La peor batalla
sucede con la boca cerrada, pero nunca en silencio pues no existe. Y, como en
todas las guerras, hay víctimas, supervivientes y gente que se trastorna para
toda su vida – me gustaría que tú estuvieras entre los del medio, los que
sobreviven y saben sobreponerse al dolor.
Creo que los que
mueren nunca vieron estallar la bomba; quienes se trastornan para siempre accionaron
el detonador, el ruido los dejó sordos y ahora son incapaces de escuchar los
gritos de sus monstruos pidiendo libertad, y al final con tanto monstruo acaban
viviendo una constante pesadilla que solo incrementa cuando cierran los ojos.
Y los supervivientes…
Los supervivientes simplemente escriben la historia, te cuentan el dolor, las
heridas, el tiempo en el hospital, las pesadillas, el ruido de su silencio, y
cómo, al final, aprendieron a liberar a los monstruos y llegaron hasta hoy. Se
adaptaron a la situación, reconocieron tener un problema y consiguieron
identificar qué les hacía daño.
Entendieron que
los problemas nunca se solucionan huyendo, sino que se hacen más grandes, y que
a veces el parche de la distancia sirve para crecerte antes de plantarle cara a
tus monstruos: no son más que el reflejo de tus entrañas.
Escucha lo que
tienes que decirte, a veces hará daño y otras muchas será la sensación más
reconfortante que jamás hayas experimentado. En definitiva, no pospongas tus
alarmas, si suenan es porque hay algún fallo, porque ha salido humo de un
incendio mal apagado, y si no le prestas atención arrasará con todo de nuevo.
Tu ruido no es
nada más que tu silencio intentando ser él. De puertas para afuera es fácil
reír de un chiste, de una caída, de una situación ridícula. De puertas para
adentro es muy difícil recordar como anécdotas todo aquello que te hizo daño.
Comprendes que
has superado los daños cuando, hablando de ellos, duelen en pasado y
enorgullecen en presente.
Pase lo que pase,
jamás ignores tu dolor. Y recuerda, el “más vale tarde que nunca” no es válido
siempre, hay veces que el pozo es tan profundo que ni la más grande de todas
las escaleras puede llegar a donde estás tú.
Acepta y expulsa,
no te quedes los cuchillos, es increíblemente fácil clavártelos aun más por el
simple hecho de llevarlos a cuestas.