sábado, 28 de febrero de 2015

Miedo.

Miedo a perderte o a perderme en tu mirada. Miedo a que me digas que me vaya aun habiéndotelo pedido. Miedo a que no vuelvas, a que cumplas mi deseo de no volverte a ver. Miedo a que la nada a quien rezo decida cumplir todos mis deseos. No me escuches, no pido lo que digo. Habla mi miedo a tu cuerpo y a tus besos, a mis sueños con tus labios, miedo a no ser el motivo de tus sonrisas. Miedo a poder ver en tus ojos algo que no me guste. Miedo a perder. Perderte por miedo. Vivo de un recuerdo ya marchito, del eco permanente de tu voz entre mis dientes y del aroma de tu piel acariciando mi vientre. De un recuerdo vacío, roto, hecho añicos. De un recuerdo que multiplica las espinas y divide entre infinito la alegría. Vivo gracias a tus ojos esperanza y muero porque ya no te veo aparecer en mis sueños. Paseo por las calles de tu olvido para verte al doblar  esquina. Y es que no me hago a la idea de buscarte sin llamarte, o de tener que inventarte al no poder recordarte. No sabes cuánto duele este vacío ni cuánto quema este frío sin ti. Vuelve y recuerdame qué es eso de lo que todo el mundo habla pero que solo unos pocos conocen. Dime qué es eso que los vuelve a todos locos , que hace que rocen el cielo mientras viven en infierno. Dime qué es eso, amor, dímelo.

miércoles, 25 de febrero de 2015

La vida.

Aprendes que hasta el más fuerte necesita que le digan "te quiero" de vez en cuando, que hasta el más fuerte necesita caminar con un arnés que lo sujete y que hasta el más fuerte necesita un abrazo de esos que te dicen que todo va a ir bien. Te vas dando cuenta de que "los pequeños detalles marcan la diferencia" no era más que una gran verdad. Te das cuenta de la importancia que tiene decir lo que sentimos, lo que nos molesta, lo que nos duele, lo que nos hiere, lo que nos hace pequeños y lo que nos hace grandes, lo que nos motiva y lo que nos desanima. Tenemos derecho a tener sueños y a luchar por ellos, a tener ilusiones, a tomar decisiones, a equivocarnos y a aprender. Tenemos derecho al respeto y obligación de respetar. Tenemos derecho a gritar, a sonreír, a llorar, a estar triste, a estar desanimados, a ser valientes o cobardes, a permitirnos caer para después subir más alto. No permitas que te roben una sonrisa, un sueño o la libertad. Defiende tus creencias, valora si tu camino del hoy te lleva al mañana con el que sueñas. Entiende que la fuerza física nunca ganará una batalla, que es el ignorante a quien habitualmente manipulan, que la constancia es la novia del éxito, que el sacrificio y el esfuerzo son íntimos amigos de los sueños cumplidos y que nadie te apartará ninguna roca de tu camino. Ama lo que hagas, sé quién quieras ser, conócete y luego conoce. Grita "te amo", di "te quiero", "te extraño", "gracias", "perdón" y pide las cosas con un "por favor". Aprende a distinguir a quién darle la mano y a quién el brazo, no abandones nunca un sueño ni lo des por perdido antes de intentarlo. No prometas un "para siempre" que no serás capaz de cumplir porque nada dura eternamente. Sé consciente con tus limitaciones y no duermas siempre entre nubes de algodón. Valórate, quiérete, respétate, conócete, permítete caerte y oblígate a levantarte. Aprende y vive, perdona y olvida, cicatriza y supera. Recuerda que la vida es eso que pasa mientras cuentan segundos las agujas de tu esfera. 

lunes, 23 de febrero de 2015

Vuelve.

Hoy le pido a mis letras que vuelvas, que me digan que no te has ido y que aun sigue habiendo amor en tus suspiros. Dime que aun sueñas conmigo, que necesitas de mis brazos para matar el frío y de mi risa para reanimar tus latidos. Dime que aun lloras en silencio deseando reducir los kilómetros que separan nuestros cuerpos y que hace tiempo que sueñas con tener alas de nuevo. Dime que no son balas las miradas ni cuchillas las caricias. Reconoce que fueron tu avaricia y tus ganas de probar otros besos los que hicieron de mi vida un infierno y, aun así; reconozco que te quiero, que quiero que vuelvas, que me falta el aire y que sin ti no soy nadie. Que hace tiempo que no rozo el cielo con la yema de mis dedos y que ardo, junto a mis deseos, en el fuego de tu infierno. Me da miedo vivir en un invierno sin ti. Ya no miro las estrellas porque dejé de ver tu luz en ellas. No he vuelto a dar paseos por miedo a borrar nuestras huellas impresas en cada una de las aceras que pisé contigo. Ahora vivo del recuerdo de tu risa, escucho melodías gracias al recuerdo de tu voz pero ya no bailo porque ya no suena tu canción. Mi vida, vuelve. Me equivoqué jurando que no me hacías falta. Ya ni sale el sol ni existe el color. Vuelve, por favor. Se está borrando tu recuerdo y no quiero olvidarte. Regálame tu risa, otórgame tu presencia y permíteme respirar tu esencia. Invade mis sueños, resucita mis recuerdos y navega en tu velero hasta mi puerto. Devuélveme la risa y, con ella, la vida. Vuelve y no te vayas. Vuelve, vida mía. 

domingo, 22 de febrero de 2015

Seamos.

Siempre soñé con eso de volverte a ver, de que fueran solo metros y no kilómetros lo que nos separase, de que leyeras cada letra que te escribo y escucharas cada uno de mis "te quiero" escondidos en suspiros. Soñé con el momento de mirarte y sentirme infinitamente grande a tu lado, soñé que era tu voz la que recitaba mis versos y mis labios los que recibían tus besos. Soñé que me estallaba el pecho al verte y moría de suerte, esa suerte que tiene quien puede tenerte. Me obligué a necesitarte y a prometer esos "para siempre" que nadie podrá cumplir nunca. Te obligué a quererme y a echarme de menos. Te culpé por llenarme de mariposas invisibles y crearme ilusiones. Te culpo por tener esa mirada, esa sonrisa y esa voz, te culpo por causarme extrañas sensaciones, por tu manía de volver cuando ya te había olvidado. Vete o quédate para siempre, sé o no seas, ódiame o quiéreme, pero no juegues a ser fuego y agua a la vez. Déjame mirarte a los ojos sin miedo, a decirte que es hermoso lo que veo ahí dentro y que no tengo por qué destruirte si no quiero. No podremos dejar de ser víctimas pero sí elegir al verdugo. Concédeme el deseo de mirarte solo una vez, déjame descifrar tus acertijos y revelar tus misterios. Permíteme tener en mis recuerdos cómo eres y no cómo pareces ser. Ayúdame a acabar con esta duda tan solo con una mirada. Muéstrame aquello que escondes en tus versos, acompáñame a la vida sin miedos, paseemos bajo lluvias sin tormenta o bajo noches de primavera o bajo mantos de estrellas. Dejémonos de corazas, de hielo y de inviernos en pleno verano. Seamos quiénes, dónde, cómo y cuándo queramos pero, por favor, seamos.  

jueves, 19 de febrero de 2015

Ya no eres tú.

Déjame decirte que no es por ti por quien sueño, que ya no eres la musa de mis versos y que no eres tú quien recita mi poesía. Déjame recordarte que no son mis ojos los que te buscan, que no es mi sed la que necesita ser calmada y que no es mi silencio el que grita tu nombre. Que ya no son mis brazos los que refugian tu alma, ni tu risa la que despierta mi vida. Que ya no eres causa de mis latidos, que ya no es tu canción la razón de mis bailes, ni tu baile en mis caderas el motivo de mis suspiros. Asume que ya no recuerdo tu nombre, ni si quiera de dónde vienes, ni me pregunto cuál será el secreto que escondían tus caricias. Ya no recuerdo el tacto de tu piel, las estrellas no recuerdan nuestra peculiar manera de amarnos y la luna ganó la lucha que emprendió con tu mirada. Ya he vomitado tus alas y escupido tus mariposas, ya no me duele tu silencio y hace tiempo que dejé de clavarme tu espina. Perdí el miedo a arrancar rosas, a hablar con palabras de hielo y a romper esa barrera y liberar el miedo. Cedí ante el ansia de libertad de mi alma y juro nunca más volverla a encerrar. Ya no le ruego a la nada por tus besos porque ni si quiera recuerdo el sabor de tus labios. Ya no es tu boca la que sacia mi sed ni tus manos las que calman mis deseos. Me refugié del invierno con la hoguera que hice de tus recuerdos y enterré las brasas de nuestro amor. Ya no hay paredes de miedo, ni cárceles de odio ni senderos de traición. Ahora hay almas libres, sueños dispuestos a cumplirse y sonrisas dispuestas a cantar al mismo tempo la oda a la felicidad. Transformé tu rencor en mi amor y, desde entonces, guardo en mi corazón nuestros momentos felices. Ahora adorno mi existencia con pinceladas de tu escasa presencia y conservo en un frasco la única gota de tu esencia cuya finalidad es no olvidar que un día fuimos barco navegando en alta mar. 

martes, 17 de febrero de 2015

Tú decides.

 No me hacen falta tus besos para saber que serán los mejores aunque no los pruebe. No necesito el calor de tus brazos para saber que son los adecuados para transformar el invierno de mi piel en verano. No necesito tenerte en frente para saber que son tus latidos los adecuados para sanar un corazón herido. Quiero desnudarte el alma, porque la piel te la desnuda cualquiera. Déjame demostrarte que no hay corazas que no aíslen de los sentimientos, y que las barreras hacen prisioneros a tus miedos. Tú decides quién te hiere y quién no, pero encerrarte en hielo te hará morir congelada. No todo el mundo busca destrozar almas y alimentarse con dolor ajeno, los hay que succionan miedos y cierran heridas. Los hay que disfrutan matando a sonrisas y los que sanan y secan lágrimas. Hay huracanes que destrozan todo a su paso y suaves brisas que recomponen cada uno de los pedazos. Los hay que te conducen al infierno y aquellos que intentan guiarte para que alcances el cielo. Tú decides de quién rodearte y en quién confiar, tú decides el camino y la manera, tú y solo tú guías tu vida. Tú decides si sembrar rosas o clavarte sus espinas. Tú decides si un tenebroso bosque con fantasmas de miedo o un hermoso valle que te conduzca al cielo. Y lo más importante, tú decides de quien rodearte. Tú decides a quién dedicarle sonrisas y a quién permitirle estrecharte en su pecho en busca de consuelo. Tú tienes las riendas de tu vida, no permitas que una piedra tuerza tu destino ni que una espina ponga en tu boca un "no puedo". Valórate, quiérete y siéntete grande y no permitas que nadie crea que tiene derecho a aplastarte.  

Cobarde me llamabas.

Culpar a las flechas de Cupido por partir tu corazón siempre me pareció cobarde. Y del mismo modo, causar daño y evadir las consecuencias o huir el rostro hasta al más pequeño de los problemas. Cobarde es aquel sin sitio, sin amigos y sin amor fijos. Cobarde es aquel que siempre es olvidado , es aquel que se esconde bajo toneladas de polvo y cobarde es aquel vencido por sus miedos. Y tú me llamaste cobarde pero me hiciste valiente. Hiciste del trigre mi animal favorito y del yo como cobarde tan solo un mito. Ya no me ganan ni los miedos ni los celos. Ya no me atraen ni tus imposibles ni tus misterios. Ya no hay nadie que me cause tanta admiración como mi yo interior. Y por supuesto que hay gente mejor y peor pero me quiero tal y como soy. Me quiero con la ilusión, con la fantasía y con los sueños en los que persigo imposibles. Me quiero con mi voz, con mi sonrisa y sin tu amor. Ya no hay huracanes que destrocen mi vida por completo. Ya no son tus ojos los que me guían, ni tus sonrisas las que provocan mi risa. Ya no son tus huellas aquellas por las que piso sino que me abro camino entre las malas hierbas. Me enamoro de dificultades y sueño con cumplir ideales. Ahora forjo mi camino y me rodeo de poderosos enemigos porque los prefiero frente a los falsos amigos. No necesito una coraza que me aísle de todo porque ya no queda nada capaz de dañarme. Ya no amo con mentiras ni besos sin latidos. Ya no te guío con pétalos de rosas ni dibujo cosquillas en tu espalda. Y es que ya no me haces falta. Ya no necesito que tu alma venga a hacerme compañía, ni que sean tus brazos los que me arropen en las frías noches de invierno; porque hoy, por fin, no te necesito. 

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Amor?

Juraba quererte sin saber qué era querer. Y ni si quiera ahora, después de tantos besos y orgasmos, sé lo que es querer y; menos aun, qué significa hacerlo bien. Y aunque siga sin saber qué es querer, sé muy bien lo que no es. Ahora entiendo que quererte no implicaba que tú me quisieras y que soñar con soñarte no era soñar contigo. Y es que aquello que yo llamaba amarte era obsesión, incomprensión, mil de celos y cero de amor. Pero eso era de todo menos lo que aparentaba ser. Era comparable al deseo de un niño por un jugete nuevo; ese que maltrata y olvida una vez conseguido. ¿Y cómo eso podía ser amor? Amor sería quererte cada día más fuerte; entregarte el cielo, el infierno, la luna, el sol y las estrellas; dar la vida y el último aliento; crear y sanar heridas; provocar y secar lágrimas. También es tirar y aflojar, dar tu brazo a torcer y entregar el alma a quien te hizo volver a nacer. Amor es eso que te hacer arder por dentro y perder la noción del tiempo; es eso que crea tormentas de mariposas y huracanes de sentimientos con el don de dejar, tras su paso, todo revuelto. Justamente, todo eso, no lo sentía por ti. Quizá fue el enigma de tus ojos oliva lo que me hizo perder la cordura; o tu enorme coraza la que me invitaba a pensar que era enorme el valor de lo que conseguía ocultar. Te marchaste sin llevarte nada de mí, entonces entendí que era imposible que sintiese lo que juré sentir. Y ahora te doy las gracias, niña, porque cuando te alejaste me enseñaste que no se puede obligar a un corazón a latir, ni retener un alma que quiere partir. 

domingo, 15 de febrero de 2015

Amor a medias.

Inútil es dedicarle versos a alguien que ni se molesta en leerlos. Inútil es dedicarle suspiros y latidos a un corazón que jugó a ser tu peor enemigo y, de idiotas, haber tenido la tentación de tus labios y no haber probado nunca el sabor de tus besos. De idiotas era suplicarte por una palabra amable con la que saciar mi sed de amor. De idiotas era destrozarme los dedos trepando a tu castillo y encontrarlo vacío. Inútil era escribirte poemas dedicados y recibir palabras vacías a cambio. De idiotas era dormir abrazada a un trozo de espuma con la esperanza de que los sueños me regalasen tu presencia al despertar. De idiotas aspirar tu fragancia buscando saborear cada rincón de tu alma. Pero no había nada más inútil que intentar ver con ojos de enamorada. 

Dejé de soñar con besos, con paseos por las calles en primavera y con noches acariciando estrellas. Dejé de dedicarte poemas, de respirar tu aroma y de acariciar tu brisa. Ya no esperaba tus sonrisas, ni buscaba tu mirada en rostros ajenos. Mis latidos no se aceleraban y tampoco me quedaba sin habla. Asesinaste con tu coraza a cada una de las mariposas que aleteaban en lo más profundo de mi ser. Y ahora te lo agradezco. Gracias por cegarme, ilusionarme, despertarme y al mismo tiempo matarme. Gracias por abrirme las puertas, por ponerme las alas y por enseñarme a interpretar las miradas. Y es que si no fuera por ti hoy no sentiría lo que puedo sentir, confundiría amar con amar a medias y no sería capaz de entregar el cielo. Gracias por enseñarme a disfrutar y a valorar las pequeñas cosas; por decirme, sin hablarme, que para ti yo era demasiado grande. 

sábado, 14 de febrero de 2015

Eternamente, mi abuela.

¿Cuántos pasos habré dado de tu mano? ¿Cuántas sonrisas nos habremos provocado? ¿De cuántas caídas me habrás levantado?¿Cuántos besos te habré regalado? Viviremos con los recuerdos cambiados.Tú recordarás siempre mi infancia y yo recordaré siempre tu vejez. Es triste darse cuenta de que el tiempo que nos puede quedar juntas sea poco, pero es bonito querer aprovecharlo al máximo. Siempre pensé que las relaciones abuela-nieta descritas en los libros eran pura fantasía hasta que descubrí que, la nuestra, podría ser la mejor de entre todas las descritas. Cada una de tus arrugas guarda tras sus pliegues la gran mujer que debiste ser. No hay mayor placer que ver como tus palabras se empapan de felicidad al contarme tus recuerdos, que saber que tú eres por la primera persona por la que daría hasta el último aliento. Tus ojos reflejan ese espíritu guerrero, inconformista, valiente y justiciero que probablemente fuiste. Y es cuando nos miramos a los ojos cuando me doy cuenta de que tú vivirás eternamente. Y quiero ser como tú. Quiero escucharte y alimentar mi amor con tus sonrisas, alimentarme el alma con tus sabias palabras y alimentar tu vida con mis versos y mi poesía. Tienes tanto que enseñarme y tengo tanto que escucharte que pienso que no hay reloj capaz de resistir todo ese tiempo. Me regalas mucho más que simples segundos, y es que me regalas herramientas con las que afrontar mi futuro. A ti te brindaré mis logros y mis grandes batallas, porque sé que vayas donde vayas, tanto en vida como en alma, estarás a mi lado cada vez que despunte el alba y sabrás que cada paso que doy es por cada recuerdo que tú me das. 

jueves, 12 de febrero de 2015

Mi camino.

Me alimento de letras, nado entre versos y respiro poesía. No me asustan los versos rotos ni los poemas a trozos. Huyo de tormentas, de intranquila consciencia y de violentas pesadillas. Camino entre rosas pisando espinas, acaricio brisas y desprendo sonrisas. Me protejo de balas desplegando las alas. Me acurruco entre miradas, me arropo entre suspiros y miro las mil miradas que hay en el cielo. Ya no quiero besos ni miradas que hablan sin decir nada. No quiero mensajes susurrados al aire, hace tiempo que regalé mis sueños y desde entonces no sé descifrar acertijos. Ya no distingo cada una de tus sonrisas, y tampoco soy capaz de interpretar tus miradas. Ya no vuelo, pero tampoco quiero. Dejé de pisar nubes y de alimentarme de algodón. Respiré veneno soportando puñales cuya única intención era derrumbarme. Seguí adelante sanando las heridas con la poca poesía que aun quedaba en mis retinas. Y sigo topándome con balas disparadas por miradas dispuestas a romper mis versos y hacer que sangre mi poesía, pero no me importa. Ya no me ahogan las gotas de envidia que empapan mi rutina. Ya no destruyen mi barco ni las balas, ni las lanzas, ni las flechas de tu arco. Mis alas resurgen de tu odio al igual que el ave Fénix resurge de sus cenizas. Ya no hay viento que pueda con esta flor de fino tallo, porque lo que el viento no sabe es el poder de mis raíces. Ya no hay fuego que haga de mí cenizas, ni nada que deje mi alma de nuevo hecha trizas. Hay cicatrices pero ni una gota de sangre. La sangre quedó en el camino y con ella el miedo, las promesas a medias y los versos rotos. Prometo no mirar atrás si no es para hacerme más fuerte. ¿Y tú? ¿Me lo prometes?

martes, 10 de febrero de 2015

Ahora.

Dicen que aun te nombro cuando sueño, que aun te busco entre vagos recuerdos, y que sigo rogándole a la nada que me devuelva tus  besos. Sigo perdiendo el tiempo buscándote entre las sombras de la noche como aquel que espera ver la sal en las olas del mar. Dicen que tu sonrisa es ahora cuando más deslumbra, que tu mirada es ahora cuando más brilla y que toda esa luz dejó apagada mi vida. Y es que no te contentaste solo con partirme el pecho, sino que también tuviste que partirme el alma. Teníamos un jardín de hermosas rosas que quedaron marchitas de tanto regarlas con tristeza y abonarlas con soledad. Dicen que tenía sueños y que solía luchar por ellos, pero ya no lo recuerdo. También dicen que hubo un tiempo en el que sonreía y mi mirada brillaba, pero tampoco lo recuerdo. Tan solo recuerdo tu nombre al llevarlo clavado en cada una de tus espinas. Ya no quedan margaritas desvestidas, ni luz ni sueños que intenten devolverme a la vida. Ya no queda nada de aquella inocente niña que sentía mariposas revoloteando en su tripa. Ahora soy yo la que revolotea por camas ajenas y reparte mariposas, soy yo quien intenta desprenderse de tu esencia y alzar el vuelo lejos de ti. Ahora busco mariposas con las que repartir cosquillas y reparto sonrisas a pesar de lo negro que amanezca el día. Ahora soy otra. Ya no pierdo el tiempo reconstruyendo tus recuerdos ni bailando tu canción favorita, y tampoco cuido de un jardín de rosas marchitas. Ya no dejo versos a medias ni sueño con besos. Dejé de desvestir margaritas y empecé a vestirme de alegría. Ahora soy yo, sin coraza ni hielo, sin nada que me impida alzar el vuelo. Ahora soy libre y despego hacia nuevos horizontes. Ahora tengo nuevas metas que alcanzar y nuevos sueños que cumplir. Ahora me lanzo a la vida, pero esta vez, sin ti. 

domingo, 8 de febrero de 2015

Ni contigo ni sin ti.

Quiero pasar a tu lado todos los momentos posibles y, al mismo tiempo, quiero irme y no volver jamás. Bromeo con marcharme y no volver. Me has atado, es cierto, pero es un nudo débil al que tus ojos dan fuerza. Es un nudo que si quisiera deshacer lo haría, pero no sé si quiero. No sé si quiero irme y no saber más de ti. No sé si quiero quedarme y conocer hasta tu respiración. Contigo lo quiero todo y no quiero nada. Me iría, pero no sería capaz de vivir sin tu risa. Cerraría los ojos para no verte nunca, pero no sería capaz de vivir sabiendo que hay en el mundo una mirada como la tuya. Me taparía los oídos, pero añoraría terriblemente el sonido de tu voz. Pediría a un genio que me dejase sin tacto, pero odiaría coger tus manos y no sentir nada. Dime el Dios y dime el sacrificio, que lo haré con tal de no sentir que me va a estallar el pecho cada vez que te veo. Destrózame, hiéreme, que cualquier herida dolerá menos que soñar cada noche con mis labios y tus besos. Quiéreme aunque no me quieras, alimenta mi ilusión, que yo te alimentaré la vida con letras y versos. Permíteme que siga soñando con tus besos. Dispara tus balas contra mis alas, hazme dueña de tu infierno, que yo te entregaré mi cielo. Entiérrame sin tierra o sin flores, átame una piedra y échame al mar o rómpeme las alas e impídeme volar. No permitas que tu risa me devuelva a la vida. Acaríciame, resucítame a cosquillas y hazte dueña de cada una de mis pesadillas. Mírame, sonríeme y mátame, lánzame todos y cada uno de tus cuchillos y apaga, poco a poco, cada uno de mis latidos. 

sábado, 7 de febrero de 2015

A ti.

A ti por darme la vida. A ti por tenderme una mano tras cada caída. A ti por curar las más grandes de todas mis heridas. A ti por regalarme tus sonrisas, por regalarme el alma a pesar de poder quedarte sin vida. A ti por fijarme el camino y marcarme las huellas. A ti por derribar todos y cada uno de mis miedos. A ti por secarme las lágrimas y hacer de mi tristeza un motivo por el que sonreír. A ti por darme lo mejor de ti, por mirar por mí, y luego, también por mí. A ti por ese apoyo incondicional a pesar de tomar una decisión equivocada. A ti por verme crecer y dejar de ser tu niña y seguir queriéndome más cada día. A ti por superar las adversidades y demostrarme que a quién hacen creer pequeño acaba siendo el más grande. Y es que por ti soy lo que soy y por ti estoy escribiendo esto. Tú me enseñaste que por muy grande que seas, una hormiga no merece sentir tu suela en su espalda. Que por grandes que veas tus miedos, tú eres más grande que ellos. Que ser orgulloso no es sinónimo de ser valiente. Que los tuyos serán siempre quienes te den fuerzas para acabar con el más grande de tus demonios. Me enseñaste a ser la mejor de las guerreras siendo mi mejor heroína. No había batalla que pudiese contigo y , aunque ahora te veas débil, yo sé que sigues siendo igual de fuerte que siempre. Me enseñaste que llorar o pedir ayuda no te hace débil. Que ayudar a quien lo necesita no se hace por recibir nada a cambio. Tú me enseñaste que a pesar de lo puta que pueda ser la vida, también es bonita y merece la pena vivirla. Me enseñaste que para ser grande es necesario caer y saber levantarse, que verlo todo en contra es la gran señal de que seguimos por la dirección correcta. Me enseñaste a amar a mis enemigos por encima de mis amigos porque gracias a ellos soy cada día más fuerte, pero enseñándome a dar la vida por aquellos que me acompañaban en las adversidades. No me abandonaste nunca, y sé que nunca lo harás. Que por muchas diferencias, soy quién soy porque aprendí de ti. Y me encanta ser así. A ti, mamá, por dejarme caminar con tus zapatos y crecer aunque fuese con los daños. Siempre, mi guerrera. 

La sal de tu recuerdo.

Me lancé al mar con la esperanza de camuflarme entre sus olas y pasar a formar parte de ese pequeño universo lleno de vida. Tenía la esperanza de que cada una de sus gotas abrazara mi cuerpo intentando recordar cada momento de esos en los que tu lengua empapaba, gota a gota, cada centímetro de mi piel. Me estaba muriendo de pena intentando recordar cómo me matabas de placer. Buscaba tus ojos salvavidas y , al no encontrarlos, me di cuenta de que sin ti no existía milagro alguno que permitiera la vida. Cerré los ojos y me dispuse a flotar deseando que, aunque fuera un sueño, aparecieses de nuevo para acurrucarme entre tus brazos, para sentirme a salvo del infierno que suponía que mis labios nunca más probasen tus besos. Al tiempo descubrí que había perdido tu recuerdo. Supuse que la sal lo habría cristalizado y depositado en algún lugar de esos que ni se conocen ni se conocerán, de esos que nunca sabrán que existe un opuesto a la oscuridad. Notaba el mar penetrando por todos y cada uno de los orificios de mi cuerpo sin vida. Un haz de luz estaba siendo desprendido del cristal de tu recuerdo, iluminando el camino que me llevaría a tu cielo. Escuché aquel canto de sirena que acariciaba mis oídos cada vez que me decías que serías mía para siempre, que nunca nada nos separaría. Te vi más bella que nunca, invitándome a tu cielo con una de aquellas sonrisas que me dedicabas cuando te robaba un beso cada vez que te enfadaba. Allí estabas, demostrándome que no me mentías cuando me decías que eras mía, demostrándome que lo que creía efímero, ahora era eterno. 

Querida rosa maldita.

Dicen que no hay peor sensación que sentirte solo aun estando rodeado por decenas de personas. También dicen que más vale solo que mal acompañado, que segundas partes nunca fueron buenas y que todo se acaba, que no existe lo eterno, que todo es efímero. Ni si quiera el tiempo durará para siempre. Todo acaba, todo muere. Ni si quiera un recuerdo dura para siempre. Ojalá. O quizá mejor. Un recuerdo que se borra es una página rota, quemada, reducida a cenizas, un sufrimiento menos o una pena más. Pero no todos los recuerdos se borran, algunos se graban a fuego y es imposible desprenderse de ellos. Supongo que ellos son los encargados de definirnos, de decidir quiénes seremos a partir de ese instante. Y juro que me gustaría olvidarte y recordarte para siempre. Tú me hiciste grande y tu recuerdo me hace pequeña. Soy débil ante ti, ante una simple fotografía tuya. Lo odio. Alguien que no supo ver el valor no debería hacerme débil. Pero tocaste tanto que es imposible sacarte. Y mira que lo intento, pero ahí sigues, tocando fondo, haciendo que tu recuerdo duela. Y quiero olvidarte, pero supongo que no se puede olvidar a alguien que te ha hecho como eres hoy día. Ahí está tu libro, guardado junto a mis tesoros más preciados. Ahí está tu página, doblada sutilmente en una esquina, desgastada de tanto leerla, decolorada, difuminada, pero presente desde y durante mucho tiempo. Incluso cuando las letras se borren mi recuerdo será capaz de escribirlas una y otra vez, aunque de nada sirva. Toda rosa marchita, menos aquella arrancada de un jardín maldito. Querida rosa maldita, maldigo el día en que me clavé tu espina. 

Tu cielo, mi infierno.

Almas perfectas encerradas en cuerpos tachados de ser imperfectos. Almas imperfectas que se vuelven perfectas al habitar un cuerpo al que dicen perfecto. Infierno gobernado por ángeles con forma de demonio. Continuemos permitiendo que el infierno sea el hogar de todos esos grandes a los que el vulgo se atrevió a juzgar sin ni si quiera escuchar. Permitamos que ganen el cielo a base de injusticias, mientras que aquellos verdaderamente justos luchen por un asiento en el infierno. Sigamos haciendo de la víctima un verdugo. Sigamos viviendo de rodillas bajo la dura suela de sus zapatos. Sigamos observando como mueren los pocos que se ponen de pie. Ellos son muchos, pero nosotros somos más. Más que parecemos menos desde el suelo. Levantémonos, luchemos por lo que es nuestro. Dejemos de ser ignorantes. La fuerza reside en nuestro cerebro. Nosotros decidimos si corderos de camino al matadero o zorros hábiles y astutos. Si los de abajo se mueven los de arriba se caen. ¿Por qué motivo aguantar injusticias de gente que no sería sin nosotros? Sigamos discutiendo entre nosotros, desviando nuestra atención de nuestro verdadero enemigo. No les demos lo que quieren, demostremos que tenemos voz y que queremos ser escuchados, que somos capaces de lo que nos propongamos solo si nos esforzamos. ¿Por qué rendirnos antes de empezar? Actuemos y dejémonos de hablar. Digamos basta, luchemos por recuperar lo que quieren que perdamos. Somos la base, hagamos que nos escuchen. 
 

Tú y yo.

Te escribo aunque no me leas. Escribo al aire que tocas mientras paseas. Escribo en la arena pero se lo lleva la marea. No hay manera de recordarte que existo, de recordarte que soy importante. ¿Desisto? ¿Insisto? Quizá pierda el tiempo recordándote, buscándote entre cenizas, rescatándote de las memorias que juré haber hecho trizas pero nunca me atreví a tocar. ¿Por qué tú? ¿Por qué yo? ¿Por qué las dos? Fuiste tormenta, huracán, tsunami, volcán y al mismo tiempo mansa mar. Fuimos todo y nada. Fuimos a medias. Nuestra novela contaba con páginas arrancadas y con palabras desgastadas, con besos enjaulados entre barrotes de miedo, con miradas que ansiaban la libertad de unos cuerpos. Fuimos creadoras de nuestra aventura. Queríamos vivirla, o al menos yo quería. Nos queríamos, o eso creía. Nos amábamos, ¡claro que nos amábamos!, o al menos, eso era lo que demostrábamos.