viernes, 22 de junio de 2018

Mi manera de gritar.

A veces es necesario gritar, pero a mí no me gusta hacer ruido y por eso escribo. 

Hay canciones que no quiero escuchar, pero la música es libre y alguna que otra maldita nota llega a mis oídos. Su ritmo aun me recuerda que hace un mes y medio que acabó una historia más por respeto hacia mí misma que por ganas de acabarla, que la herida producida tras levantar los cimientos, tan larga y profunda, está bien pero aun cicatrizando, está tierna y duele y sangra a veces. Ciertas melodías ahora hacen más daño que curan. 

Sé que llegará un día en el que dichas canciones me hagan bailar de nuevo solo con mis pies, haciendo el camino más ameno y entretenido, y que invitarán a nuevos pies que quieran recorrerlos conmigo, pies que no se dediquen a aplastar las flores del jardín de uno y que miren por cultivar las del suyo propio. 

Sin embargo, quiero aprender a disfrutar del duelo, a mimarme desde dentro, a entenderme desde ahora y para siempre - otra vez - y a sacar un aprendizaje de donde muchos solo ven error. No quiero que se vaya rápido, las heridas son como un buen guiso: mejor a fuego lento y con tiempo. 

No te guardo rencor, he decidido que quiero ser liviana y el rencor es una losa que no quiero arrastrar. El dolor, poco a poco, se va desmigajando y van quedando pequeños rastros en el camino por si alguna vez decido mirar atrás ver cuán lejos he llegado. 

Estoy subiendo las escaleras de nuevo, espero que algún día tú también encuentres el muelle que te ayude a coger impulso y te sea más fácil el camino. 

Tu fuerza siempre estará en ti, solo tienes que querer buscarla.