miércoles, 8 de marzo de 2017

... como reír.

Te adueñé de mi dolor, te hice culpable de que mis manos reabriesen las heridas - sin querer, sin darme cuenta, cegada por el miedo. Ahora me doy cuenta, y por fortuna no es tarde; ahora que me dices que mi risa desmesurada te lava por dentro. No tenía ni idea de cuánto te ensucié con mi sangre y mi egoísmo, con mi puta manía de hacerte sentir culpable por haber sido humana.

Te encarcelé, y con el temor a verte presa te alejé más si cabe de mí - justo cuando más cerca necesitábamos sentirnos. Me equivoqué por no querer equivocarme, por no querer asumir que no hay culpables ni inocentes, vencedores ni vencidos, víctimas ni verdugos; simplemente, personas. Que sienten, que padecen, que ríen, que lloran, que vuelan, que temen, que asustan, que aferran, que se pierden, que vuelven, que se encuentran, que ríen, que se desatan, que se liberan.

Anoche, en el mismo lugar que nos mostró las alas y nos indujo al vuelo, reímos a mandíbula suelta, fuerte, alto, con ganas, vivas. Mi risa, tu cura; la tuya, mi cura. Era tan fácil como volver a reír, y tan complicado como que nada me hacía gracia. Era tan fácil como regresar al punto de origen sin atrasar el tiempo, como ver las mismas cosas con ojos distintos. Era tan fácil como dejar de pensar y comenzar a vivir.

Es tan fácil...

jueves, 2 de marzo de 2017

Por verte sonreír.

Hoy ha amanecido con la sonrisa nublada; más por tener que montar las calles todos los viernes hasta mayo, que por no haber podido matar el deseo porque nos morimos de sueño. 

Hoy ha amanecido seria, con aires de enfado - o quizá simplemente era rabia. Pero no pienso enfadarme porque el despertador suene, porque el tiempo nos corte el abrazo en el que nos encantaría vivir, por no poder alargar más el despertar a tu lado. Y no pienso enfadarme porque al tiempo le da igual, y a ti, te ensombrece el rostro - además, yo también sé jugar sucio.

Y es que despertar a tu lado significa besos y sonrisas aun con los ojos a medio abrir, aun con el sol despuntando al alba, aun con los sueños por cumplir. Con el cuerpo aun dormido, pero con los corazones bien despiertos.

Tan solo han hecho falta un abrazo y un índice en tu nariz para volver a verte sonreír. 


No te enfades con el tiempo, pequeña, que a mí me sobra todo cuando sonríes.