No sé por qué me sigo prometiendo que
seré capaz de olvidarte si siempre me fallo, si aun no he despertado
y ya te estoy recordando. No sé por qué sigo prometiéndole a la
luna que no voy a volver a escribirle mensajes para ti si le fallo
cada noche. No sé por qué sigo preguntándome cada noche qué me
pasa contigo cuando la pregunta debería ser qué no me pasa contigo.
Que me matan las ganas de pasar un segundo contigo, de escuchar tu
voz solo un momento, de mirarte a los ojos aunque sea por última
vez. Que me devora por dentro no saber la melodía de tu risa, ni
saber a qué saben tus labios. Perdóname si me he metido en tu vida
y ya no quiero salir, si me he enamorado tanto de tus vicios que ya
no sé vivir sin ellos, si me he empeñado tanto en sanar tus heridas
que he hecho que duelan ahora más que nunca. Perdóname por ser tu
prisionera, por dejarme encadenar a las puertas de tu coraza, por
empeñarme en montar guardia frente a tu corazón perdiéndome en lo
que tiene dentro, dejando que mil puñales rasgasen las ya rasgadas
paredes, que mil ladrones robasen los ya robados besos que escondías
para mí. Perdona que te nombre sin nombrarte y que te llame sin
llamarte, que te busque sin mirarte o que te acaricie sin rozarte.
Perdona que la luna te acose con mis cientos de mensajes, pero estoy
tan llena de ti y tan vacía de mí que necesito devolverte una parte
del odio que te robé. Lo siento, de verdad, por gastar siempre mi
tinta y mis folios en ti, por pensarte a cada instante, por no querer
nunca dejar de mirarte. Lo siento, y lo sienten ellas, las estrellas,
que me miran como tú solías hacerlo y me piden que te escriba, que
vuelva a compartir con ellas y contigo que añoro aquello de que tu
piel fuera mi abrigo, que mi corazón tiene un latido de menos desde
que te fuiste y que vivo cuando duermes por miedo a no poder salir de
ti, por no poder romper tus cadenas y cumplir siempre esta condena
que es amarte. Que lo siento por quererte así, de esta manera, pero
nadie me enseñó a hacerlo bien. Perdóname si cuando vuelvas decido
no volver, huir incluso más lejos de ti, si no he aprendido a ser
valiente, a olvidarte, a no pensarte. Perdóname si dejo sin tinta
tus versos, pero escribo los besos que nunca te daré, los “te
quiero” que jamás te diré, las caricias que jamás te entregaré.
Perdóname pero escribo por ti y por mí, por esa historia de dos de
la que solo formo parte yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario