domingo, 24 de abril de 2016

Quiero ser soñador.

Quiero ser la pluma de la que nacen tus versos y los labios a donde van a morir tus besos. Quiero ser la risa que provocan tus cosquillas y el reloj al que le detuviste las manecillas. Quiero ser la arena sobre la que dejas tus huellas y al mismo tiempo el mar, para nadar sobre ellas. Quiero ser el atardecer de tus días de verano y el invierno en un día soleado. Quiero ser el lienzo y la pintura de tus cuadros, y quiero ser el ignorante que te admire embobado. Quiero ser el arte del que tanto me hablas, quiero ser tu mayor sueño cumplido, quiero ser tu meta y también el último de tus objetivos. 

Quiero ser el pájaro que envidie tus alas, la brisa que tenga el placer de rozar tu cara y el sol encargado de iluminarte la vida. Quiero ser el final del túnel, la salida del laberinto, el despertador en una pesadilla y el dulce después de un trago amargo. Quiero ser la cicatriz después de una herida de bala, la fuerza que te mantenga viva aunque te falten las ganas, el motor de tus sueños y el colchón de tus huesos.

Quiero ser la luna que ilumine el vals de tu vida, las estrellas que acompañen tus noches de primavera, el rugido del mar y las olas que nunca se cansarán de bailar. Quiero ser tu plan B, tu compañera de aventuras y el papel sobre el que dance tu pluma. Quiero ser la mariposa que revolotee en lo más profundo de tu ser o la margarita que desvistas preguntando si te quiere. 

Quiero ser libre, quiero ser quien quiera ser.

sábado, 23 de abril de 2016

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Suma y sigue; multiplica, y también divide, pero solo las penas. Disfruta de la risa en compañía y comparte también aquello que no es alegría. Ríe, baila, sueña: ¡VIVE! Como si no hubiera un mañana, respira como si fuese la última bocanada de aire que puedas tragar y canta con toas tus fuerzas la canción que quieras bailar. Y si llueve que le jodan a las nubes en lugar de a ti, que la lluvia te joda el pelo pero no el día, y que un resbalón no sirva de excusa para no seguir caminando. Que si tropiezas levantas, que no hay dos sin tres, que hay que ser como los de Alicante y tirar palante'. 

Hazme un favor, ponte las alas, vístete de plumas y sal a volar; adorna el cielo con tu gran despertar y silencia de una vez por todas a los motores de esta ciudad. Cómete el mundo sin la necesidad de tener hambre, devora a todo aquel que quiera pasarte por delante e incluso aplastarte para intentar verse más grande. Sonríe, joder, sonríe; que además es gratis. Y que te miren los locos que no se atreven a ser felices, y que te envidien aquellos que engulleron su alegría junto con las perdices. Y que me mire el mundo, que hoy he decidido vivir para ser feliz.

Trabaja duro - suele ser la única forma de conseguir algo - y persigue tus sueños por lejanos que parezcan, nunca sabes en qué momento podrás acariciar el horizonte, nunca sabes en qué momento verás la línea de meta, pero sabes que, por duro que pueda ser el camino, el que la sigue la consigue.

Y si caes, punto y coma; tómate un respiro, coge aliento y recupera fuerzas, afuera te espera la vida, aprieta los dientes y levanta, puedes con todo aquello con lo que quieras poder. Sigue joder, nunca pares de correr con el tiempo, que la muerte es lo eterno y la vida, el momento; 

jueves, 21 de abril de 2016

Un corazón en cada puerto.

Quizá me duele que tus versos vayan acompañados de sus huellas y los míos, tan del viento como tuyos, ni si quiera tengan sombra. Quizá me duele que tus musas lleven el placer a bocas ajenas y las mías, tan libres como tú, decidan dormir siempre en el mismo colchón. Quizá me duele que vuestra química, tan vuestra como mía, no se parezca en nada a la que forma la vida. Quizá solo me duela no poder verte reír.

Y es que doler, lo que es doler, solo dueles tú. Y que mis versos, tan tuyos que ya ni parecen míos, dejen su identidad atrás y empiecen a volar. Y la risa, la risa también duele cuando suena vacía, y si no la llenan tus cosquillas tampoco lo harán mis sonrisas. Y el cielo también duele cuando se van las estrellas, y la lluvia también moja, y las flores se deshojan, y los locos afirman que aun así la vida es bella.

Y así como un marinero tiene un corazón en cada puerto, tú, aun sin quererlo, siempre tendrás un "te quiero" en cada uno de mis versos. 

martes, 19 de abril de 2016

A contratiempo.

Supongo que ya está, que al final ha sonado el despertador que tantas veces he apagado y que, de una vez por todas, su espantosa melodía ha conseguido devolverme a la realidad. Supongo que ha conseguido despegar las sábanas de mi cuerpo aun dormido y tirar de mí con la cuerda imaginaria que conecta el ritmo del reloj con mis andares. Supongo que al final he decidido salir de la cama para intentar ganarle la carrera al tiempo, para intentar convencerme de que volverá por mucho que digan que nunca lo hace, de la misma forma que esperaba tu regreso pese a que me dijeras que no volverías.

Supongo que intenté rebobinar mi vida como si de una película de las de antes se tratase, que intenté buscar la cara B de la cinta y olvidé que mi canción preferida sonaba en ese momento en la otra cara de la vida, en la que corría con el tiempo. Supongo que intenté soplarle al viento y hacerte llegar mi brisa con un mensaje que dijera que aun seguía esperando en el último lugar en el que fuimos una.

Imagino que mi esperanza todavía no estaba rota y que, pese a todas nuestras grietas, seguía creyendo en el amor eterno; en la más pura idealización de una vida contigo. Eso es todo. A lo lejos, como con miedo, se acercaba la realidad, con paso lento pero firme, avisando el golpe e intentando preparar nuestro cuerpo frente al miedo; y al final, enrabietada porque la comparasen con el pastor y el lobo, golpeó con más fuerza que nunca y no solo me ha roto los miedos, sino que me ha roto hasta el aliento.

Supongo que la culpa fue mía, por querer vivir entre sábanas esperando la metamorfosis del alma, por querer despertar en la utopía que había creado con mis sueños, por intentar modelar la vida a mi antojo y olvidarme de vivirla.

Tiempo uno, idiota cero. Veamos quien muere primero.

jueves, 7 de abril de 2016

Disculpa, creo que te quiero.

¿Me puedes decir, si no es molestia, qué clase de pacto has hecho con el diablo para que todo me recuerde a ti? Explícame también por qué recuerdo cada pequeño detalle que me has contado de ti, por qué últimamente el insomnio se apodera de mí y por qué, muchas veces, tan solo trato de hacerte reír.

Confieso que más de una vez he dejado en la almohada las sorpresas con las que pretendía deshacer un poco tu rutina, que cualquier excusa era buena con tal de intentar hacerte feliz, que te he modelado con algodón un mundo lleno de momentos a compartir. Confieso que también ha habido tiempo en mi utopía para el deseo, para imaginar que te beso y dejar fluir mi mente en la irrealidad de tu cuerpo.

Me pregunto si algún día seré capaz de saber por qué tu perfume me inunda toda cada vez que me abrazas y, no contento con eso, me persigue hasta que se acostumbra mi vida a latir sin estar entre tus brazos. Supongo que es el latido de menos encargado de contrarrestar los latidos de más que me generas. Me pregunto también por qué automáticamente sonrío cuando me miras, pero eso viene después, cuando me miras solo puedo mirarte y dejar que las hormonas de la felicidad recorran mi cuerpo de pies a cabeza en menos de lo que dura un segundo.

Resulta absurdo que me parta los cuernos intentando resolver un porqué cuando lo que más deseo es decirte: bésame.

lunes, 4 de abril de 2016

Mójate.

Dejemos que la lluvia sea el sol de nuestros días nublados, un motivo más para bailar o, simplemente, una mera excusa para abrazarnos. Vamos a olvidar los paraguas en casa, a dejar que las gotas nos calen hasta los huesos y se nos purifique el alma. Vamos a arrastrar las penas con cada gota que se deslice por nuestro cuerpo y a saltar sobre los charcos como cuando éramos pequeñas. Dejemos las películas y las mantas para los débiles y salgamos a comernos el mundo, la vida y las sonrisas, ahora, ya, antes de que deje de llover. 

Olvidemos los abrigos en casa, no hay mejor calor que el que me da tu risa, ni mejor hogar que el que me das con solo mirarme. Relajémonos con cada gota que muere en un tejado cualquiera de una ciudad cualquiera en un día de lluvia cualquiera. Salgamos a la calle, sin prisa, sin miedo a enfermar, sin miedo a que las gotas empapen los cristales que me dan la nitidez necesaria para verte. Pintemos con nuestros colores el lienzo gris que dibuja hoy el cielo. 

Hagamos de la lluvia el remedio contra el estrés, la ansiedad o la tristeza, destruyamos el mito de que los días en blanco y negro son días tristes y rompamos los paraguas que nos hacen de barrera. 

Y es que, si la vida está hecha para mojarse, ¿por qué nos condiciona tanto que llueva?