lunes, 6 de julio de 2015

Mi amiga la muerte.

Es solo cuando el pasado llama a nuestras puertas cuando nos damos cuenta del tiempo que ha transcurrido. No somos conscientes de que nos comemos los años como si fueran caramelos sin ni si quiera saborear los minutos. Decimos que el tiempo vuela, y quizá volamos nosotros tratando de huir a realidades carentes de tiempo, porque somos más felices al romper las esferas y detener las agujas que cronometran nuestras vidas. Somos más felices cuando nos sentimos libres, cuando rompemos las cadenas y disfrutamos así nieve o lluevan rayos de sol, así pasen días o años; somos más felices cuando volamos, cuando soñamos, cuando no nos preocupamos por nada que no sea sonreír. Soy feliz cuando vuelo, ya sea entre las páginas de un libro o cuando paso por lugares a los que fui contigo. Soy feliz cuando escribo y cuando me lees, cuando te sientes identificada con cada letra, cuando consigo dibujarte una sonrisa o cuando lleno un poco más tu alma con sentimientos en forma de textos. Pero, ¿qué es la felicidad? Posiblemente solo un estado de ánimo, solo esos pequeños momentos en los que sientes que tocas el cielo con la yema de tus dedos - y después se te escapa - , solo unos segundos y seguramente no todos los días, pero son esos segundos que, según dicen, te alargan la vida. Pero no nos olvidemos que la felicidad no sería nada sin su amiga la tristeza, al igual que la vida no tendría sentido si no existiese la tan odiada muerte. Y a lo mejor morir significa cambiar de videojuego, cruzar un portal y aparecer en otra galaxia y en otro planeta en el que también haya vida. La muerte le da sentido a nuestros días. Medimos el tiempo como con miedo, porque sabemos que las agujas las detiene la muerte y que solo ella decide en qué momento hacerlo. Quizá por eso nos esforzamos en disfrutar y en perseguir la felicidad, porque no sabemos nada del futuro salvo que a él pertenece tu próximo latido. Quizá ahora mismo, mientras se me van desgastando los dedos, la muerte me acecha esperando a que ponga el punto y final. Querida muerte, ven cuando quieras, me encontrarás tratando de ser feliz entre aquellos que te temen, entre aquellos que no saben que nadie muere mientras es recordado. 

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