sábado, 25 de julio de 2015

Te quiero.


Te odio tan fuerte como te amo. Te olvido tan a menudo como te recuerdo. Y te añoro con la misma intensidad con la que te sueño. 

Sin ti todo son abrazos rotos, versos a medias y palabras sin tinta.

Desde que te fuiste mi corazón no late de la misma manera, el sol tarda más de lo normal en asomarse a mi ventana y la luna ya no ilumina mis bailes porque no son contigo.

Desde que te fuiste se me olvidó vivir y camino entre recuerdos arañando paredes que me revelen cómo se vive sin ti.

Desde que sé que te quiero solo sueño con abrazarte, mi meta son tus besos y mi mayor deseo desnudarte el alma con una mirada.
Me quita el sueño pensar con acariciar tu piel, con enredar mis dedos en tu pelo y volar entre susurros hasta más allá del cielo.

Las musas solo me visitan cuando digo tu nombre y sangran mis heridas, cuando me duele el recuerdo de nuestro último y fugaz abrazo.

Tengo tu perfume tan clavado en mi mente y tus ojos tan clavados en mi alma que no puedo seguir caminando sin ti.

Me siento a esperarte, haciendo amagos de continuar con mi camino para ver si aceleras.
Pero tú sigues igual, a tu ritmo y por tu camino, ese que sigue una línea totalmente paralela a la del mío.

Para ti sigo siendo una sombra en la oscuridad de la noche, una pesadilla entre cientos de sueños, un tropiezo digno de un borrón y cuenta nueva.

Me olvides o no yo te seguiré recordando, y créeme si te digo que cada vez me da más miedo olvidarte, si cada vez me asusta más la realidad de no volver a mirarte.

Te adoro,  te lo recordaré siempre que lo olvides y siempre que finjas haberlo olvidado.


Te quiero, te lo diré hasta romperme la garganta, hasta que el viento se lleve todos mis susurros y no me queden fuerzas ni para un último aliento.

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