lunes, 19 de octubre de 2015

Sigue luchando.

Hay veces en la vida en las que, simplemente, te toca apechugar. Hay sucesos que suceden, porque sino no se llamarían sucesos, y que cambian por completo tu percecpión de la vida. Hay ausencias que más que carencias dejan obligaciones y cambios tan bruscos a los que no resulta fácil adaptarse. Muchas veces te dicen que cuando seas padre comerás huevos; sin embargo, otras veces, ni si quiera te preguntan si te apetecen, sino que te los ponen delante y ya te apañarás tú con ellos. Y es que hay veces en las que te llegan responsabilidades de golpe, en las que cambia tu rol sin necesidad de que hayan culpables; hay veces que, en la ruleta rusa de la vida, te toca la bala. 

Si eso pasa, tómate un segundo para respirar. Recuerda que después de una noche siempre sale el día, que detrás de una cruz siempre hay una cara y que la tristeza puede ser felicidad vista desde otro ángulo. Recuerda que tienes tiempo, aprovéchalo, te mereces el tiempo que necesites para volver a estabilizar tu barco, para volver a encender la vela, para volver al camino del que momentáneamente has salido. Nadie anda nunca en línea recta, es imposible no torcerse, a veces incluso encuentras una ruta mejor a la anterior, es solo cuestión de tiempo. 

Nadie nace sabiendo todo, todos nacemos sin saber nada. No te agobies cuando no puedas salir a flote, recuerda que si te tranquilizas será el mar quien te ayude a respirar de nuevo. Un giro inesperado, que dé media vuelta a tu vida, puede enseñarte el mismo camino desde otro punto de vista, puede que te enseñe cuánto has avanzado y te pida, por favor y de rodillas, que nunca te rindas.

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