lunes, 26 de diciembre de 2016

Los buenos.

Caminamos tanto entre pasado y futuro que nos olvidamos de correr en el presente y éste, echa a volar. Vivimos en sueños, deseando tocar la intocable utopía, sin notar que el presente se escurre entre nuestros dedos. Se nos va el tiempo, y con él la vida, que nos pilla con la mirada en el horizonte perdida y los pies en un lugar que no es ayer ni mañana, y tampoco es hoy. 

Perseguir el horizonte es una forma - quizá la mejor - de seguir andando siempre y cuando no se pierda el hoy; esa realidad tan efímera y volátil que apenas dura un pestañeo, esa realidad que se torna imperecedera cuando nuestros ojos vuelven a mirarse, cuando nuestras almas vuelven a desnudarse. 

El hoy, esa delgada línea que separa lo que vino y lo que vendrá, esa delgada línea que apenas muestra lo que es, lo que está. En la cuerda floja, ahí está la vida. Y en eso consiste, en ir dando tumbos y acostumbrarnos al vértigo de casi caer, retomar el equilibro y volverlo a perder, caminar y sentirnos caer, equilibrarnos y volver a aprender, ganar y perder el miedo, soñar y luchar por no caer. Es no ver el final, es casi no ver por donde pisas pero saber por donde andas, es vivir en la delgada línea del ahora. Es estar, es ser. Al final quedan los buenos - funambulistas, claro - pero esa palabra nunca nos la dicen. 

Es saber que aunque abajo están el presente y el futuro, en realidad en el ahora no existen. Solo estáis tú y los buenos que te enseñan cómo caminar pero no dónde parar. Estás tú y están los buenos que han decidido estar, que han olvidado tus codazos y te han vuelto a equilibrar, no sin antes enseñarte a no caer.

Solo quedan los buenos. Y digo quedan, aquí y ahora, porque nunca se detienen, porque nunca se van, porque siempre están en la delgada línea que separa el ayer del mañana; porque pese a vivir en lo efímero, consiguen ser eternos.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Un monstruo vive en mí.

Un monstruo vive en mí, no sé desde hace cuánto y ni si quiera sé si yo lo he creado. Creo que cuando tengo miedo, mi subconsciente lo encierra; y son tantas las ganas que tiene de salir, que se aferra a los barrotrs haciendo ademán de romperlos. Sin embargo, cada vez que los sostiene, una parte de él sirve de alimento a su jaula y, él mismo, se va consumiendo en miedo. No sé si yo le di vida, pero está claro que en algún momento le ofrecí refugio, y él se aferró con todas sus fuerzas a la jaula de mi alma. 

A veces me olvido de que existe, y parece que eso le hace sentirse libre. Otras veces, me pide comida aun cuando no tiene hambre; y yo, tonta de mí - o bondadosa -, le ofrezco alimento hasta que está tan lleno que casi no me deja ni sitio ni oportunidad de ser, hasta que casi se apodera de mí. 

A veces su ira me domina, y paso a ser yo la que se siente en un lugar angosto, terriblemente pequeño, oscuro y desolador. Pero solo a veces, cuando me olvido de soñar. 

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Nuestro silencio.

Escuchaste mi silencio, ese silencio que pedía a gritos un poco de amor, a gritos de silencio, ese que nunca se ve y mucho menos se aprecia. Era una fiesta callada, o al menos así la hicimos nosotras. Una fiesta en la que tú y yo, en medio de tanto grito, tanto ruido y tanta música, decidimos escuchar el silencio, ese gran conocido que aun sigue teniendo mucho que contarnos. Quizá fue él quien, por el simple hecho de querer escucharlo, unió nuestros meñiques en la intimidad de una noche repleta de gente, y la invisibilidad de nuestro silencio hizo el resto. 

Dentro de nuestro silencio nos hablamos, nos miramos, nos gustamos y nos escuchamos, quizá porque principalmente solo dijimos nada, solo dijimos todo, solo dijimos silencio. No hay mejor sensación que la de ser invisible al mundo y visible para ti, una de los que me quiere. ¿Y qué me dices de reír y de solo escucharnos nosotras? ¿Y de eso de, aun con los focos apuntándonos directamente, seguir siendo invisibles, seguir siendo solo tú y yo las testigos de este efecto Tyndall? 

Se me interrumpen las palabras con suspiros, suspiros que suenan sin sonar a "te echo de menos". Suspiros que suenan a "me muero por regalarte unos versos aun dentro de nuestro silencio". Ahogamos los gritos y callamos el ruido solo con mirarnos, hacemos la paz en un abrazo desnudo después de hacer el amor, hacemos silenciosa poesía solo con mirarnos. Nos hacemos y deshacemos en un continuo latir, en unas continuas ganas de ti y de nuestro silencio. Y no, no sé si se regeneran o es que simplemente no se acaban, pero tampoco quiero. 

Ahora el mundo dice que el amor va de pequeños detalles. Tú y yo ya lo sabíamos; ya sabíamos que esto va de mirar más allá, que este juego de querernos va de escuchar el silencio.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Hermanos de disco.

Vuelves, fugaz como las estrellas, que una vez han sido vistas, se van. Vuelves, y no das tiempo a parpadear, ni si quiera a soñar, vuelves y nos devuelves la intensidad; y aunque sea otoño y hoy no haya salido el sol, te hemos vuelto a sonreír después de imaginarnos tu sonrisa a unos cuantos cientos de kilómetros, y has conseguido crear algo tan bonito como un arcoiris en medio de tanta tormenta. 

Es curioso, justo hoy que vuelves a irte, Valencia ha hecho el amago de llorar, y ha vuelto a quedarse borracha de felicidad y resacosa de tristeza. ¿Por qué será que siempre los buenos se alejan? Porque aunque parezca, nunca se van. Los abrazos se los queda la distancia,  esa jodida perra envidiosa que, aun con todas sus fuerzas, nunca consigue separarnos. 

Aire fresco liberado en forma de sonrisas nuevas, porque aunque sean las mismas algo las ha hecho distintas. Quizá porque al reducir las distancias se revive todo lo guardado, se continua el sueño y se vuelve a rozar la utopía. Quizá porque compartirnos es lo único que nos da vida, quizá porque volver a escuchar vuestras risas reanima la esperanza que estuvo a punto de ser perdida, porque revives y creas lo mismo pero de manera diferente. 

La magia de que estés tan cerca y a la vez tan lejos. Hermanos de disco, pero hermanos al fin y al cabo. 

Un placer volver a vernos sonreír. 

domingo, 23 de octubre de 2016

Tres pilares.

Echar de menos es uno de los mejores sentimientos, sí, y no lo pongo en duda; pero aun no me he acostumbrado a que las cosas buenas también duelan. Y es que el vació que habéis dejado es incluso más grande que el lleno que había con vosotros. No hay voces que rocen el parentesco con las vuestras, ni abrazos que devuelvan ese calor que se han quedado las distancias, ni palabras que alienten tanto a enfrentarse a la muerte.

Ya no hay disparos que reaviven tanto como vuestras sonrisas, ni carcajadas que no suenen vacías, ni tanta complicidad como la que había con solo vuestra presencia. Ya no hay unión, o al menos yo no la siento sin vosotros. Ya no me siento como en casa con un poco de arena en los pies, y es que se me cae el techo a los pies; normal, he perdido tres de las cuatro paredes que lo sostenían. 

Este puzzle ya no está completo; aunque hayan otras piezas, ninguna encaja como vosotros. Sois únicos, y por eso siempre tendréis hueco, y dejareis huella, y marcareis a fuego. Y no se trata de eslabones perdidos, sino de trozos de alma un poco más lejos de la cuenta; trozos de alma que siguen unidos sin necesidad de que las distancias se acorten y puedan fundirse de nuevo en un abrazo.

Las ausencias duelen, al igual que moja la lluvia fina y constante. Las ausencias duelen, y se clavan en lo más profundo de ti, como ese frío húmedo de un invierno en la costa que cala hasta los huesos, o una espina traicionera que protege el tallo de la más bella flor. Y no, no quiero que a este clavo lo saque otro clavo; quiero tenerlo ahí para siempre y seguiros sintiendo cerca a pesar de que parezca que cada vez estáis más lejos.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Casualidades.

Me gusta ponerme nerviosa cuando voy a darte una sorpresa, que se me acelere el corazón y el pedaleo a medida que se va haciendo ovillo el hilo invisible que nos une, me gusta la cara que se te queda, la cara que se me queda y la felicidad y la ilusión que se respiran en el ambiente. Me gusta visitarte fugazmente, cual estrella, aunque tus ojos brillen más que ninguna de ellas - al menos cada vez que nos vemos. 

Llevaba tiempo sin escribirte, y no porque me dejes sin palabras - que viene a pasarme todo el tiempo - sino porque no se me ha ocurrido matar a un gato para lanzarte unos versos. Quizá porque siempre te defines como un gato y mis versos hace tiempo que dejaron de cortar y de sangrar. 

¿Sabes? Hoy me he acordado de la noche en la que, como dos gatos curiosos y casi quedándonos sin vida, dimos de frente con unos cuantos focos que, pese a no iluminarnos, nos hicieron sentirnos parte de la trama. Hoy me he dado cuenta de que estamos hechas de casualidad, y quizá por eso nos besamos esa noche, porque aun sin querer verlas, vimos a las casualidades pasando por el lugar, casi tan pequeñas y desapercibidas como nosotras; y bajo esa invisibilidad secundada por unas cuantas miradas y que no eran pocas, nos miramos, y lejos de conocernos, nos reconocimos, como dos viejos amigos o como dos viejas almas que juran conocerse de otra vida - normal, hemos tenido otras siete y tendremos siete más por cada una que gastemos hasta que dejemos de reír. 

Hoy he caído en la cuenta de lo feliz que me hace sentir el viento golpeándome la cara, despeinándome y alocándome aún más si cabe la vida, y lo feliz que me hace robarle la paz al mundo cuando dormimos las dos arropadas en un abrazo desnudo, sentir a nuestro huracán sacudiendo nuestros cimientos y no dejar de reír por las cosquillas que nos provocan cada uno de los temblores. 

Y es que me encantas, y me encanta lo que no tiene nombre. Andamos sin pararnos y sin camino definido, y borrando las huellas y el camino que vamos construyendo, y subiendo montañas con la ayuda de la confianza y la comunicación, y disfrutando de las vistas en un abrazo callado pero intenso y suave, y bajando rodando colina abajo, y rompiendo los frenos para no accionarlos ni en caso de posible golpe, y dibujando sonrisas que iluminan la más cerrada noche, y alimentándonos de versos y de muertos que colgamos de paredes, y buscándonos las cosquillas, y matándonos de sentimiento, y queriéndonos a rabiar y sin medida, y viviendo, y soñando y llorando y riendo y hasta volando; pero sobre todo: viviendo.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Un hilo rojo.

Conectada a ti, así me siento; no sé si por un hilo rojo invisible atado a nuestros meñiques, por un par de bolas de metacrilato - sí, metacrilato, esa palabra que tantas trabas te pone - o por pura, dura y admirable casualidad. 

Es una conexión que nunca antes había sentido con nadie, y lejos de asustarme, me gusta. Y me gusta porque, dentro de toda esta barbarie y este mundo tan lleno de trampas, hemos creado una realidad intangible solo nuestra en la que vivir tan fuera y a la vez tan dentro de la rutina envolvente que inunda nuestros días. 

Y es a ese mundo al que accedo cada vez que nos miramos, cada vez que decidimos nadar en nuestra cala desierta, en nuestra playa de agua turquesa y olas que mecen sin necesidad de cuna. 

Conexión también es la que tienen nuestros pechos, que se regalan latidos de más por todas esas veces que se han echado de menos y aun les quedan fuerzas para para buscar sus alas y echar a volar hasta encontrarse. Y es que parece que ya no saben vivir sin escucharse, que ya no pueden dormir sin abrazarse, y que ya no pueden latir sin otro pecho al que golpear. 

Ya queda menos para fundirnos en un abrazo y confundirnos, para olvidarnos de las palabras y hasta de respirar. Ya queda menos para buscarte las cosquillas, besarte las sonrisas y bailar toda la noche al son de tu risa. Ya queda menos para destensar el hilo rojo que hemos tensado con tanto tira y tan poco afloja, porque ninguna de las dos aguantaba tanto sin sentirse. 

Ya queda menos, y cada vez parece más, para escucharte de nuevo; para que el tiempo decida echar a correr mientras tú y yo nos tumbamos esperando amanecer.

lunes, 15 de agosto de 2016

La auténtica definición de belleza: tú.

Cuanto más atada a tus cadenas me encuentro, más libre me siento. Y es que tienes el poder de hacerme desplegar las alas con cada uno de tus besos y de saber que voy a encontrarte al final del precipicio cuando tus caricias me piden que salte. Y sé que voy a salir del laberinto en el que me pierdo cuando nado en tus ojos, entre otras, porque siempre te encuentro nadando en los míos. 

Encuentro la paz y la calma junto a los nervios y el deseo que me provocan tus susurros; y le encuentro el sentido a no bajar el ritmo con cada uno de tus mordiscos. Me embriaga un sentimiento pleno de felicidad cuando pese a poder volar lejos, eliges libremente volar conmigo. 

Estoy convencida de que la belleza fue definida contigo: con cada una de las cosquillas que provocan tu risa, con cada una de esas apaciguadoras melodías que salen de tu boca en forma de palabras, y con los cientos de ríos escoltados por montañas que esconden tus ojos. 

Confundo el traqueteo de esta imitación de tren con el vaivén de tus caderas, enloqueciendo más si cabe mi ser. Y es que es esta locura de querer seguir cuesta abajo y sin frenos la que nos define; la de querer vivir aun con la posibilidad de hacernos añicos, pero siendo roca cada vez que nos fundimos en lava.

Quizá no sepa cómo definirte mañana, ni si dentro de diez días seguiré teniendo ganas de ti; lo que sí sé es que frenar ahora sería descartar la remota - quizá no tan remota - posibilidad que existe de que se abra la puerta justo antes de chocar contra el muro.

sábado, 6 de agosto de 2016

Nuestra casualidad.

Ahora entiendo que te encanten las casualidades; gracias a una de ellas he podido verte sonreír con los primeros rayos del sol, y he podido arroparte con besos y un manto de estrellas. Gracias a ellas he podido taparte los ojos justo antes de besarte; quizá para ocultarle a tus ojos la felicidad que provocas en los míos, por algún motivo que no quiero saber. 

Quizá sea el sueño de una noche de verano, nuca se sabe; lo único que sé es que no quiero dejar de soñarlo, ni de vivirlo, ni de rozar las nubes cada vez que me besas, ni de perderme en el firmamento que me dibuja el verde de tus ojos. Quiero seguir escribiéndote y regalándote versos que, después de tanto tiempo, han dejado de sangrar. 

Quiero seguir bailando la canción que me canta tu risa, y seguir muriendo de placer cuando tus caricias se confunden con mi piel y me hacen cosquillas. Quiero seguir contando estrellas cada noche y siguiendo su camino hasta ti; al igual que ver salir el sol desde la playa habiendo perdido el reloj. 

Dame cuerda si quieres para seguir latiendo; la perdí con el primero de tus besos y desde entonces se me ha olvidado cómo vivir. Si esto significa estar loco, creo que no quiero recuperar ni el norte el sentido; sino que prefiero volar con el tiempo y vivir, olvidando aquello de sufrir y aprendiendo de nuevo a ser feliz.

Ahora entiendo que te encanten las casualidades; y es que, por una de ellas, me estoy muriendo de ganas de vivirnos.

sábado, 30 de julio de 2016

Exquisita noche Cadáver.

Tanta es la envidia que el tiempo nos tuvo, que decidió robarnos las alas y volar, obligándonos a volver a nuestras vidas y a dejar de lado nuestra pequeña utopía. Tanta es la envidia que nos tuvo la arena, que decidió colarse en todos nuestros rincones pese a que no hubiese ninguno por llenar. Y tanta es la envidia del sol hacia la luna por iluminarnos, que decidió salir antes de lo esperado y finalizar la noche de magia y estrellas. 

Y, como el tiempo, volaste de mí y yo volé de ti; y volvimos a respirar por separado y a echarnos de menos después de toda una noche echándonos de más. Ahora muérdeme la vida, que aun no tengo tus dientes en el alma; y yo te Morderé la cara mientras espero a ver si pones la otra mejilla. 

Es injusto que la esfera se volviese loca justo cuando más cuerdas estábamos y nos echase una carrera que jamás podríamos ganar; porque tampoco tenemos intención de luchar esa batalla. 

Esta vez se nos hizo de día, pero de día de verdad, viendo el sol anaranjado abrirse paso en nuestras vidas e iluminar el verde de tus ojos para que dejase de parecer gris; preciosos de cualquier forma. 

Volveremos a vernos, aunque no sea en el cementerio de los Cadáveres Exquisitos, aunque no sea con una pluma y unos versos en papel; volveremos a vernos y volveremos a darle envidia al tiempo.

sábado, 23 de julio de 2016

Aun hay gente que te espera.

Sal, corre, vuela, piérdete y cuando estés a punto de encontrarte, vuélvete a perder. Pierde el norte; total, ya has perdido la cordura y no ha parecido importarte. Quién sabe si algún día ganarás el juicio, de momento lo has perdido y te has dedicado a hacer leña del árbol caído. 

Dime una cosa: ¿por qué no te quieres? Y no, creeme que no te estoy juzgando, simplemente me duele haber perdido un referente y, sobre todo, que te hayas perdido tú y no parezcas querer encontrarte. Es que ¿a caso hay alguien más importante para ti que tú misma? 

No creo que esté siendo injusta, simplemente te estoy queriendo y esta es la única forma que, hoy por hoy, tengo de demostrártelo. Todo el mundo sabe que las pesadillas acaban cuando se abren los ojos, ¿cuándo piensas abrir tú los tuyos? Me está matando el no dormir por intentar salvarte en sueños y ya no me quedan estrellas para llegar hasta ti. 

Vuelve, aunque no sea Navidad, ¿tanto te cuesta romper con lo que te está haciendo daño? No lo entiendo: ¿por qué te aferras a un clavo ardiendo cuando has perdido las huellas y con ellas se te ha ido hasta la identidad? 

Estás cubriendo tus heridas con puñados de sal y chorros de limón, ¿no crees que ha llegado el momento de que cicatrices y recuerdes las heridas como marcas de haber ganado la guerra? 

Vuelve, aunque no sea Navidad; aun tienes brazos esperándote. 

lunes, 18 de julio de 2016

Se me hizo de día.

Amanecer entre besos fue incluso mejor que amanecer entre versos; y mira que el frío hacía castañear los dientes y nuestra piel se erizaba no solo por el efecto de nuestros besos. Y entre besos y caricias y susurros, se me hizo de día contigo. 

No sé si nos conocíamos ya de antes o no, quizás así lo pareciese por la facilidad que tuviste para hacerme sentir como en casa, para hacerme sentir la necesidad de parar el tiempo en ese preciso momento y besarte sin miedo a que el tic-tac detonase el silencio y me salpicasen los recuerdos. 

Prefiero bañarme en tus besos que no en tu recuerdo, dormirme con tus caricias y no con la esperanza de soñarte, sentirme como en casa al mirarte y no estar en casa, lejos de ti.

Me cuesta explicarme, ven a devolverme las musas o los besos; lo que tú prefieras. Devuélveme los versos sin miedo, volverán a ser tuyos; palabra de poeta. Nunca me quedo los versos, ¿sabes? Demasiado sufrimiento retener más las heridas y acabar inundándome en sangre. 

Aun tengo la huella de tus dientes, y creéme si te digo que es la mejor huella que puedo haber tenido nunca. 

Nos volveremos a ver - o no. 

sábado, 9 de julio de 2016

19 poesías.

Diecinueve arrugas, diecinueve años o, como ella prefiere llamarlo - y como a mí me encanta - diecinueve poesías. 

Y es que, como cada año, esas diecinueve poesías fueron la excusa que me movió a querer rodearme de los míos y regalar versos, en el sitio que ella me descubrió, a todo aquel que estuvo dispuesto a escucharlos. 

Sorpresa la mía al recibir unos cuantos versos directos de su pluma a mi alma. Versos que llenaron tanto y gratificaron tanto que incluso el mar que llevo en los ojos quiso que ella nadara en él. 

No supe decir más que un abrazo, y a día de hoy sigo sin poder decir más. Por eso ahora te doy las gracias de la mejor forma que sé. Gracias por iluminar la noche de mis diecinueve poesías, por llenarme la vida de abrazos y regalarme sonrisas cuando las mías parecían haberse acabado. Gracias por cada palabra de aliento, por admirarme y creer en mí, por quererme así sólo como tú sabes. 

Quizá para muchos sea un simple trozo de papel mal arrancado con cuatro garabatos dejados caer; para mí es algo que nace de dentro y que vale más que todo el oro del mundo junto. Son palabras del alma que calladas hablan y te juro que es el mejor regalo que me hayan podido hacer en todo este tiempo. 

De poetisa a poetisa: nos vemos cuando nos versemos. 

martes, 5 de julio de 2016

Enloquécete.

Me gusta tenerte sin atarte y que, siendo libre como eres, decidas venir siempre a hacerme los días un poco más amenos. Me gusta cuando notas que se me apaga la luz, y me aprietes la rosca y me ayudas a brillar de nuevo. Me gusta que decidas regresar siempre a posarte en mi mano, cual pájaro amaestrado, con la única diferencia de que yo nunca te enseñé a volver conmigo; y eso hace que cada vez tenga más ganas de quererte. 

Me gusta imaginarte, pensar por un momento que es real cada sueño y que los espejismos, al fin, quedaron atrapados en el desierto. Me gusta pensar que no es mi mente quien te crea, que no eres otra parte de mí cobrando vida entre letras, que hay alguien más ahí fuera - sin contar conmigo - que quiere quererme. 

Y llámame idiota si quieres, pero mi parte favorita del sueño es cuando despierto, cuando se acaba lo irreal y da comienzo algo nuevo; y en lugar de volver a mi vida con Morfeo, salgo a la calle y decido que ya es hora de buscarte, que si naces de mis versos es porque estás presente, y me he prometido no parar hasta encontrarte. 

Quizá esto sea de mí a mí - o de tú a tú, que me estás leyendo - pero me quiero, aunque a veces se me olvide, aunque a veces dé por hecho que el reflejo ya lo sabe y aunque piense que no es necesario recordarlo hoy he aprendido que sí lo es. 

Levántate, mírate al espejo y di en voz alta: "me quiero". Habla contigo cuando estés a punto de tirar la toalla, cuando quieras abandonar la carrera llegando a la línea de meta, cuando quieras rendirte antes incluso de haberlo intentado. 

Y sí, quizá aquellos que hablan solos estén locos, quizá aun más quienes guardan sentimientos en un papel a la vista de todos; pero lo que sí de verdad es una locura, y no en el buen sentido de la palabra, es no quererse. 

¡Quiérete! ¡Sé tú!

domingo, 26 de junio de 2016

Siempre creeré en mis alas.

A veces es necesario romper y acabar con todo aquello que te ata, con todo aquello que no resta pero tampoco suma. A veces es necesario volar después de un tiempo agitando las alas y respirar, como si no lo fueses a hacer nunca más, e inundar tus pulmones con aire limpio y nuevas sensaciones. 

Y es que es necesario romper el ciclo de rutinas y volver a la apetencia, a reír porque se sienten cosquillas en el alma y no por miedo a no encajar. Vuela, busca tu lugar, huye si no te sientes a gusto, porque vida solo tenemos una y no hay nadie mejor que tú para vivirla.

Y no, creedme que esta vez no habrán ni arrepentimientos ni lamentaciones, esta vez he cogido aire, carrerilla, y he saltado al vacío confiando plenamente en mis alas; porque no, yo no me voy a fallar una vez más. Porque me he cansado de echarle la culpa a las piedras cuando nunca he hecho nada por evitar el tropiezo y, ahora que salto la barrera, no voy a rendirme ni a dejar de verme capaz ante la primera dificultad. 

Lucha, joder, y siempre creyendo en ti, porque si te lo propones lo vas a conseguir. Y habrá piedras y tierras en las que eches raíces y tu árbol dé frutos; pero no te olvides que los frutos contienen semillas de las que pronto nacerá otra flor, así que sigue tu camino hacia el sol.

Eres grande, muy grande, pese a que tú te veas cada vez más pequeña. Mira dentro de ti, sabes que en lo más profundo de ti se encuentra la grandeza rendida ante los miedos. Rescátala, guerrera, tú tienes tu fuerza. Cree en ti, por favor, cree en ti.

lunes, 20 de junio de 2016

Amanecer entre libros.

He pasado la noche entre estrellas, lunas y libros que hablan de todo menos de poesía; libros que hasta tú te cansarías de leer y que, por supuesto, tampoco hablan de ti. He pasado la noche sabiendo que no habría nada mejor que pasarla contigo, y me he limitado a soñar levantando la cabeza del suelo. He navegado durante horas en la inmensidad de unos libros y los he estudiado casi con el mismo detalle con el que te solía contemplar.

He pasado la noche respirando aire algo menos contaminado, escuchando al viento cantarte con las copas de los árboles y fingiendo que, después de tanto tiempo, ya no te pienso. Y es que es imposible no echarte de menos en este remanso de paz comparable a la paz que me proporcionaba mirarte. Y es que no había mejor canción que la de tus palabras acariciándome la oreja, ni mejor bocado que el de tus labios.

Te escribo desde la fuente de mi saber, y no del saber estar sin ti precisamente; de hecho, hace tiempo que tiré la toalla en lo que a vivir sin ti se refiere. Y la tiré porque al final, empapada de lágrimas y sangre, pesaba más que mi alma. Pesaba incluso más que los versos de dolor que todavía te escribo, versos que marcan tantas páginas al nacer como tonos de naranja exhibe el amanecer.

Desde algún lugar del mundo, por y para ti; para que sigas siendo la noche de la que nunca me cansaré de escribir.

sábado, 18 de junio de 2016

Mi otra mitad.

Hoy he descubierto una nueva forma de amor que, o bien no conocía o bien no había sabido ver hasta hace un instante. 

Amor es lo que siento al escucharte pese a que sea la centésima vez que escucho esa anécdota salir de ti; y admiración, lo que me inunda cada vez que nos cuidas pese a estar tú para que te cuiden. Dolor es lo que sufro cada vez que veo una lágrima de angustia recorrer tu rostro, y miedo, cuando me doy cuenta de lo rápido que se nos pasa la vida. 

No sabes cuánto recuerdo tus palabras, en especial aquellas que hablan de bastante tiempo atrás, de una época en la que yo ni si quiera era una idea. No sabes cuánto me gusta disfrutar de ese medio siglo de más que has vivido comparado conmigo y que nos llenemos la vida a base de sonrisas. Me encanta que te sientas orgullosa de mí y de todos y cada uno de mis éxitos; porque yo hace mucho tiempo que me siento orgullosa de ti y que te quiero por encima de mis capacidades para amar. Te quiero con ganas y sin miedo; la mejor forma de querer que se me ocurre. 

Y es que aunque la vida te encoja y la piel cada vez se te arrugue más, jamás me cansaré de leerte la mirada y sentirme, por un momento, cien por cien realizada. Eres lo más grande que me ha podido dar la vida, y yo soy tu pequeño regalo. 

Hoy brindo por ti, por mí y por todos los muchos años que nos quedan para seguir siendo nosotras. 

Te quiere, de una forma tan intensa que hasta duele, tu poetisa, tu otra mitad.

martes, 14 de junio de 2016

Tú, en cambio, sí puedes irte.

Me gusta perderme entre calles, callejuelas y callejones sin salida. Me gusta que me devore la jungla de asfalto en la que vivimos y al final me sorprenda con la belleza de su estómago. Me gusta que cientos de turistas la visiten cada día y que vean algo nuevo en lo que yo veo rutina. Rutina desde que ya no caminas conmigo, que todo sea dicho.

Me gusta sentir que el norte también se me ha ido con el juicio y que allí, en el lugar a donde van a parar las esperanzas perdidas, se unen todos con las cuerdas que un día dejaron de ser. Me gusta que esas cuerdas te sirvan de liana para lanzarte directa a tus sueños. Ojalá y consigas palpar las utopías que durante tanto tiempo me contaste, y que te sirvieron de excusa para vestirte mis alas y volar lejos de aquí.

Te seguiré esperando en este taburete desde el que solía leerte, lo único que las palabras me rebotan ahora que has decidido hacer oídos sordos a los pocos versos que has dejado con ganas de seguir viviendo. Espero que no tengas que volver; y no, no es que me haya cansado de curarte las heridas, es simplemente que he decidido empezar a cerrar las mías.

¿Te puedo pedir una cosa? No vuelvas; déjame sola durante toda la vida; me apetece conocerme hasta desgastarme los defectos y borrar el odio que bañaba siempre mi reflejo. 

Volveré, porque nunca me he ido, porque la locura no ha podido robarme la ausencia y es solo cuestión de tiempo que consiga renacer. No me he ido; y no, nunca me iré.

lunes, 6 de junio de 2016

Has dejado huella.

Perdona si no me despido de ti con la misma ilusión que cuando te dije hola, pero duele perder partes de ti y tener la cuenta de los abrazos en números rojos de nuevo. Perdona si no sonreí con la misma energía y alegría de siempre, pues poco a poco se me deformaba la sonrisa y no era capaz de fingir que, esta vez, la tristeza no había ganado a la alegría. 

Te echaré de menos mucho, pero me quedo con todo lo que me ha dejado y con todo lo que te has llevado de mí. Gracias por haber hecho de nosotros una familia más unida, por haber confiado en nosotros y haberte dejado la piel y el alma. Gracias por haber compartido risas, torneos y cenas con nosotros. 

Confieso que me da miedo perder todo lo que hemos ganado contigo, pese a que hemos aprendido de ti y sé que lo mantendremos; por ti y por nosotros, para que cuando vuelvas de visita esta familia sea irreconocible en el buen sentido y te sientas orgulloso por ello.

Nunca me han gustado las despedidas, el firmar con un adiós casi definitivo, el tener que pasar de escuchar voces y ver sonrisas a tener que recordarlas; y no, no es porque me falle la memoria, sino porque nunca será lo mimo vivir que soñar.

Y es que es normal que lloviese, Valencia te echará de menos tanto como tú a ella. Un guiri valenciano, un hermano sin sangre y un corazón enorme en un pecho que no cabe. 

Seguirás con nosotros incluso al otro lado del charco.

martes, 31 de mayo de 2016

... se hace camino al andar."

No te hundas ahora que has llegado tan lejos. No decaigas ahora que estás a punto de cruzar la línea de meta. No desistas y sigue soñando, que cada vez queda menos para palpar la utopía. 

Mírate al espejo y vuelve a confiar en ti. Mírate de verdad, mira dentro de ti y, solo para coger fuerzas, echa un poco la vista atrás. Mira cuánto has avanzado, qué lejos has llegado y sobre todo, el mucho camino que te queda por recorrer y que quieres caminar.

Lucha, pero hazlo por ti, ya que nadie moverá nunca un dedo a tu favor, porque nadie más que tú se alegrará por todos tus éxitos; es más, incluso los hay que se alegran de todos y cada uno de tus fracasos. Cállales la boca, no por ellos, sino por ti; solo tú sabes lo mucho que t duele dar una guerra por perdida tras la primera herida.

Tú, que has soportado balas y hasta cañones; tú, que incluso has navegado con cientos de huracanes; tú, que has sido capaz de sacar lo mejor de todos y cada uno de los que te rodean, empieza a sacarlo de ti.

Confía en ti, eres mucho más grande de lo que te piensas y un simple tropiezo no va a pararte la vida. Tú puedes, con más o con menos esfuerzo; pero puedes.

Y que todos te digan lo contrario; sí, que te lo griten incluso, que te lo repitan a cada minuto, lo que ellos digan es lo de menos. 

No te creas nada ni a nadie que no seas tú. 

"Caminante no hay camino...

domingo, 29 de mayo de 2016

Algo tan pequeño.

Regálame algo tan pequeño como una sonrisa y llenarás algo tan grande como el vacío de mi pecho. Regálame algo tan pequeño como una mirada y surcaré tus mares sin miedo a naufragar. Regálame algo tan pequeño como una caricia y volaré sin alas al tiempo que se erizará mi piel. Regálame algo tan pequeño como un suspiro y que la brisa venga a mí a recordarme que aun me quieres.

Regálame algo tan pequeño como una palabra de aliento y lucharé en mil batallas sin ningún miramiento. Regálame una y otra vez ese momento en el que nuestras sonrisas se buscan y nuestras miradas conectan, alegrándonos los días y quien sabe, quizás incluso la vida. ¿Te he dicho alguna vez que me gusta la alegría con la que te tomas la rutina? Y es que, aunque se te haga cuesta arriba, siempre consigues darle la vuelta a la tortilla y volar, y saltar, y ser libre y soñar. 

Siempre sabes pintar mis lienzos con un solo gesto, y sé, porque me lo dices sin hablarme, que muchos días te he llenado de colores la paleta y has conseguido crear una obra de arte tan solo con tu risa. Porque me entiendes, porque las dos reímos incluso sin motivo, simplemente porque nos hace felices.

Nos vemos pronto, y nos veremos durante mucho tiempo; y seguiremos jugando a eso de no saber cómo llamarnos y reconocernos con tan solo mirarnos. Y es que me encanta pintar sonrisas en tu rostro, que tú las dibujes en el mío y que, cada día, hagas de la monotonía algo totalmente diferente. Y es que, pequeños gestos como los que regalas, son los que cambian la vida.

Gracias por llenarte y llenarme, por sonreír incluso aunque no te apetezca, por romper las reglas y simplemente vivir. 

Nos vemos pronto, muy muy pronto.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Tu metamorfosis.

Hay uniones que más que dar la vida, te la quitan. Hay uniones que debilitan más que fortalecen, y que siguen siendo uniones por todo lo que hubo pero no por lo que queda. Hay uniones que guardan secretos que nunca debieron serlo. Hay confianzas que se traicionan y sangra tanto el alma, que después no queda ni una gota de esperanza. Hay uniones que duelen incluso más que mil balas agujereando todo el amor y el cariño que un día nos tuvimos; y aun roto, nos seguimos teniendo.

¿Por qué dueles tanto ahora que había aprendido a ignorarte? ¿Por qué decides salir a flote ahora que ya te daba por perdida en las profundidades del mar? ¿Por qué remaste hasta mi isla cuando la única opción que te quedaba era naufragar? 

Siempre andaré buscando respuestas a las preguntas que me obligas a plantearme, siempre andaré estrujándome los sesos y buscando la lógica a las palabras que abandonaron la cordura mucho tiempo atrás. Sigo pensando que ningún esfuerzo será en vano para ganar tu juicio, encontrar tu norte y salvarte del sur envolvente. 

Siempre me preguntaré por qué esta guerra ha podido contigo, que salías airosa de todas y cada una de las batallas; con rasguños y heridas, pero nunca destrozada. Siempre me preguntaré qué le paso a esa fortaleza para, de un día a otro, desaparecer. Siempre buscaré culpables de tu metamorfosis, y siempre perseguiré a la mariposa en la que te debiste haber convertido pese a saber que jamás existirá. 

Ojalá no hubieses abandonado tu crisálida tan pronto, ojalá el mundo contase con una mariposa menos y una cuerda más. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Llegarás.

Me gusta cuando haces de mis domingos, ese día que precede al lunes, el día perfecto para sonreír. Me gusta aun más cuando te animas a sonreír conmigo, y las dos nos reímos de esta vida que cada vez intenta ponernos más trabas. Y me gusta aun más cuando cogemos carrerilla, saltamos los obstáculos y, de paso, al precipicio que durante tanto tiempo nos intimidó. Me gusta que nos lancemos a la vida tan de frente, sin miedo a los golpes, rebosantes de ganas de vivir.

Me gusta que me mires con la complicidad que nos da habernos visto las heridas y habernos acariciado cada rincón de nuestros cuerpos desnudos. Me gusta que me mires incluso cuando el sol intenta cegarnos, incluso con los ojos entrecerrados, incluso cuando no hay luna y ni si quiera se distinguen las sombras. Me gusta que nos busquemos, y que no nos demos por vencidas si no nos encontramos hoy.

Me gusta compartir cervezas y bailes contigo, compartir canciones y conciertos hasta que no nos quede voz; pero me gusta incluso más que compartamos café, tarta y filosofía. Me encanta que, por un momento y a través de palabras, nos cambiemos los ojos y la piel y veamos, o al menos imaginemos, cómo se ve la vida desde fuera. Me encanta que discutamos sin levantar la voz, sin ocultar las sonrisas, sin dejar de disfrutar de la vida.

Me encanta que compartamos poesía, escribirte cientos y cientos de versos - o lo que quiera que sea - y que los recites cuando los colores del alba o del ocaso adquieren colores rojizos, rosados o anaranjados. Me encanta también cuando me los recitas a la luz de las velas en la intimidad que nos dan las cortinas cerradas. 

Me gustan los paseos de tu mano, las tonterías, las cosquillas con las que intentas matarme de risa y, por qué no decirlo, que intentes matarme a besos y morderme la vida, que espantes a la monotonía y que no te lleves bien con la rutina. 

Me gusta que nos busquemos sin querer, para que, cuando nos encontremos, le agradezcamos al destino lo que tanto tiempo llevamos haciendo tú y yo: buscarnos. 

martes, 10 de mayo de 2016

Tu nombre es poesía.

Pisaré charcos y aceras mojadas, dejaré que la lluvia me empape de recuerdos y bailaré con la tormenta el réquiem de mi alma. Escribiré versos y alguna que otra poesía, dejaré marchitar las rosas y correré sin ánimo de adelantar al tiempo para que así la muerte dé lugar al olvido.

Me dejaré morir, y me maldeciré por no haberme dejado querer cuando quisiste quererme. Supongo que al final ha dolido más el miedo que lo que pudo haber dolido abrirme a ti. Aunque esa es otra de las dudas que me llevaré a la tumba. Arriesgar o morir, ¿hace falta que te diga lo que he elegido?

Y es que no sé vivir con tu recuerdo haciendo de sombra, y menos aun disfrutar de la noche si mire a donde mire ahí está, camuflado en la oscuridad que dejó la luna que te llevaste. Y dime ahora cómo sueño sin tu sonrisa, y cómo vuelo sin tus ojos devorándome la vida.

Dime ahora qué me queda si tan solo me quedas tú, dime ahora qué me queda. Dime ahora que lo que me queda eres tú y que tu nombre, tu  nombre es poesía.

domingo, 8 de mayo de 2016

No necesito alas para volar.

Hoy vuelve a llover, que puta manía tiene el cielo con acompañarme cuando quiero estar sola. Supongo que hacía falta que lloviese, que me hacía falta mojarme y lanzarme de lleno a ti. Supongo que me hacía falta un poco de agua para limpiarme las heridas, aunque fuese agua sucia acumulada en el charco que ha soportado miles de pisadas. 

Echaba de menos caminar bajo la lluvia, aunque confieso que me habría encantado hacerlo contigo; y pasear también. He salido sin paraguas y sin capucha, he dejado que las gotas me empaparan la vida y he intentado, sin éxito alguno, olvidarme de ti.

¿De qué estás hecha, que ni si quiera la lluvia te borra? He intentado destrozar mis versos, pero ni la lluvia los difumina, supongo que será porque están hechos de ti. He intentado deshacer las nubes, pero están hechas de los sueños que compartí contigo y se niegan a irse sin ti.

Así que vete, o no. Quédate, pero para siempre, que las tormentas serán lloviznas contigo; y los relámpagos serán la luna sobre la que bailamos; y los truenos el rugido del cielo al comprobar lo mucho que nos queremos.

Hoy el cielo ha vuelto a teñirse de gris, he vuelto a caer en la cuenta de lo lejos que estoy de ti,he vuelto a añorar tus abrazos, tus silencios, tus besos, tus caricias y tu forma de comerte la vida a carcajadas. He vuelto a caer en el abismo del que creí haber salido, he vuelto a cortarme con las mismas rocas de siempre y he vuelto a prometerme no saltar ni aunque tú me lo pidas.

Hoy he vuelto a perder las alas y prometo no buscarlas nunca, pues no necesito alas si puedo sentir.  

lunes, 2 de mayo de 2016

Le gusta mi poesía.

Le gusta mi poesía pese a que siempre está rota, y le gusta cuando la recito y la voz se me apaga un poco más a medida que mis versos hacen eco en el vacío que hizo de mí, y le gusta incluso con la luz encendida, incluso cuando se le ven todas las heridas, incluso cuando la sangre brota por todas y cada una de las palabras que he dejado escritas.

Le gusta mi poesía aunque hable de lo mucho que me duele, aunque la tristeza se camufle con la belleza, aunque cada verso sea una pala más de tierra sobre mi tumba.

Le gusta mi poesía, y eso que a mí no me gusta escribirle. Le gusta y no sé por qué; quizá porque de todos los corazones que ha roto el mío es el que más versos le ha regalado, quizá porque le escribe el corazón que con más tacto ha quebrado.

Le gusta mi poesía incluso aunque no llega ni a ser sombra de la suya, incluso aunque llore y la tinta intente huir del papel, incluso aunque el tiempo adelgace las páginas y amargue el fondo de mis versos. 

Le gusta mi poesía incluso cuando no habla de ella.

domingo, 1 de mayo de 2016

Quédate.

Quédate con las miradas, las sonrisas y los besos; con los guiños, las caricias y los abrazos; y olvida los desplantes, los malos gestos y las caras largas, pues no aportan nada. Quédate con quien te quiera bien, ya sea poco, mucho o sin mesura; con quien te facilita la vida, con quien te plantea soluciones y no problemas, con quien se alegra de tus éxitos tanto que parecen propios.

Quédate con quien mira la vida desde el otro lado, con quien te ofrece diferentes perspectivas y con quien puedas discutir sin necesidad de levantar la voz y enfadarte. Quédate con quien comparta una cerveza, una carcajada e incluso improvise la música para poder bailar; con quien puedas compartir un café y tu visión del mundo, con quien la escuche y pretenda compartir la suya contigo. Quédate con quien te hable de poesía, de fantasía e incluso de utopías; quédate con quien comparta sus sueños contigo, con quien acepte los tuyos, con quien alimente el motor de tus sueños, siempre y cuando tú también alimentes el suyo, claro. Quédate con quien regale versos, besos, poemas y caricias; con quien regale madrugadas hechas no solo para la fiesta, con quien potencie tu verdadero yo. 

Quédate con quien te escuche, con quien te entienda, con quien te hiera con verdades, con quien te tienda una mano sin esconder un puñal en la otra, con quien te mire y te diga que estará ahí para toda la vida.

Supongo que por eso, y por más razones que aun no entiendo, me quedo contigo.

domingo, 24 de abril de 2016

Quiero ser soñador.

Quiero ser la pluma de la que nacen tus versos y los labios a donde van a morir tus besos. Quiero ser la risa que provocan tus cosquillas y el reloj al que le detuviste las manecillas. Quiero ser la arena sobre la que dejas tus huellas y al mismo tiempo el mar, para nadar sobre ellas. Quiero ser el atardecer de tus días de verano y el invierno en un día soleado. Quiero ser el lienzo y la pintura de tus cuadros, y quiero ser el ignorante que te admire embobado. Quiero ser el arte del que tanto me hablas, quiero ser tu mayor sueño cumplido, quiero ser tu meta y también el último de tus objetivos. 

Quiero ser el pájaro que envidie tus alas, la brisa que tenga el placer de rozar tu cara y el sol encargado de iluminarte la vida. Quiero ser el final del túnel, la salida del laberinto, el despertador en una pesadilla y el dulce después de un trago amargo. Quiero ser la cicatriz después de una herida de bala, la fuerza que te mantenga viva aunque te falten las ganas, el motor de tus sueños y el colchón de tus huesos.

Quiero ser la luna que ilumine el vals de tu vida, las estrellas que acompañen tus noches de primavera, el rugido del mar y las olas que nunca se cansarán de bailar. Quiero ser tu plan B, tu compañera de aventuras y el papel sobre el que dance tu pluma. Quiero ser la mariposa que revolotee en lo más profundo de tu ser o la margarita que desvistas preguntando si te quiere. 

Quiero ser libre, quiero ser quien quiera ser.

sábado, 23 de abril de 2016

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Suma y sigue; multiplica, y también divide, pero solo las penas. Disfruta de la risa en compañía y comparte también aquello que no es alegría. Ríe, baila, sueña: ¡VIVE! Como si no hubiera un mañana, respira como si fuese la última bocanada de aire que puedas tragar y canta con toas tus fuerzas la canción que quieras bailar. Y si llueve que le jodan a las nubes en lugar de a ti, que la lluvia te joda el pelo pero no el día, y que un resbalón no sirva de excusa para no seguir caminando. Que si tropiezas levantas, que no hay dos sin tres, que hay que ser como los de Alicante y tirar palante'. 

Hazme un favor, ponte las alas, vístete de plumas y sal a volar; adorna el cielo con tu gran despertar y silencia de una vez por todas a los motores de esta ciudad. Cómete el mundo sin la necesidad de tener hambre, devora a todo aquel que quiera pasarte por delante e incluso aplastarte para intentar verse más grande. Sonríe, joder, sonríe; que además es gratis. Y que te miren los locos que no se atreven a ser felices, y que te envidien aquellos que engulleron su alegría junto con las perdices. Y que me mire el mundo, que hoy he decidido vivir para ser feliz.

Trabaja duro - suele ser la única forma de conseguir algo - y persigue tus sueños por lejanos que parezcan, nunca sabes en qué momento podrás acariciar el horizonte, nunca sabes en qué momento verás la línea de meta, pero sabes que, por duro que pueda ser el camino, el que la sigue la consigue.

Y si caes, punto y coma; tómate un respiro, coge aliento y recupera fuerzas, afuera te espera la vida, aprieta los dientes y levanta, puedes con todo aquello con lo que quieras poder. Sigue joder, nunca pares de correr con el tiempo, que la muerte es lo eterno y la vida, el momento; 

jueves, 21 de abril de 2016

Un corazón en cada puerto.

Quizá me duele que tus versos vayan acompañados de sus huellas y los míos, tan del viento como tuyos, ni si quiera tengan sombra. Quizá me duele que tus musas lleven el placer a bocas ajenas y las mías, tan libres como tú, decidan dormir siempre en el mismo colchón. Quizá me duele que vuestra química, tan vuestra como mía, no se parezca en nada a la que forma la vida. Quizá solo me duela no poder verte reír.

Y es que doler, lo que es doler, solo dueles tú. Y que mis versos, tan tuyos que ya ni parecen míos, dejen su identidad atrás y empiecen a volar. Y la risa, la risa también duele cuando suena vacía, y si no la llenan tus cosquillas tampoco lo harán mis sonrisas. Y el cielo también duele cuando se van las estrellas, y la lluvia también moja, y las flores se deshojan, y los locos afirman que aun así la vida es bella.

Y así como un marinero tiene un corazón en cada puerto, tú, aun sin quererlo, siempre tendrás un "te quiero" en cada uno de mis versos. 

martes, 19 de abril de 2016

A contratiempo.

Supongo que ya está, que al final ha sonado el despertador que tantas veces he apagado y que, de una vez por todas, su espantosa melodía ha conseguido devolverme a la realidad. Supongo que ha conseguido despegar las sábanas de mi cuerpo aun dormido y tirar de mí con la cuerda imaginaria que conecta el ritmo del reloj con mis andares. Supongo que al final he decidido salir de la cama para intentar ganarle la carrera al tiempo, para intentar convencerme de que volverá por mucho que digan que nunca lo hace, de la misma forma que esperaba tu regreso pese a que me dijeras que no volverías.

Supongo que intenté rebobinar mi vida como si de una película de las de antes se tratase, que intenté buscar la cara B de la cinta y olvidé que mi canción preferida sonaba en ese momento en la otra cara de la vida, en la que corría con el tiempo. Supongo que intenté soplarle al viento y hacerte llegar mi brisa con un mensaje que dijera que aun seguía esperando en el último lugar en el que fuimos una.

Imagino que mi esperanza todavía no estaba rota y que, pese a todas nuestras grietas, seguía creyendo en el amor eterno; en la más pura idealización de una vida contigo. Eso es todo. A lo lejos, como con miedo, se acercaba la realidad, con paso lento pero firme, avisando el golpe e intentando preparar nuestro cuerpo frente al miedo; y al final, enrabietada porque la comparasen con el pastor y el lobo, golpeó con más fuerza que nunca y no solo me ha roto los miedos, sino que me ha roto hasta el aliento.

Supongo que la culpa fue mía, por querer vivir entre sábanas esperando la metamorfosis del alma, por querer despertar en la utopía que había creado con mis sueños, por intentar modelar la vida a mi antojo y olvidarme de vivirla.

Tiempo uno, idiota cero. Veamos quien muere primero.

jueves, 7 de abril de 2016

Disculpa, creo que te quiero.

¿Me puedes decir, si no es molestia, qué clase de pacto has hecho con el diablo para que todo me recuerde a ti? Explícame también por qué recuerdo cada pequeño detalle que me has contado de ti, por qué últimamente el insomnio se apodera de mí y por qué, muchas veces, tan solo trato de hacerte reír.

Confieso que más de una vez he dejado en la almohada las sorpresas con las que pretendía deshacer un poco tu rutina, que cualquier excusa era buena con tal de intentar hacerte feliz, que te he modelado con algodón un mundo lleno de momentos a compartir. Confieso que también ha habido tiempo en mi utopía para el deseo, para imaginar que te beso y dejar fluir mi mente en la irrealidad de tu cuerpo.

Me pregunto si algún día seré capaz de saber por qué tu perfume me inunda toda cada vez que me abrazas y, no contento con eso, me persigue hasta que se acostumbra mi vida a latir sin estar entre tus brazos. Supongo que es el latido de menos encargado de contrarrestar los latidos de más que me generas. Me pregunto también por qué automáticamente sonrío cuando me miras, pero eso viene después, cuando me miras solo puedo mirarte y dejar que las hormonas de la felicidad recorran mi cuerpo de pies a cabeza en menos de lo que dura un segundo.

Resulta absurdo que me parta los cuernos intentando resolver un porqué cuando lo que más deseo es decirte: bésame.

lunes, 4 de abril de 2016

Mójate.

Dejemos que la lluvia sea el sol de nuestros días nublados, un motivo más para bailar o, simplemente, una mera excusa para abrazarnos. Vamos a olvidar los paraguas en casa, a dejar que las gotas nos calen hasta los huesos y se nos purifique el alma. Vamos a arrastrar las penas con cada gota que se deslice por nuestro cuerpo y a saltar sobre los charcos como cuando éramos pequeñas. Dejemos las películas y las mantas para los débiles y salgamos a comernos el mundo, la vida y las sonrisas, ahora, ya, antes de que deje de llover. 

Olvidemos los abrigos en casa, no hay mejor calor que el que me da tu risa, ni mejor hogar que el que me das con solo mirarme. Relajémonos con cada gota que muere en un tejado cualquiera de una ciudad cualquiera en un día de lluvia cualquiera. Salgamos a la calle, sin prisa, sin miedo a enfermar, sin miedo a que las gotas empapen los cristales que me dan la nitidez necesaria para verte. Pintemos con nuestros colores el lienzo gris que dibuja hoy el cielo. 

Hagamos de la lluvia el remedio contra el estrés, la ansiedad o la tristeza, destruyamos el mito de que los días en blanco y negro son días tristes y rompamos los paraguas que nos hacen de barrera. 

Y es que, si la vida está hecha para mojarse, ¿por qué nos condiciona tanto que llueva? 

domingo, 27 de marzo de 2016

Rómpeme la vida.

No tienes cojones a romperme el corazón, a dejarte de grietas y a dividir en dos, en cuatro, en ocho o en los pedazos que te dé la gana, la maquinaria que me da vida. No tienes cojones a decirme de frente, mirándome a los ojos, que no me quieres, que todo son imaginaciones mías, y no tienes cojones a hacerlo porque sabes que me quieres.

Hazlo, te lo estoy pidiendo a gritos, que me destruyas y desmontes este sueño sobre el que he decidido vivir; que me rompas el alma y la hagas añicos, que me rompas cada ilusión sobre la que, como niña que soy, he forjado mis cimientos. Rompe cada abrazo, cada caricia, cada beso que nos hemos dado. Rompe el recuerdo de nuestras manos unidas vagando por el mundo. Rómpeme la memoria. 

No tienes cojones a olvidarme, o a hacer que te olvide, no tienes cojones a reconocer que andabas buscándome y que me encontraste porque me dejé encontrar, porque yo también te buscaba. No tienes cojones a dejarte de "quizás" y pronunciar un "sí" o un "no", no tienes cojones a hacerlo fácil, aunque sea por una vez en tu vida.

Y yo no tengo cojones para olvidar cada ilusión, para dejarme de tonterías y abandonar la película en la que he decidido vivir. No tengo cojones para gritarle a los cuatro vientos que te deseo como nunca antes he deseado a nadie, que eres la persona más interesante que hasta el momento ha cruzado mi vida y que me robaste el sueño desde el día en el que me dijiste tu nombre.

¿Acaso no lo entiendes? Te estoy pidiendo que me mates - o que me quieras, que viene a ser lo mismo.

Háblame de ella.

Quiero que me hables de ella, que me cuentes cada detalle con el que te hace feliz y que desgranes cada una de las sorpresas con las que decide romper la rutina de vuestros días. Quiero que me digas cuánto la quieres, cómo te robó el corazón y lo enamorada que estás de alguien que no soy yo. Quiero que me hables de la perfección que ves en su imperfecto ser, que me bombardees con vuestras historias hasta hacerme pedazos y que atentes contra este amor que rebosa por cada poro de mi piel.

Quiero que me digas que se te va la vida cuando la miras, que te duele el pecho cuando pasas más de dos días sin verla y que, cada vez que vuelas, te tiemblan tanto las alas que tardas el doble en volver a tener los pies en la tierra. Dime que te devuelve la ilusión que tenías de niña, que te sujeta la vida cuando se te cae el alma a los pies y que nunca en tu vida has querido a nadie como la quieres a ella.

Dime que nunca tendré sus ojos o su pelo, que nunca mi perfume podrá compararse con el de su cuello y que jamás mis manos serán tan suaves como el tacto de sus dedos. Dime que mis letras nunca alcanzarán la belleza de sus cuadros, que para ella la palabra "diafragma" es algo más que el músculo que nos permite respirar y que jamás podré luchar contra la paz de vuestro hogar.

Dime que la prefieres a ella, dime que soy tu pasatiempo favorito, que me sostienes la vida porque no puedes sostenerle la suya, que me miras por mirarme y que nunca te has perdido en mis pupilas. Dime que soy una ilusa por creer que alguna vez me has mirado el alma, dime que nunca en tu vida he alterado tu calma y que, por mucho que lo parezca, no me quieres tanto - por no decir nada - como yo a ti.

Dime que la quieres.

viernes, 25 de marzo de 2016

Nos faltan cojones para ser felices.

Echo de menos tu risa, tu mirada, tu voz y tus manos. Echo de menos esa forma tuya de comerte las palabras, la forma que tienen tus ojos de ver el mundo y la seguridad que siento cada vez que tu mano sostiene la mía. Echo de menos que me seduzcas, que me enganches con tu palabrería, que me enseñes el mismo paisaje desde mil perspectivas y morirme de interés por ti. Te echo de menos.

Echo de menos mirarte, cuidarte aunque no lo parezca, abrazarte, regalarte los latidos de más que genero cuando te veo, endulzarte la vida e intentar hacer de ti alguien más completa. Echo de menos tenerte cerca, hundir mi cabeza en tu pecho y vivir por periodos cortos de tiempo un mundo sin fin.

Nos volveremos a ver, en menos de lo que canta un gallo habré abierto los ojos y te estaré viendo, y me estarás comiendo la vida porque te faltan cojones para comerme la boca, y me comerás la oreja también pero solo con palabras. Y a mí me faltan cojones para decirte que me muero por desnudarte cada vez que te veo, para decirte que yo, que andaba buscándome, me perdí cuando te encontré y desde entonces no he vuelto a encontrar mi camino. Te faltan cojones para quererme y a mí me faltan cojones para decirte que llevo meses enamorada de ti. Nos faltan cojones para querernos.

Espero que el día en el que nos sobren cojones también nos sobre el tiempo.

lunes, 21 de marzo de 2016

Me quedo contigo.

Me quedo con todas y cada una de las sonrisas que a punta de abrazo - por no decir de pistola - me sacas. Me quedo con todos y cada uno de los abrazos que hasta ahora nos hemos dado utilizando cualquier excusa como pretexto para hacerlo. Me quedo con todas y cada una de las veces que he sentido tu mano sujetando la mía y, con ella, tu alma sujetándome la vida. Me quedo con todas y cada una de las veces que has decidido sumergirme en el mar que simulan tus ojos.

Me quedo con todas y cada una de las cosquillas que siempre te busco, con cada momento en el que me he sentido pequeña y gigante al mismo tiempo gracias a ti, con cada beso que he conseguido darte y con los pocos "te quiero" que mis labios se han atrevido a lanzarte. Me quedo con cada verso que te he dedicado, me quedo con que no lo sepas y con la opción de sorprenderte si algún día te digo que en todos mis poemas tu nombre va escrito. 

Me quedo contigo; me quedo con tus más pero sobre todo con tus menos, con tus manías, con tus deseos, con tu forma de salir al mundo y luchar por lo que sientes tuyo. Me quedo con tu indecisión y con mis ganas de patear al miedo. Me quedo con la moneda que lanzaste y salió cara, con el disparo que "salió por la culata".

Me quedo con lo malo pero sobre todo con lo bueno. Me quedo con el latido de más que a veces es de menos, con las paredes del hogar al que pones techo, con tu risa, con tu voz y con las ganas que tengo de empezar a volar. 

Por eso, y por muchas cosas más que aun no sé explicar, me quedo contigo.

domingo, 20 de marzo de 2016

No me digas que no me quieres.

Otra espina más clavada, otra rosa que marchitará en el rincón en el que muere mi poesía; esa poesía que muere porque no la desnudan tus ojos. Dime que no quieres desnudarla, que tu corazón hace tiempo que dejó de estar abierto y que no quieres que unos simples versos - o besos - tengan la oportunidad de abrirlo.

Dime que no quieres un cambio, que no te apetece lanzar una moneda al aire por si sale cara y que tampoco te apetece disparar por si te sale el tiro por la culata. Dime que no quieres arriesgar, que no te apetece intentar aprender a volar o que no quieres que te imite al caminar.

No me digas que no me quieres, porque no tienes derecho a transformarme con los labios la verdad que veo en tus ojos. No me digas que no me quieres si me desnudas el alma cada vez que me miras, si me pierdes en tus ojos y el mundo se reduce a una mirada en la que he decidido vivir. No me digas que no me quieres si nuestros cuerpos se buscan, si cualquier excusa es buena para hundir mi cabeza en tu pecho, para vivir en tu abrazo y sentir, aunque sea por un momento, que todo va a salir bien, que alejamos el mal solo con fundirnos en uno. No me digas que no me quieres si nuestras manos se buscan y nuestros dedos se entrelazan a la primera de cambio.

No me digas que no me quieres, no me mientas así, no te mientas así. No digas que no nos queremos si siempre nos buscamos. Yo arriesgaría; ¿y tú? ¿Qué harías?

Valencia en llamas, lluvia sobre mí.

Valencia está en llamas mientras tú caminas por la tierra de las lluvias hacia el fin del mundo a buscar el principio de todo. Valencia explota y sus cielos se iluminan por última vez, mientras tú disfrutas del más estrellado firmamento.

Valencia se despide hoy de sus monumentos de cartón piedra o de madera así como yo me despedí de ti hace unas cuantas horas. Miles de valencianos añorarán la última semana; sin embargo, yo, tan valenciana como ellos, te añoro a ti con la fuerza de esos mil valencianos junta.

Se me hace difícil esperar, echarte de menos, respirar y hasta expresarme. Y es que dueles, como un pinchazo, una astilla que se clava o un golpe en el dedo pequeño del pie. Y es que el desorden siempre viene cuando te vas, la sonrisa deja de ser sincera y las ganas, poco a poco, se transforman en desgana.

Sé que solo tengo que darle tiempo al tiempo, cuerda al reloj cuando este se detenga y vivir en lugar de pensar en la vida que me pierdo mientras te pienso. Sé que aprenderé, si me doy la oportunidad, a perder el control y disfrutar, a dejar que el desorden se ordene por sí solo y que el caos reine en nuestras vidas y las llene de armonía.

Valencia arde, así como nuestros cuerpos ardían hace unas cuantas horas. Valencia arderá dentro de un tiempo y nuestras almas volverán a mirarse, también en unas cuantas horas.

jueves, 17 de marzo de 2016

Perdona por pedirte perdón muchas veces.

Perdona si te hablo de amor con una copa en la mano, pero es más fácil hablar de lo que duele con el alma dormida. Perdona si insisto en hablar contigo cuando solo se escucha la voz del cantante, así siempre tendré la excusa de haberte escuchado mal si no me gusta lo que dices. Perdona que te sonría solo cuando la luna brilla y los rostros se intuyen, perdona si te miro solo cuando hay cientos de ojos rodeando nuestros cuerpos, pero es más fácil mirarte a medias que perderme de lleno en ti - más si cabe.

Perdona si siempre es una cerveza la que moja nuestros labios cuando hablamos, tengo miedo de que un café demasiado caliente me deje sin habla o quizá de que una simple cafetería sea testigo de todo lo que aun no nos hemos dicho. Perdona si finjo que no me importas, si te enfado y te busco las cosquillas aun a riesgo de borrarte la sonrisa, es la única forma que tengo de cuidarte desde lejos, sin que se note demasiado y sin que duela; o al menos, sin que mate.

Gracias por hacer de las nubes el lugar en el que no solo se sueña, sino que se ama, se anhela, se ríe, se llora y se vive; que al final es lo que cuenta. Gracias por hacer los días un poco más llevaderos, por darme un hogar sin necesidad de paredes y techo, por contar conmigo, por multiplicarme la vida y descubrirme una nueva acepción de la palabra "alegría". 

Gracias por compartir un trocito de tu mundo conmigo. Espero que te guste el que te entrego y que sume, en lugar de restar, cada pequeño gesto con el que intento hacerte feliz.

Gracias por todo, a ti.

lunes, 14 de marzo de 2016

Por si mañana no nos vemos.

Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece pasar cada segundo de mi vida contigo. Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece besarte hasta quedarme sin labios. Por si mañana no nos vemos, te diré hoy que me apetece volar sosteniendo tus manos.

Te diré que te extraño, que siete días empiezan a ser demasiados sin vernos y que sería bonito recuperar el tiempo que hemos perdido en empezar a conocernos. Te diré que el "no sé" que siempre te digo solo era miedo y, aunque lo sigo teniendo, me apetece saltar  y vencerlo, ver la vida desde otra perspectiva y volar sin miedo a poder fallar.

Por si mañana no nos vemos, hoy te digo, ahora y por escrito, que me apetece arriesgar y equivocarme, que me apetece vivir sin que se me haga tarde y ser valiente sin arrepentirme de que un día fui cobarde. 

Te diré que quiero mirarte hoy, por si mañana no nos vemos.

jueves, 11 de febrero de 2016

Sintiendo sin sentir.

Pese a no saber andar, supe llegar a tu puerta; pese a no saber cantar, supe bailar el ritmo de tu canción y; pese a no saber entender el amor, supe verlo en tus ojos. Y lo veo cuando me miras, no sé si porque en tus ojos se reflejan los míos o porque de verdad lo sientes.

Quizá no necesite entender el amor, al fin y al cabo puedo sentirlo y vivirlo a diario; pese a no vivirlo contigo. Quizá tampoco necesite vivirlo con nadie, sino apreciarlo en todas y cada una de sus formas; y que llegue el beso si tiene que llegar. Y que pase el tiempo, y que lo mate o avive para siempre; y si se muere el amor, que nos muramos todos, ¿no?, ¿para qué queremos vivir sin sentir?

Supongo que me dará igual morir mañana si hoy puedo sentir tus cosquillas, que me dará igual morir si lo hago mientras te miro, y que supongo que me dará igual perderme ya que, si estás al final del camino, acabaré encontrándote. Y si no, ya te buscaré para perderme aun más en este laberinto de sentimientos sentidos sin sentir.

Si bailo, que sea el vals de nuestra boda sin algo azul, algo nuevo, algo viejo, algo usado y algo prestado; sin ceremonias ni cura, sin vestidos, sin anillos; una boda de mirada, sin un papel que mida cuánto nos queremos. Si sueño que sea con hacerte feliz a cada rato, con tu risa y con tu alegría, con tus lágrimas muriendo en mi pañuelo y mis caricias esbozando tu sonrisa de nuevo.

Si quieres, solo si quieres, te digo que te quiero y me borro para siempre; dejo de esconderte entre metáforas y acabo de una vez con las mil excusas que siempre busco para escribirte.

Pero: ¿de verdad quieres un mundo sin poesía? 

jueves, 28 de enero de 2016

Habrá tiempo.

Ya tendremos tiempo de querernos, ya tendremos tiempo de matarnos a cosquillas, ya tendremos tiempo de entrelazar nuestras manos y fundir nuestros sueños en un único mundo. Ya tendremos tiempo de besarnos las sonrisas y recitarnos versos a las tantas de la madrugada, a media voz y a media vela.

Ya tendremos tiempo de desearnos, de prometernos infinitos que nunca alcanzaremos y de bebernos cada una la sed de la otra. Ya tendremos tiempo de devolverle a cupido todas las flechas que nos unen, de detener tranvías caminando por nuestra vida y de soñar que nos tenemos así como la luna siempre tendrá al mar.

Hoy tenemos tiempo para mirarnos de lejos, como con miedo y deseando que el tiempo se congele en ese mísero segundo, para dibujar medias sonrisas cuando te miro y me miras, para reír y acariciar con nuestra risa cada rincón de nuestro cuerpo. Hoy tenemos tiempo para esperarnos, para alimentarnos las ganas con un poco de distancia, para hacernos polvo en un abrazo y dejar en las cenizas el dolor que un día nos vio separarnos.

Hoy tengo tiempo de contemplar cada segundo de tu belleza, de observar con delicadeza el arte con el que decides pasearte por la vida y disfrutar de cada melodía que me dedica tu voz cuando me hablas. Hoy tengo tiempo de escribirte, de hablar de mí sin hablar de nosotras, de empezar el capítulo por el principio y no la historia por el final.

Ya tendremos tiempo de saber si comeremos perdices o si simplemente seremos felices. Ya tendremos tiempo de averiguar por qué ahora y por qué mi vida y la tuya.

Ya tendré tiempo de averiguar qué te hace sonreír de esa manera. Hoy tengo tiempo de ver como el reloj congelado sufre su lento deshielo y las gotas oxidan al fin las dichosas manecillas para que así dejemos de tener tiempo y empecemos a vivirlo.

miércoles, 27 de enero de 2016

¿Y qué si te quiero?

Empiezo a pensar que quizá no solo te echo de menos. Empiezo a pensar que quizá te quiero y me niego a reconocerlo. Quizá simplemente tengo ganas de morir en tus brazos y renacer cuando tus besos quieran despertarme de este sueño eterno. Quizá tan solo sienta un vacío porque yo misma me niego a llenarlo y no porque realmente exista.

Y ahora es cuando sueño que vienes y me abrazas. Y aprovechando que estás tan cerca de mi oreja me susurras que son solo cosas mías, mis tonterías; que nunca te has ido de mi lado, que nunca has dejado de completar ese vacío que me he inventado. 

Ojalá toda esta pena sea mentira. Ojalá no fuese tu nombre el que está siendo escondido y ojalá estuviese lleno este profundo hoyo que reina mi pecho.

Ojalá estuvieses siempre. O no. Quizá quiera echarte de menos un poco más, disfrutar de este tiempo sin ti, para disfrutar aun más del momento en el que nuestros cuerpos se vuelven a juntar.

¿Y si te quiero? ¿Qué hay de malo en ello? Solo quiero esconderme entre tus brazos y sentir mi universo completamente lleno de calma. 

Abrázame fuerte con una condición: no me sueltes nunca.

sábado, 23 de enero de 2016

Me gustaría.

Me gustaría dibujarte y que al acabar, fueses uno de esos dibujos que se pierden en el fondo de un cajón cualquiera, que el paso del tiempo amarilleara el papel y al final, de tanto verse solos los colores, se fueran también dejando el folio vacío de ti.

Me gustaría escribirte una canción para que, después de cantada, la lluvia se apoderase de mi mundo, mojase las cuerdas de mi guitarra y borrara los acordes que una vez bailaste. Me gustaría que esa canción fuese muda para que nadie pudiese escucharla y comprender el dolor de mi alma. Me gustaría que esa canción fuese muda para que baile el silencio solo, marginado, y que no haya ni un solo testigo de su actuación. 

Me gustaría mirar tus ojos sin que estos me atrapen, sentir el tacto de tus suaves manos sin estremecerme y que la piel no se me erizase cada vez que tus brazos deciden estrechar un poco mi vida. Me gustaría abrirme a ti, quizá no solo de corazón, que te adueñaras aun más de mí, que fueses la cuerda que hace tiempo perdí, esa cuerda que tanto necesito para que mi reloj vuelva a vivir.

Me gustaría ser valiente, saber apretar los dientes y aguantar las mil heridas y los mil tropiezos. Me gustaría que tu aliento me alentase a la locura, que tus labios me quemasen en la boca, que tu voz me adormeciese y volver a ser la niña que duerme en la cuna. Me gustaría que mi cama fuese tu cuerpo; mi manta, tus brazos; y mi comida, tu sonrisa.

Me gustaría ser el sueño del que nunca quieras despertar, la ilusión que te mantiene luchadora pese a haber perdido las batallas y la guerra, la fe ciega que te hace trepar montañas dejándote las estrellas al alcance de la mano.

Me gustaría que fueses tú ese algodón al que tanto me aferro.

miércoles, 20 de enero de 2016

Cada fin es un principio.

Algún día nos iremos, no sé si juntas o separadas, solo sé que nuestro sendero bifurcará en algún momento y me veré obligada a retomar mi camino sin ti. Y conociéndome, seguro que el camino que escojo es el de la desdicha, el de añorarte más y más con cada paso, el de las almas en pena y, por ende, la poesía. Conociéndome seguro que escojo el de la tormenta, seguro que elijo ver siempre los mismos árboles quemados, seguro que decido andar por el camino de las almas en pena. 

Algún día te veré marchar, veré tu espalda caminar mientras se aleja y no podré volver a perderme en el mundo que suponía para mí tu cuerpo. Recuperaré el norte perdiendo el sentido. Recuperaré las noches y quizá las musas también, pero te habré perdido a ti. 

Así como algún día lo perderé todo, hoy no he perdido nada. El bosque que estamos haciendo cenizas de tanto querernos, sigue tintado del color de la esperanza; la oscura noche en la que he decidido vivir, sigue contando con tu luz y con la luna; y el lago que acabaremos por hacer acantilado, sigue guardando en su fondo las piedras rana que cada día le lanzamos. 

Sé que algún día te irás, o quizá sea yo la que se vaya. Sé que, en algún momento, la cuerda sobre la que deambulo acabará siendo mi soga y que el aire del que tanto me quejo será el que un día me falte.

Sé que todo tiene fin y que cada fin es un principio, que todo lo que nace muere y que la muerte es la única que durará para siempre.

Por eso quiero darte un beso por cada minuto que paso contigo, por eso me encanta hundir mi cara en tu pecho y que abraces cada hueso de mi cuerpo. Por eso te quiero, porque quizá mañana ya no tenga oportunidad de hacerlo.

domingo, 17 de enero de 2016

Si quieres.

Si quieres saber de mí pregúntale a la luna, hace meses que no hablo con nadie más que con ella y así pasa, que cuando me invita a unas cervezas, se mete en mi cabeza y saca toda mi belleza en forma de letras; esas que siempre hablan de ti.

Si quieres saber de mí también puedes preguntarle a las estrellas, al fin y al cabo ellas son quienes me han visto reír y derramar lágrimas, muy rara vez de felicidad.

Si quieres bailar llámame, apagaré mis sentimientos esa noche y así no llamaré a la luna ni aunque me emborrache y podrá iluminarte la pista; al fin y al cabo está en deuda contigo desde que iluminas la vida.

Si quieres cantar avisa, así tengo tiempo de escribirte una canción de amor sin que te veas oculta en ella; pese a que lo estarás hasta que la memoria me falle o la artrosis se apodere de mis dedos y no pueda volver a escribirte.

Si quieres quererme no me lo digas, hazlo de repente, llega por sorpresa y aduéñate de un corazón que ya es tuyo. Si quieres sorprenderme bésame, aunque quizás no sea sorpresa, pues mis labios esperan a los tuyos desde que se vieron.

Si quieres saltar hazlo sin miedo, cuentas con la ventaja de tener alas que no están agujereadas, de saber que al final del abismo no hay mil rocas afiladas, de saber que, antes que tú, he sido yo la que ha saltado y que estaré esperándote aunque un ángel me diga que has volado.

Si quieres, solo si quieres, me enseñas la vida y cómo se debe vivirla; prometo poner los cinco sentidos en aprenderlo y conseguir, de una vez por todas, hacerte feliz.

sábado, 16 de enero de 2016

Por amor al arte, o a ti.

No creo que sea casualidad que mirarte, cuidarte, acariciarte, escucharte, mimarte y amarte; así como el sinfín de palabras que estoy olvidando, acaben en "arte".

"Arte", esa palabra que tan grande me queda. Porque el arte lo engloba todo. Absolutamente todo, de principio a fin. Arte es dar un paseo hacia ningún lugar, arte es el cielo con y sin sus nubes, arte es esa forma que tienes de comerte las palabras cuando hablas, arte es lo que veo cuando andas y bailas sin necesidad de música alguna, arte es pasear bajo la luna y cantar bajo la lluvia.

Arte eres tú cuando me miras, cuando me contagias con tu magia solo con una caricia, cuando con un susurro levantas mariposas en mi ser, cuando decides enseñarme los colores del amanecer.

"Arte", qué palabra tan grande, o quizá no tanto si la comparo contigo. Porque espero que sepas que tú también eres arte cuando sonríes; y te juro que es la forma de arte más bonita que he visto nunca.

Y tú: ¿cuál es la forma más bonita de arte que jamás has visto?

viernes, 15 de enero de 2016

¿Vuelas conmigo?

A veces me gustaría poder estar a tu lado. A veces me gustaría que solo con imaginarlo las distancias desapareciesen y los sueños se hicieran realidad. Me gustaría poder abrazarte ahora que te dibujas a trozos, poder mirarte a los ojos ahora que miras sin mirar a ningún lado, poder recuperar tus sueños y ser el trampolín que te impulse hacia ellos.

A veces me gustaría que recuperases la fe suficiente como para creerme, que confiaras en estos ojos indefensos, que dejases que mi sonrisa fuese la luz al final de tu túnel. 

A veces me gustaría acariciarte suave el cabello, contarte un cuento para motivar un sueño sin contratiempos y susurrarte el más sincero de todos mis "te quiero".

A veces me gustaría que te veas igual de fuerte que te veo, que fueses esa huella que no sientes pero dejas, que si te ves gallina no te olvides de que tienes alas y las agites con toda esa rabia que te da no creer en nada. Volarás, más alto de lo que piensas, estoy segura.

Dime: ¿vuelas conmigo?