lunes, 28 de diciembre de 2015

Cómo te explico.

Conectar los auriculares y echar a andar intentando perderme en algo que no sean tus ojos. Subir el volumen, tanto que incluso duele, en un absurdo intento de callar mis pensamientos y sacarte por un segundo de mi mente. Andar hacia el puerto, a ver si encuentro algún navío que me lleve lejos de ti mientras finjo que no he venido a buscar tu barco. Aun no ha llegado, ¿cuándo aprenderé a esperarte? Creo que nunca, siempre y cuando siga queriéndote tanto. ¿Vuelves ya? 

A ver cómo te explico: no me duermo si no es en tus brazos, no me valen los sueños si no puedo regalártelos y las cien mantas con las que me arropo cada noche no sirven para calmar el frío que has dejado en mi alma; por no hablar del agujero cada vez más profundo en mi pecho. 

Cómo te explico que no encuentro tacto más suave que el de tus manos, que se me hace imposible no escribir tu nombre cuando me hago con un poco de tinta, que te llevaste el aire que necesito para respirar. Cómo quieres que te explique que cuanto más te busco menos te encuentro. Cómo te excplico que ni yo misma me entiendo, que me siento más perdida que nunca, y no me valen brújulas porque has cambiado el sentido de mi vida. Cómo te explico que el mejor regalo que me puede dar la vida eres tú. 

Abrázame tan fuerte que sienta que vas a hacer de mis huesos puro polvo, abrázame y no me digas nada, solo aprieta mi pecho contra el tuyo y déjame escuchar, con cada uno de tus latidos, que todo va a estar bien, que has venido para juntar los trozos que había hecho de mi alma y que nunca jamás se volverán a separar.

Abrázame y déjame sentir que, por un segundo, voy a tocar el cielo. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario