incrementa cuando cierran los ojos.

Y los supervivientes… Los supervivientes simplemente escriben la historia, te cuentan el dolor, las heridas, el tiempo en el hospital, las pesadillas, el ruido de su silencio, y cómo, al final, aprendieron a liberar a los monstruos y llegaron hasta hoy. Se adaptaron a la situación, reconocieron tener un problema y consiguieron identificar qué les hacía daño.

Entendieron que los problemas nunca se solucionan huyendo, sino que se hacen más grandes, y que a veces el parche de la distancia sirve para crecerte antes de plantarle cara a tus monstruos: no son más que el reflejo de tus entrañas.
Escucha lo que tienes que decirte, a veces hará daño y otras muchas será la sensación más reconfortante que jamás hayas experimentado. En definitiva, no pospongas tus alarmas, si suenan es porque hay algún fallo, porque ha salido humo de un incendio mal apagado, y si no le prestas atención arrasará con todo de nuevo.

Tu ruido no es nada más que tu silencio intentando ser él. De puertas para afuera es fácil reír de un chiste, de una caída, de una situación ridícula. De puertas para adentro es muy difícil recordar como anécdotas todo aquello que te hizo daño.

Comprendes que has superado los daños cuando, hablando de ellos, duelen en pasado y enorgullecen en presente.

Pase lo que pase, jamás ignores tu dolor. Y recuerda, el “más vale tarde que nunca” no es válido siempre, hay veces que el pozo es tan profundo que ni la más grande de todas las escaleras puede llegar a donde estás tú.

Acepta y expulsa, no te quedes los cuchillos, es increíblemente fácil clavártelos aun más por el simple hecho de llevarlos a cuestas.

domingo, 13 de mayo de 2018

"Alguien ahí fuera cree en vos".

Tengo sentimientos encontrados: te quiero demasiado como para dejarte ir, y me quiero lo suficiente como para no ir detrás de ti. De vez en cuando tu ausencia me genera ansiedad, tus huecos me quitan el sueño, y tu vacío se come a mi alegría. 

Por un lado, reina este dolor que no me deja encontrar la paz y me da ganas de odiarte. Reina el silencio, pero solo escucho gritos que están en mi cabeza y no me dejan pensar con claridad. Reina la soledad y el cuerpo acostumbrándose a la herida, el vacío y la incomprensión a partes iguales; las preguntas que sólo son preguntas, y las respuestas que no pueden ser porque nadie pregunta.

Por otro lado, te sigo entendiendo. Sé que tu daño no fue premeditado, que no fue asesinato sino homicidio; pero nada me quita la tristeza que vive en mi pecho. ¿Sabes ese hueco en el que siempre apoyabas la cabeza antes de dormir, o cada vez que estabas triste? Pues parece que se ha quedado toda tu pena y ahora es un edificio en ruinas: ya no acomoda ni a mis latidos. 

Empezaste una guerra efímera, no sabes cómo; y ahora que ha acabado, tampoco sabes reconstruir la ciudad devastada. Te diré que el primer paso para aprender es reconocer que no tenemos ni idea de nada; y el segundo, escuchar. Pero que como en todas las cosas, nunca funcionará si tú no pones de tu parte: por eso lo nuestro está roto. 

Te quiero demasiado como para no desearte el mal, como para estar de tu lado y verte feliz: me sigue dando la vida que te rías con el alma. Pero ahora no me creo que tu risa sea de verdad. Trágate el orgullo, aprende a escuchar.

Y recuerda una sola cosa: aunque tú sólo hagas daño, "alguien ahí fuera cree en vos". 

https://www.infolibre.es/noticias/los_diablos_azules/2017/03/17/alguien_ahi_fuera_cree_vos_62621_1821.html

Me ahogo.

No pasan los segundos, y contigo las horas volaban. La noche ahora es oscura y triste, me desvela la pena, mi cama está llena de huecos sin ti. Todo es oscuro, ya no le veo la luz al final del túnel, me he quedado tendida en las vías del tren, pero ni si quiera él ha decidido volver.

Sola, así me siento ahora. Ya no tengo tu compañía, no me apetecía sostenerle la mano a mi asesina. La angustia no me deja comer, y la noche no siempre me da sueño. He vuelto a recorrer las calles del barrio que tanto recorrimos, esta vez sin ti, nos he reconocido en cada centímetro de acera y en cada ladrillo de sus edificios, y nunca antes había sentido tanta pena. 

Estoy vacía, pero sigo siendo mía. No me sostengo, camino por inercia, sin embargo, he perdido el rumbo. Me encantaba perderme en tu sur y ahora soy incapaz de encontrarme en mi norte. No he perdido el equilibrio, pero soy incapaz de levantarme, de no tambalearme en la cuerda floja. Sin ti, todo mi cuerpo es miedo y frío: por eso no paro de temblar.

Ni rastro de la alegría tan característica de mí. Dime una cosa: ¿cómo me deshago de toda esta tristeza? ¿Cómo le borro tu nombre a mis heridas? 

sábado, 12 de mayo de 2018

Te creí valiente, fuiste muy cobarde.

Tu solución es el silencio, pero el mío está lleno de gritos y de preguntas cuya respuesta solo tienes tú. Si yo me enfado, me das la espalda en lugar de intentar arreglar las arrugas de mi frente.

Mis heridas se infectan por tu indiferencia, y tratas mi dolor con desdén y altitud. Tú nunca cometes errores, solo dueles a quién más te quiere. ¿No te das cuenta de que eso aun genera más dolor? 

¿Cuándo te darás cuenta de que la responsabilidad es tuya? Que me muero, amor, y a ti te da igual mientras  tú consigas ponerte a salvo. 

Me duele que ni si quiera pienses en mí, que aludas a que sé quererme para imaginarte que estaré bien, que me destroces y aun así encuentres excusas para justificar tu falta de respeto. 

Me duele que después de tanto y de todo, ahora seamos nada y seguido a tu patada me hayas dado la espalda. La solución a no hacer daño no es huir, ni alejarse de la gente, es aprender a no hacer daño, pero desde luego esta es la opción más difícil. 

Te llamé valiente muchas veces, pero has sido tú quien me ha visto morir: 

"[...] 
los valientes mueren en el penúltimo paso,
solo los cobardes lo saben.
[...]"

-Elvira Sastre-

Esta es tu guerra.

Confieso que me da miedo quererme mejor de lo que te he querido, y aun sin necesitarte, ya no querer que vuelvas. Me da miedo porque le quitaste las flores a mis fantasmas y cuando encuentre unas nuevas ya no querré que me las devuelvas.

He descubierto que tampoco les gusta la música, la primera nota les duele a rabiar y llenan de punzadas mi pecho. Estoy aprendiendo a quererme mejor y por encima de ti, después de tanto tiempo dándote todo lo que tengo. Pero ya no más, lo mío es para mí y para la gente que lo sabe apreciar y valorar.

He de decir que aprendo rápido, que ya no me ahogo tan a menudo,  que estoy aprendiendo a que mi risa me sane y las carcajadas no me las provoques tú. Que mi magia ha vuelto sólo para mí, ya no quiero hacerte trucos ni intentar que te sientas mejor.

Me siento cada día un poco más liviana, he aprendido a no cargar con errores que no son míos, a dejar que el tiempo coloque mis pedazos - sí, estoy aprendiendo a tener paciencia, yo - y a pensar que, aunque el dolor no haya sido mi culpa, es mi sentimiento y yo lo gestiono como quiera, no como tú me digas.

No es mi responsabilidad que todo se haya roto, y no voy a molestarme en ayudarte a arreglar tus pedazos; son los míos los que me cortan - por tu cobardía - y es mi sangre la que se derrama.

Si quieres volver a unir las piezas que tú misma desmontaste, pon las primeras y aprende a no desmontarlas cada verano. Yo no cuido con cariño e ilusión de un mundo para que tú, cada verano, decidas hacer estallar una guerra.

viernes, 11 de mayo de 2018

Digestión.

No te odio, pero la tristeza que viene asociada con tu daño no me deja mirarte a los ojos. A esos ojos que tanto me han querido y me quieren, a esos ojos que me traicionaron. Estoy rota por dentro, pero no necesito tu pegamento. 

Me da mucha pena que nuestra paz haya terminado en guerra, pero no voy a luchar: siempre he estado en contra de las armas. Me rindo, tú ganas, aunque no sé si hay ni vencedoras ni vencidas. 

Mi pena se ahoga, y yo me ahogo con ella. A veces me río, otras me olvido de todo el mundo; pero al final tú siempre te paseas por mi cabeza y empiezas a ser mi pesadilla. Al final me duermo, porque estar triste me agota y me quedo sin fuerzas al llorar. 

Odio que cada pequeño detalle me recuerde a ti, pero me mata la incerteza de no saber si en tu mente sigo presente o si ya me has olvidado. Cada vez que veo el mar me acuerdo de ti, de tu memoria de pez, y de todo el aire que el mar nos dio y ahora nos quita. Pero me pregunto si cada grano de arena te recordará a mí. 

No te deseo nada, porque cuando todo duele solo queda silencio. Mis quejidos lo rompen de vez en cuando, pero tú no los escuchas. 

jueves, 10 de mayo de 2018

;

Sigo esperando un mensaje que me demuestre que has cogido la responsabilidad y reconoces tu error, pero ese no es tu estilo. La pena llora en tierra de nadie y parece que solo yo la escucho. Y a veces no me deja dormir. 

Soy incapaz de pasar de canción, porque ni si quiera soporto escuchar la primera nota. Adoraba nuestro baile encima de una toalla y ahora no me queda ritmo ni para coordinarme al andar: soy todo tropiezos.

Hacía tiempo, mucho tiempo, que mis letras no sangraban. Fue tu golpe mortal el que abrió mi herida más profunda y a mí me cuesta entender por qué huyes del accidente: eso te delata culpable. 

Que se muere nuestra historia, la estás dejando morir y ya no tiene buena suerte. Pero si no escuchas su llanto, ¿cómo la vas a entender? 

Ya no sé si te odio o si simplemente estoy decepcionada, el desdén con el que decidiste romperlo todo me hizo ver que nunca habías cuidado nada y que para ti no tenía ningún valor.

Qué injusta eres, qué poco te quieres y qué mal quieres a los demás. Siempre confié en ti: gracias por dejarme morir.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Ave Fénix

Vienes buscando respuestas a preguntas que siempre te respondí. Vienes haciendo preguntas y pidiendo respuestas, cuando tú ni si quiera tuviste en cuenta mis dudas. Vienes sin ver un error que fue obra tuya y pretendiendo que el resto restaure su estructura, dañada por tu último golpe.

Te crees en el derecho de pedirme que me quiera, porque te enseñé bien a hacerlo, y ni si quiera te molestaste en quererme y en quererte bien. ¿A qué juegas? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres? ¿Quién eres?

Te recuerdo que yo no apreté el gatillo, no inicié el incendio. Puede que me den miedo tus llamas, que lo que antes era cielo ahora sea lo más parecido al infierno, pero no voy a morirme de sed por arreglar tus destrozos. La solución al incendio es luchar contra él, no darle la espalda al humo y huir del calor.

Nuestras hectáreas se consumen, y yo ya no sé si odiarte es sinónimo de dejarte de querer: mis sentimientos se mueren y sólo les queda el silencio.

Mi conciencia está tranquila, sé que renaceré cuando sólo queden cenizas.

Incendio.

Solían ser tus sonrisas mi musa, ahora lo son las balas que han llenado de agujeros mi cuerpo y no me dejan dormir. El estruendo de tus bombas declarándome la guerra fue mi despertar. Tengo los ojos llenos de polvo, has convertido los senderos en trincheras y ahora me da miedo estar en tierra de nadie: no sé qué es peor, si tu fuego amigo o mi soledad.

No sé si quisiste ondear tu bandera blanca o si simplemente anunciaste tu victoria; inevitable no ganar teniendo en cuenta que me desarmaste primero para acribillarme después. Atacaste de espaldas y cuando el amigo dormía: cobarde.

Me niego a sentirme culpable por vivir en medio del caos; fueron tus miedos los que destrozaron nuestra ciudad, y ahora no tienes derecho a pedirme nada: ni si quiera que luche por ponerme a salvo. 

Somos un bosque incendiado y no por causas naturales. Eres la llama que, voluntariamente, decidió arrasar con todo. Ni si quiera mi lluvia es capaz de mitigar el escozor de las heridas.

Usa tu vida ahora para reparar el daño causado, usa el negro del paisaje para teñir tu rostro y no volver a acabar con nadie que no seas tú misma jamás.

El impacto de tu rayo no me anunció la tormenta. Mi casa está inundada y he perdido las paredes en medio de tanto desastre. No sé dónde voy: me borraste el camino y me soltaste en medio de la nada para desaparecer después.

Ruido, dolor y sangre: tu desastre, mi demolición.

martes, 8 de mayo de 2018

"Libre"

Aun le quedan páginas en blanco al cuaderno de nuestra historia, pero mi magia está cansada de tus trucos y ya no quiere hacerte reír. Podría incluso dejar de ser magia porque, por no tener, no tiene ni ilusión: la excarcelación de tus monstruos revivió a los míos y ahora, cuando cae la noche, duermo inmersa en miedo. En tu miedo. 

Tus fantasmas son tuyos, quieren tus flores. Sin embargo, creíste oportuno matar mi jardín por intentar salvar el tuyo, y ahora vivo en desierto. 

No hay nada que acompañe mi pena salvo "La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida". Y es triste reconocerme entre sus trozos, pero más triste aun saber que tú, dueña de este desastre, ni si quiera lo harás. 

No pienso derramar una lágrima más por ti, y poco a poco dejaré de dormir con la suma de nuestras tristezas; pues ni si quiera en mis pesadillas mi daño es mío. 

Habré originado mil temporales y ni tan sólo uno que te haya hecho pedazos. No hace falta que me lo pidas: sé cómo cuidar de mi playa y de mi mar; intenté enseñarte, pero para ti fue mucho más cómodo llenarme de cristales y que yo sola limpiara todo el desastre. 

Se acabó: no voy a deshacer lo andado, no voy a mimetizar el daño, ni tampoco mirar hacia atrás y mucho menos con pena. Porque mi playa me abraza sin clavarme tus cristales y no pienso ser barrera de tus propios huracanes. 

"Quería que supieras
que mi daño es algo que sólo elijo yo
[...]
Que sólo aquel que entienda mi silencio
merece mi palabra,
[...]
Que mi risa fue tu risa
y nuestras lágrimas fueron una,
pero dejaron de hablar el mismo idioma
cuando tus carcajadas fueron balas contra mi pena,
cuando tu tristeza
arremetió ahogada contra mi alegría.
[...]
Que nunca me perdiste:
dejaste que me marchara,
que es la peor forma que existe de abandono
- para el que se queda -.
Y este será tu mayor castigo.
[...]"

-Elvira Sastre-

domingo, 6 de mayo de 2018

"Blitz"; devastación.

Te juro, (rompe)amor, que tu silencio va a hacerme fuerte. Que no necesito tus caricias para no sentirme rota, que tus manos cortan y a mí ya no me queda sangre.

Me prometo que no me vas a romper tres veces, que me quiero mejor de lo que tú me quieres, y que no quiero enseñarte nada porque no te lo mereces. Te quiero más de lo que te piensas, y mejor de lo que has sabido apreciar. 

Mis fantasmas están furiosos, les has destrozado el jardín que tanto me costó florecer y ahora solo rugen, muertos de miedo, llenos de odio. 

Mis heridas llevan tu nombre, pero siguen siendo mías. Tu risa ya no me sana, tus manos ya no me llaman, y tú estás dejando que me vaya. 

No me voy porque yo quiera, me voy porque tus tormentas descargan en mi mar y tanto calambre me hace daño. Me voy porque soy dueña de mi dolor, y porque no me voy a dejar morir, menos aun con tu firma. 

"Blitz" significa guerra, y también es el nombre del libro que compraste un día antes de tu devastador ataque. ¿acaso era tu aviso? 

Te odio. Tanto como te amo. De ti depende que pueda el amor o el miedo. 

miércoles, 2 de mayo de 2018

Colgada en puntos suspensivos


Quiero ser náufraga, aprender a dejarme llevar por mi mar embravecido, huir de tu barco y no mirar atrás. Quiero que la deriva me lleve a una isla donde solo quepamos mis sentimientos y yo, donde todo el sonido sea mi latido, donde no se vea tu volcán en plena erupción, allí donde tu lava no llegue a fundirme los pies y me deje sin andar.

Creo que ya no quiero más tormentas, aunque me enseñaste a quererlas y a ver lo bonito en ellas. Mi barco se resiente de tus temporales, y yo ya no sé si quiero hacer el esfuerzo por mantenernos a flote. He chocado contra la punta de tu iceberg y no soy capaz de distinguir qué corta más: si tu hielo o mis pedazos.

Por otra parte, me gustaría sobreponerme a cualquiera de tus temporales, que tus huracanes no hicieran tambalear nuestros cimientos, que hogar siga siendo cada vez que tú me abras la puerta.

Te quiero, no te atrevas a dudarlo; pero me apetece más quererme a mí y es lo que haré siempre: quererme por encima de nadie.

No pienso negar mi dolor, no pienso fingir que el agua en la que me baño no se ha congelado en el día más cálido de esta primavera, que no tengo entumecidos los músculos y que el ceño tampoco lo tengo fruncido. No pienso poner mi respeto por encima de tus intereses, ni luchar por remar mientras tú, después de este desastre, te quedas parada sin saber qué hacer.

No hace mucho me dijeron que los valencianos tenemos sangre de horchata, y creo que ahora lo entiendo un poco más. Si algo he aprendido en mi corta vida es que no quiero ser cobarde, y odio que la gente lo sea. Si una quiere dejar de arrepentirse, debe pensar y frenar el acto que la lleva al arrepentimiento. Cuando un edificio es demolido, quedarte mirando los escombros no los quita del medio ni te devuelve a la normalidad; y el arrepentimiento es el sentimiento más demoledor de todos: puede perseguirte toda una vida.

Siento que ahora duermo al descubierto, que tu viento se ha llevado nuestro techo y ahora me es imposible no mojarme cuando llueves: y a mí no me gusta dormir con la suma de nuestras tristezas en los huesos.

"Sea lo que sea:

gracias por el huracán,

deja la puerta abierta  a futuros destrozos
            y posibles arreglos

[...]"

-Elvira Sastre-