domingo, 27 de marzo de 2016

Rómpeme la vida.

No tienes cojones a romperme el corazón, a dejarte de grietas y a dividir en dos, en cuatro, en ocho o en los pedazos que te dé la gana, la maquinaria que me da vida. No tienes cojones a decirme de frente, mirándome a los ojos, que no me quieres, que todo son imaginaciones mías, y no tienes cojones a hacerlo porque sabes que me quieres.

Hazlo, te lo estoy pidiendo a gritos, que me destruyas y desmontes este sueño sobre el que he decidido vivir; que me rompas el alma y la hagas añicos, que me rompas cada ilusión sobre la que, como niña que soy, he forjado mis cimientos. Rompe cada abrazo, cada caricia, cada beso que nos hemos dado. Rompe el recuerdo de nuestras manos unidas vagando por el mundo. Rómpeme la memoria. 

No tienes cojones a olvidarme, o a hacer que te olvide, no tienes cojones a reconocer que andabas buscándome y que me encontraste porque me dejé encontrar, porque yo también te buscaba. No tienes cojones a dejarte de "quizás" y pronunciar un "sí" o un "no", no tienes cojones a hacerlo fácil, aunque sea por una vez en tu vida.

Y yo no tengo cojones para olvidar cada ilusión, para dejarme de tonterías y abandonar la película en la que he decidido vivir. No tengo cojones para gritarle a los cuatro vientos que te deseo como nunca antes he deseado a nadie, que eres la persona más interesante que hasta el momento ha cruzado mi vida y que me robaste el sueño desde el día en el que me dijiste tu nombre.

¿Acaso no lo entiendes? Te estoy pidiendo que me mates - o que me quieras, que viene a ser lo mismo.

Háblame de ella.

Quiero que me hables de ella, que me cuentes cada detalle con el que te hace feliz y que desgranes cada una de las sorpresas con las que decide romper la rutina de vuestros días. Quiero que me digas cuánto la quieres, cómo te robó el corazón y lo enamorada que estás de alguien que no soy yo. Quiero que me hables de la perfección que ves en su imperfecto ser, que me bombardees con vuestras historias hasta hacerme pedazos y que atentes contra este amor que rebosa por cada poro de mi piel.

Quiero que me digas que se te va la vida cuando la miras, que te duele el pecho cuando pasas más de dos días sin verla y que, cada vez que vuelas, te tiemblan tanto las alas que tardas el doble en volver a tener los pies en la tierra. Dime que te devuelve la ilusión que tenías de niña, que te sujeta la vida cuando se te cae el alma a los pies y que nunca en tu vida has querido a nadie como la quieres a ella.

Dime que nunca tendré sus ojos o su pelo, que nunca mi perfume podrá compararse con el de su cuello y que jamás mis manos serán tan suaves como el tacto de sus dedos. Dime que mis letras nunca alcanzarán la belleza de sus cuadros, que para ella la palabra "diafragma" es algo más que el músculo que nos permite respirar y que jamás podré luchar contra la paz de vuestro hogar.

Dime que la prefieres a ella, dime que soy tu pasatiempo favorito, que me sostienes la vida porque no puedes sostenerle la suya, que me miras por mirarme y que nunca te has perdido en mis pupilas. Dime que soy una ilusa por creer que alguna vez me has mirado el alma, dime que nunca en tu vida he alterado tu calma y que, por mucho que lo parezca, no me quieres tanto - por no decir nada - como yo a ti.

Dime que la quieres.

viernes, 25 de marzo de 2016

Nos faltan cojones para ser felices.

Echo de menos tu risa, tu mirada, tu voz y tus manos. Echo de menos esa forma tuya de comerte las palabras, la forma que tienen tus ojos de ver el mundo y la seguridad que siento cada vez que tu mano sostiene la mía. Echo de menos que me seduzcas, que me enganches con tu palabrería, que me enseñes el mismo paisaje desde mil perspectivas y morirme de interés por ti. Te echo de menos.

Echo de menos mirarte, cuidarte aunque no lo parezca, abrazarte, regalarte los latidos de más que genero cuando te veo, endulzarte la vida e intentar hacer de ti alguien más completa. Echo de menos tenerte cerca, hundir mi cabeza en tu pecho y vivir por periodos cortos de tiempo un mundo sin fin.

Nos volveremos a ver, en menos de lo que canta un gallo habré abierto los ojos y te estaré viendo, y me estarás comiendo la vida porque te faltan cojones para comerme la boca, y me comerás la oreja también pero solo con palabras. Y a mí me faltan cojones para decirte que me muero por desnudarte cada vez que te veo, para decirte que yo, que andaba buscándome, me perdí cuando te encontré y desde entonces no he vuelto a encontrar mi camino. Te faltan cojones para quererme y a mí me faltan cojones para decirte que llevo meses enamorada de ti. Nos faltan cojones para querernos.

Espero que el día en el que nos sobren cojones también nos sobre el tiempo.

lunes, 21 de marzo de 2016

Me quedo contigo.

Me quedo con todas y cada una de las sonrisas que a punta de abrazo - por no decir de pistola - me sacas. Me quedo con todos y cada uno de los abrazos que hasta ahora nos hemos dado utilizando cualquier excusa como pretexto para hacerlo. Me quedo con todas y cada una de las veces que he sentido tu mano sujetando la mía y, con ella, tu alma sujetándome la vida. Me quedo con todas y cada una de las veces que has decidido sumergirme en el mar que simulan tus ojos.

Me quedo con todas y cada una de las cosquillas que siempre te busco, con cada momento en el que me he sentido pequeña y gigante al mismo tiempo gracias a ti, con cada beso que he conseguido darte y con los pocos "te quiero" que mis labios se han atrevido a lanzarte. Me quedo con cada verso que te he dedicado, me quedo con que no lo sepas y con la opción de sorprenderte si algún día te digo que en todos mis poemas tu nombre va escrito. 

Me quedo contigo; me quedo con tus más pero sobre todo con tus menos, con tus manías, con tus deseos, con tu forma de salir al mundo y luchar por lo que sientes tuyo. Me quedo con tu indecisión y con mis ganas de patear al miedo. Me quedo con la moneda que lanzaste y salió cara, con el disparo que "salió por la culata".

Me quedo con lo malo pero sobre todo con lo bueno. Me quedo con el latido de más que a veces es de menos, con las paredes del hogar al que pones techo, con tu risa, con tu voz y con las ganas que tengo de empezar a volar. 

Por eso, y por muchas cosas más que aun no sé explicar, me quedo contigo.

domingo, 20 de marzo de 2016

No me digas que no me quieres.

Otra espina más clavada, otra rosa que marchitará en el rincón en el que muere mi poesía; esa poesía que muere porque no la desnudan tus ojos. Dime que no quieres desnudarla, que tu corazón hace tiempo que dejó de estar abierto y que no quieres que unos simples versos - o besos - tengan la oportunidad de abrirlo.

Dime que no quieres un cambio, que no te apetece lanzar una moneda al aire por si sale cara y que tampoco te apetece disparar por si te sale el tiro por la culata. Dime que no quieres arriesgar, que no te apetece intentar aprender a volar o que no quieres que te imite al caminar.

No me digas que no me quieres, porque no tienes derecho a transformarme con los labios la verdad que veo en tus ojos. No me digas que no me quieres si me desnudas el alma cada vez que me miras, si me pierdes en tus ojos y el mundo se reduce a una mirada en la que he decidido vivir. No me digas que no me quieres si nuestros cuerpos se buscan, si cualquier excusa es buena para hundir mi cabeza en tu pecho, para vivir en tu abrazo y sentir, aunque sea por un momento, que todo va a salir bien, que alejamos el mal solo con fundirnos en uno. No me digas que no me quieres si nuestras manos se buscan y nuestros dedos se entrelazan a la primera de cambio.

No me digas que no me quieres, no me mientas así, no te mientas así. No digas que no nos queremos si siempre nos buscamos. Yo arriesgaría; ¿y tú? ¿Qué harías?

Valencia en llamas, lluvia sobre mí.

Valencia está en llamas mientras tú caminas por la tierra de las lluvias hacia el fin del mundo a buscar el principio de todo. Valencia explota y sus cielos se iluminan por última vez, mientras tú disfrutas del más estrellado firmamento.

Valencia se despide hoy de sus monumentos de cartón piedra o de madera así como yo me despedí de ti hace unas cuantas horas. Miles de valencianos añorarán la última semana; sin embargo, yo, tan valenciana como ellos, te añoro a ti con la fuerza de esos mil valencianos junta.

Se me hace difícil esperar, echarte de menos, respirar y hasta expresarme. Y es que dueles, como un pinchazo, una astilla que se clava o un golpe en el dedo pequeño del pie. Y es que el desorden siempre viene cuando te vas, la sonrisa deja de ser sincera y las ganas, poco a poco, se transforman en desgana.

Sé que solo tengo que darle tiempo al tiempo, cuerda al reloj cuando este se detenga y vivir en lugar de pensar en la vida que me pierdo mientras te pienso. Sé que aprenderé, si me doy la oportunidad, a perder el control y disfrutar, a dejar que el desorden se ordene por sí solo y que el caos reine en nuestras vidas y las llene de armonía.

Valencia arde, así como nuestros cuerpos ardían hace unas cuantas horas. Valencia arderá dentro de un tiempo y nuestras almas volverán a mirarse, también en unas cuantas horas.

jueves, 17 de marzo de 2016

Perdona por pedirte perdón muchas veces.

Perdona si te hablo de amor con una copa en la mano, pero es más fácil hablar de lo que duele con el alma dormida. Perdona si insisto en hablar contigo cuando solo se escucha la voz del cantante, así siempre tendré la excusa de haberte escuchado mal si no me gusta lo que dices. Perdona que te sonría solo cuando la luna brilla y los rostros se intuyen, perdona si te miro solo cuando hay cientos de ojos rodeando nuestros cuerpos, pero es más fácil mirarte a medias que perderme de lleno en ti - más si cabe.

Perdona si siempre es una cerveza la que moja nuestros labios cuando hablamos, tengo miedo de que un café demasiado caliente me deje sin habla o quizá de que una simple cafetería sea testigo de todo lo que aun no nos hemos dicho. Perdona si finjo que no me importas, si te enfado y te busco las cosquillas aun a riesgo de borrarte la sonrisa, es la única forma que tengo de cuidarte desde lejos, sin que se note demasiado y sin que duela; o al menos, sin que mate.

Gracias por hacer de las nubes el lugar en el que no solo se sueña, sino que se ama, se anhela, se ríe, se llora y se vive; que al final es lo que cuenta. Gracias por hacer los días un poco más llevaderos, por darme un hogar sin necesidad de paredes y techo, por contar conmigo, por multiplicarme la vida y descubrirme una nueva acepción de la palabra "alegría". 

Gracias por compartir un trocito de tu mundo conmigo. Espero que te guste el que te entrego y que sume, en lugar de restar, cada pequeño gesto con el que intento hacerte feliz.

Gracias por todo, a ti.

lunes, 14 de marzo de 2016

Por si mañana no nos vemos.

Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece pasar cada segundo de mi vida contigo. Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece besarte hasta quedarme sin labios. Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece volar sosteniendo tus manos.

Te diré que te extraño, que siete días empiezan a ser demasiados sin vernos y que sería bonito recuperar el tiempo que hemos perdido en empezar a conocernos. Te diré que el "no sé" que siempre te digo solo era miedo y, aunque lo sigo teniendo, me apetece saltar  y vencerlo, ver la vida desde otra perspectiva y volar sin miedo a poder fallar.

Por si mañana no nos vemos, hoy te digo, ahora y por escrito, que me apetece arriesgar y equivocarme, que me apetece vivir sin que se me haga tarde y ser valiente sin arrepentirme de que un día fui cobarde. 

Te diré que quiero mirarte hoy, por si mañana no nos vemos.