Firmamentos que se tiñen de sueños cumplidos, de promesas realizadas y de versos dirigidos al alma. Horizontes que se persiguen sin prisa, sabiendo que nunca se dejarán alcanzar, con cerveza en mano, infinitas historias por contar y toda una vida por andar. Amaneceres a la orilla del mar sin más calor que el de tu abrazo, sin nada más que contigo, sin nada más que el alma llena y repleta de latidos.
Corazones que bailan al compás de las arritmias que nos provocamos al mirarnos, rodillas que tiemblan al escuchar de tus labios el más sincero de los te quiero, y almas que mueren de risa a cosquillas en un paseo de tu mano.
Definiciones vacías, e intentos burdos y absurdos de encontrar palabras que definan semejante unión, que definan tan bien el nosotras que sin quererlo hemos creado.
Volar.