Hoy he vuelto a pasear por aquel césped por el que paseé
contigo y he vuelto a sentarme en aquel banco que nos salvó del cansancio en
ese caluroso día de verano. Hoy me han inundado los recuerdos que juraría haber
olvidado, la nostalgia se ha apoderado de mí y he vuelto a tener una de esas
excusas que me sirven para escribirte.
Hoy he vuelto a perderme en tus ojos sin mirarlos, he vuelto
a recordar lo que duele no tenerte, lo que mata no ver tus huellas al lado de
las mías y no contar con tu mano tendida tras una caída.
Hoy he despertado en esa realidad en la que los quilómetros
no separan sólo cuerpos sino que también separan almas. Que la tuya y la mía
conectaban cuando nos mirábamos y ahora ni si quiera a través de las estrellas
nos encontramos. Cariño, te echo de menos, he perdido el norte, el sur, el
juicio y la cordura; te he perdido a ti. ¿Qué te cuesta volver y quererme como
nunca antes? No lo hagas por mí sino por ti, entiende que quiero y puedo
hacerte feliz.
Yo ya te quiero, lo he hecho siempre, me atrevería a decir
que casi desde la primera vez que te miré a los ojos. Fue tu mechero el que
desató la chispa de mi amor y fue tu llama la que decidió dejar de arder. Se
apagó y se marchó, huyo del mar que eran mis ojos cuando estaba contigo. Joder,
¡cómo me brillaba la mirada contigo! Y no sólo la mirada, sino el alma y la
vida. Le diste color a un lienzo gris y después rompiste tu pintura, porque no
te gustaba, porque no la querías o quizá porque nunca más se cruzarán las vías
que un día unieron nuestras vidas.
No me puedes pedir que no te eche de menos, y mucho menos
que te olvide. No me puedes pedir que salga a la vida sin corazón, porque aunque
lo rompieras conseguí que a duras penas latiera. Te quiero, recuérdalo siempre,
lo llevo en la sangre, me lo tatuaste en lo más profundo de mi alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario