martes, 1 de diciembre de 2015

Carpe diem.

A veces me vuelven a asaltar esos demonios que conseguí derrotar hace algún tiempo, a veces vuelve a despertarme la pesadilla en la que te pierdo, a veces oigo tu risa transformada en un amargo llanto y se para el reloj al que dan cuerda mis latidos. A veces, te prometo que solo me pasa a veces, vuelvo a sentir el miedo respirando en mi oreja. Y es que ahora que cuento con tus huellas haciéndose más fuertes con las mías me da miedo perderte y que, desde ese momento, mis huellas se conviertan en pisadas tan suaves que ni si quiera dejen marca. 

Sin embargo, cuando no es a veces, me ocupo de disfrutar de cada segundo contigo. Quiero sacarte tantas sonrisas como segundos pase en tu vida, ayudarte a levantarte después de cada caída, enseñarte que, por enrevesado que pueda ser el laberinto, este siempre tendrá una salida. 

Siempre he dicho que somos un puzzle, pedacitos de gente con quien compartimos caminos y lo que no son caminos; pero es que ahora lo sé mejor que nunca. Eres esa gota de agua que potencia el crecimiento de una semilla que, pese a haber estado oculta tantos años en mí, es ahora cuando empieza a echar raíces. Eres la cara B que completa mi cinta, la luna que completa la noche o el sol que completa los días. Eres esa magia que detiene las agujas de mi esfera, que borra ese mañana que atormenta mi mente, y que me lleva a vivir un presente en el que nunca falta una sonrisa. 

Eres ese sentido que nunca había encontrado, el norte que hace tiempo perdí, la fe que jamás pensé que existiera. Y me da igual si mañana se separan nuestros caminos, si mañana no recuerdo todo lo que hoy hemos sido, si mañana no queda nada de todo lo que hoy hemos vivido. 

El secreto que tanto tiempo busqué no es más misterio que vivir el hoy. Y por más que trate de explicarlo, todo se resume siempre a lo mismo, a una máxima que tú me ayudaste a entender: carpe diem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario