jueves, 26 de julio de 2018

Calma, liberación.

Si algo estoy aprendiendo es que no hay que buscar, hay que fluir y dejarse encontrar. La paz, la tranquilidad, la claridad interior... Todas esas cosas intangibles, inmateriales, etéreas... ¿Para qué centrarse en buscar con los ojos una cosa que no se ve?

La calma no lleva comas, no se escribe, no se pide. Llega, como una bocanada de aire fresco en mitad de un incendio; como avistar tierra firme desde una patera a la deriva; como el rayo de sol que invita al arcoíris a jugar con la tormenta.

Estoy tranquila porque después el huracán he sabido andar sin ti, descolgarme la mochila con los escombros de nuestro edificio, construir mi casa con vistas al mar y llenarla de ventanas sin cristales: por mucho que cierres mi puerta, jamás acabarás con mi luz. 

No navega quien tiene un barco, sino quien tiene un mar - como diría Elvira Sastre. Y ella, o sea yo, "lleva el mar entero en los ojos". 

Y ahora me pregunto yo: si llevo el mar entero en los ojos, ¿qué me hace pensar que no cabe en él tu recuerdo?

Pero tu recuerdo flota, protegido por un bote de cristal. Y yo, mientras tanto, solo le pido a mi paz que no se esconda cuando la deriva de mi olvido te guíe de nuevo hasta mi playa.

jueves, 12 de julio de 2018

Cuando uno se va.

Ayer volví a casa andando un camino que tantas veces anduve contigo. Y lo hice con otro color de ojos, con un peso diferente en la espalda, con una sonrisa y no con el corazón en un puño. Y entonces, entendí una de las estrofas de uno de los poemas que tanto te leía. 

Volví a casa y no me pesaban las piernas, sino que me sentí más ligera que nunca. Porque estar contigo fue más acierto que error, aprendí nuevos caminos y nuevas maneras de pisar un mismo suelo, y entendí que dejo más huella ahora que no voy de tu mano.

Miré a tu portal, y por primera vez no lo hice con pena sino con orgullo y felicidad: no le guardo rencor a nuestra historia y tampoco te lo guardo a ti. Estoy orgullosa de haber crecido contigo, pero más lo estoy de no haberme detenido cuando soltaste mi mano.

Con esto quiero decirte, por si un día me lees, que no me gustaría que sintieses rencor, ni que el recuerdo de nuestras páginas escritas sea humedad para tus alas: siempre he querido verte volar. Me gustaría que, cuando mirases atrás, mi recuerdo no te nublase la vista, sino que te diese fuerzas y pudieses ver todo lo que puedes conseguir si te lo propones.

Que el pasado solo sirve para coger fuerzas, para saber la oscuridad que hemos llegado a tener y apreciar aun más la luz.

No te guardo rencor, te guardo cariño. Y te guardo con amor, con ese amor que siempre te he tenido y siempre te tendré. Nunca busqué ni buscaré hacerte daño: tus heridas me sangraban, tu dolor me cortaba, tu sonrisa me daba alas.

El día que entiendas que nunca fui contra ti sino que intenté ir contigo, ese día, sabrás todo lo que has perdido.

La poesía - igual que todo lo demás - no hay que entenderla, hay que vivirla. Cuando se viven, las cosas se entienden solas.

martes, 10 de julio de 2018

Miedos libres.

Soy de esas que anda mirando su reflejo en cada portal por el que pasa. Porque sí, porque puedo, porque me gusta verme y sentirme atractiva.

Hace tiempo que recuperé la sonrisa, y me he prometido no volver a dejarla en manos de nadie. Cuando se me borra la sonrisa, pierdo la luz y de repente mis monstruos se sienten perdidos: entonces, tengo miedo.

No me gusta vivir con la angustia latiendo en mi pecho, con las heridas sangrando y supurando, con las alas rota y las ganas abatidas.

Me gusta vivir con el eco permanente de las carcajadas en mis entrañas, con los miedos libres: así ya no asustan. 

Tengo un jardín que riego y alimento con mucho ánimo y cariño,  al que dedico tiempo y me gusta ver bonito. Un jardín del cual se nutren mis fantasmas, con mariposas haciéndoles cosquillas: la risa de esos miedos intangibles me llena de paz y me hace volar.

Pensé que después de nuestra guerra sería inútil encontrar mi paz, y ha sido mucho más fácil de lo que imaginaba. Lo difícil está siendo reconstruir la ciudad; mas ya no hay escombros que me impidan el paso: he aprendido a abrirme camino entre las ruinas.

[...] andando es mucho más fácil llegar [...] - Canción de Paquita Salas -. 

viernes, 6 de julio de 2018

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

El tiempo pone a cada uno en su lugar; y yo no sólo tengo mucho tiempo, sino que también muchas ganas de estar en mi sitio. 

Cada vez tengo más claro que mi sitio, hoy, no e estar junto a ti. Mi sitio está donde laten los buenos, los que siempre están ahí, mi sitio está junto a mi familia y mis amigas y amigos. 

¿Sabes? Un amigo es quien te dice lo que no te gusta escuchar, quien te avisa de que tienes delante un muro, y quien pese a que tú decidas darte de bruces con él sigue a tu lado, tendiéndote una mano y apoyándote pese haber tomado una decisión equivocada. 

También he aprendido que si quieres que tu entorno no se vaya hay que cuidarlo. Pero ojo: nunca por encima de una misma. Ese fue mi error: ponerte por delante de mí. Y no me arrepiento; estoy orgullosa de verlo a tiempo de no repetir el mismo error dos veces. 

¿Cómo se cuida de un amigo? Simplemente tendiendo una mano cando hace falta. Tal vez lo más útil a la hora de tratar de ayudar a alguien sea, simple y llanamente, un "si necesitas hablar, aquí estoy". 

Sin embargo, para saber cuidar a un amigo hay que saberse cuidar uno mismo. Y eso es lo difícil. 

Y lo difícil se supera con garra, empuje, ganas, constancia y positivismo. De nada sirve contar los tropiezos y cegarnos ante los aciertos. 

lunes, 2 de julio de 2018

Una segunda bala.

Sé que hubo una segunda bala y que no fue dirigida a mi pecho. Pero da igual: tu sangre no me sirve de nada. Dos heridos de gravedad difícilmente podrán ayudarse, sobretodo si el que apenas puede andar se cree capaz de correr pese a caerse en cada esquina. 

No me consuela que tengas el alma rota y que ni si quiera lo sepas. Hubo un momento en el que me preocupó, y sé que habrá un momento en el que me dé igual todo lo referente a ti. Ahora me da lástima ver cómo una persona que puede aprender a andar y luego a correr, intenta huir de sus miedos condenándose a vivir frustrada y postrada para siempre: todo por no abrir los ojos. 

Yo no soy culpable de este desastre, ni de tirar piedras contra mi tejado; sin embargo quiero limpiar toda la sangre y barrer los cristales, quiero andar sin cortarme con tu recuerdo. 

¿Cómo me pude enamorar de alguien que solo sangra? Es más, ¿de alguien que solo sangra porque está rodeada de cristales y no quiere barrer? 

Sé que todo aquello no lo puedo cambiar, y que voy a hacer un esfuerzo para quedarme con lo positivo, bastante peso yo como para arrastrar un recuerdo. 

Voy a aprender de nuevo a vivir en el hoy y a olvidarme de un mañana lleno de sueños que no tengo ni idea de si algún día llegarán a cumplirse. 

Quiero ser yo, y como querer es poder: voy a ser yo de nuevo. 

¿El aprendizaje? Saber que por encima de mí no va nadie: ni si quiera tú.