jueves, 17 de septiembre de 2015

Que camine por donde caminas.

No hay nada que me reviente más que saber que, por más que te haga reír, tu risa nunca sonará igual que cuando ella te cuenta un chiste. No hay nada que pueda más conmigo como ver la ilusión que consigue que tengas, como quedarme fuera esperando a que un día me quieras. Pero lo que más me jode es ponerme celosa. ¿Celosa de qué? No hay nada. Te odio, no sabes cuánto, casi tanto como te quiero. 

Seguimos con esta lista de cosas que poco a poco me matan: la puta distancia. Me mata eso de no poder cogerte de las manos y mirarte a los ojos cuando te digo, con el corazón en la mano y el alma asomando por mi mirada, que confío en ti. Me mata que no puedas ver que te lo digo de verdad. Me mata no poder darte un abrazo cada vez que lo necesites y, ya que estamos, confieso que me mata que te mueras por ella. 

Me revienta escucharte reír tan plenamente por una tontería. Suena muy cínico, egoísta quizá, como que no quiero tu felicidad. Lo siento, porque no es así, sólo que me revienta no poder hacerte reír. Y mira que intento superarlo, cambiar de libro, olvidarme de tu historia y que esta jodida distancia al final haga el olvido. 

Y justo cuando empiezo a hacer camino, cuando cubro de polvo tus recuerdos y juro no volver a caminar por donde están tus huellas; justo entonces vuelves. Así no hay quien te olvide, idiota, si con una carcajada me haces retroceder hasta ti, si me lanzas una metáfora y me obligas a leerte de nuevo. Te odio tanto... pero menos de lo que te quiero. 

A veces me planteo si te lo mereces. Sé que es una tontería, pero cada sueño que destrozo por ti es una puerta que nunca más se volverá a abrir; y parece que te da igual, que tú de esas tienes mil y novecientas noventa y nueve sin mí. 

Perdona, sé que no me lo pediste, sé que tampoco quisiste que entrase en tu vida; pero tus labios dicen mentiras que tus ojos recriminan, y tu alma me dice que vaya, que quieres que camine por donde caminas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario