lunes, 24 de agosto de 2015

La carta del lamento.

Lo siento. Siento haberte mentido sobre algo así, pero es que ni yo misma me entiendo. Quiero ser clara, por una vez en mi vida, aunque eso suponga perderte. Lo siento, de antemano, si te pongo entre la espada y la pared o si te sientes culpable de todo. No te culpo, en serio. ¿Sabes? Hay un antes y un después en mi vida tras haberte conocido. Créeme si te digo que la dejaste patas arriba nada más entrar, que te adueñaste de mi cabeza y amueblaste mi corazón a tu antojo, arrancándome las alas y volando lejos - muy lejos - de mí. Créeme cuando te digo que lo siento, pero se me hace imposible olvidarte y no pensarte. La culpa es mía, por seguir viendo esperanza donde no queda nada, por cerrar los ojos al precipicio y empeñarme en planear cuando ni si quiera tengo alas. Perdóname por suicidarme y pretender que me salves, te estoy pidiendo que me rescates de una muerte segura cuando sé de sobra que no se puede. Te estoy pidiendo que me quieras cuando no puedo pedírtelo, no por nada, sino porque ya es hora de que asuma que, sencillamente, a veces no se puede y que, a veces, las corazonadas también son falsas. Echo de menos hablar como antes, casi a diario. Echo de menos escribir como excusa para hablarte. Puedes ahorrarte el comentario, sé que es patético. Lo siento, de verdad, por tratar de justificar las chiquilladas injustificables que he hecho. Permíteme que te diga que tienes algo que engancha, hay algo en ti que atrae; como esos libros que te atrapan en sus letras, con la diferencia de que el libro al final revela su misterio y tú te lo guardas para ti - quizá sea eso lo que te hace única - . Lo siento, de verdad. He intentado olvidarte, mil veces, pero al final siempre vuelves, por hache o por be siempre acabas apareciendo y yo, encantada de que pases por mi vida una vez más. Quizá, al decirte todo esto, te pongo en un aprieto; pero creo que te mereces que sea clara de una vez por todas. 

Lo siento, de veras. Nos conocimos hace tres años y hace tres años que me pregunto por qué te conocí, por qué a ti y no a otra persona. Sigo sin encontrar respuesta a eso. Imagino que a veces sólo tiene que pasar el tiempo, más tiempo si cabe. Contaba con que volvieses, o verte aunque fueran cinco minutos para aclararme. Pero no todo sale siempre como está previsto. Digamos que mi cabeza sueña más rápido que pasa el tiempo en el mundo real. 

He llegado a la conclusión de que no sé quererte como pretendes, que aspiro a hacerlo como algo más y cierro los ojos ante la realidad; quizá porque duele despertar o porque he estado tanto tiempo evitando la caída que quizá ahora el golpe sea más fuerte. Créeme que lo intento, pero no creo que lo esté haciendo bien. Sé de sobra que no hay nada más, tengo la lección aprendida, pero una parte dentro de mí dice que es sólo cuestión de esperar. 

No, no estoy diciendo que quiera perderte de vista, o que no quiera saber nada de ti, quizá tan sólo necesite tiempo para quererte bien. 

Siempre tuya: yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario