domingo, 12 de julio de 2015

(No) eres la única.

De repente me sonríes, justo cuando he decidido esconderme en las sombras de la noche. De repente miras a la nada buscándome. Y yo me dejo encontrar; porque siempre quise que me buscases, que te dejases el cuerpo y el alma en alguien que no fueras tú, que volvieses; porque siempre quise que me trajeses de vuelta cuando me negaba a volver. Porque siempre quise que una parte de ti, por pequeña que fuese, se acordase de mí. Siempre quise ser alguien diferente para ti, alguien de quién no hablases con casi nadie, alguien con quién hablar como no lo harías con los demás. Y quizá ese es el problema, esperaba ser tantas cosas para ti que me olvidé de quién era para mí. Es que... He soñado tantas veces con acariciar tu pelo que sé hasta su olor, he soñado tantas veces con probar un beso de tus labios que conozco hasta la textura de éstos, he soñado tantas veces con una mirada tuya que incluso sin tenerla soy capaz de ver todas y cada una de las heridas de tu alma. Quizá el problema sea ese, que he soñado tanto que me he olvidado de cómo vivir. Quizá el problema es que me he acostumbrado a guardar algodón entre mis dedos y me siento perdida cuando se me escapa de las manos. Que llevo tanto tiempo viviendo con los pies en el cielo que al aterrizar me he roto no solo los huesos, también el alma. Y ahora no soy capaz de vivir. No soy capaz de recordar que hay mundo más allá de tu risa, que hay aire más allá de tus suspiros, que hay camino más allá de tus huellas, que hay besos más allá de tus labios, que hay placer más allá de tus caderas... Que hay vida más allá de ti. No soy capaz de recordar que no eres el centro del universo, que no es por verte dormir por lo que sueño, que hay poesía más allá de tus versos, que hay sentimiento más allá de tus textos, que hay amor no solo en tus poemas. No soy capaz de recordar que no eres la única que escribe, que no eres la única que le da color a un mundo que cada vez tiende más al gris.

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