jueves, 22 de noviembre de 2018

Sobre vivir en cortito.


Las oportunidades no se buscan, vienen, llegan… y se van, sean o no sean
vistas.

Las oportunidades llaman a la puerta una única vez,
y en lo que te piensas si abrir
o, por miedo, no contestar
ya se van;
y cuando las miras por la ventana
y ves que son del color de la primavera
te maldices por vivir en invierno
y no haberle abierto la puerta a una nueva oportunidad de crecer.

A veces te miran directamente a los ojos,
impenetrables,
 – los tuyos –,
y se van cuando ni si quiera le haces caso
a ese instinto
que te dice que sí
que esta vez el sol brilla solo para ti.

Sin embargo,
otras veces,
el miedo que gobierna tu invierno se queda dormido
y tu vida despierta
con sus huesos doloridos y sus músculos entumecidos,
miras cortito y te deslumbras:
es una oportunidad,
y sí, ha llamado a tu puerta.

Vivir así,
sin miedo,
mirando cortito…

lunes, 12 de noviembre de 2018

Aprendamos a mirar cortito.

Todos los días pasan cosas para hacernos sonreír, pero no siempre estamos dispuestas a verlas. 

No son cosas grandes, son nimiedades, pequeños detalles, casualidades, rutinas... y cuando las miras de cerca son hermosas. 

Probablemente sea azar, sucesos totalmente aleatorios pero que invitan a pensar que todo está estrechamente ligado pese a que no nos demos cuenta. 

Esta tarde he pedido un café con leche y, mientras me lo servían, he leído un sobre de azúcar y he pensado "me quiero quedar con esta frase".

Cuando estaba listo, la mujer me ha dado otro sobre distinto, cogido de una caja repleta de frases distintas y sin mirar. Y quizá con el único propósito de verme sonreír, la frase de ese sobre elegido a ciegas ha resultado ser la misma que había leído segundos antes. 


"Aprendamos a mirar cortito" 
Roxana (Picanya)

Mirar cortito es estar aquí y ahora; es mirar el hoy y olvidarte del mañana, es disfrutar el día sin pensar en la noche. Es mirar lo que tenemos justo delante y dejar de mirar atrás o más allá. 

Desde este café he empezado a mirar cortito y a ver un lunes gris y cansado como una nueva oportunidad de sonreír. 

Y tú, ¿vienes a mirar cortito? 

sábado, 3 de noviembre de 2018

Noviembre y su frío.

Cada vez pesa menos tu recuerdo y paso menos frío durmiendo por las noches sin ti. 

Poco a poco consigo desarraigar de mi mente la idea de que, después de ti, no iba a poder sonreír por dentro; sin embargo, fue lo segundo que aprendí a hacer: lo primero fue asumir que te habías ido para no volver.

Ahora escribo con lápiz y no con tinta como te solía escribir. Y no, no lo hago porque tú lo hicieras así sino que aprendí que el grafito seguirá intacto - al igual que yo -  aunque intentes mancharlo con tu pena. 

No me asustan los daños, y tampoco lo hace una vida sin ti. Es cierto que caí, amor, en tu mirada y en tu abismo cuando decidiste reventar la burbuja en que vivía; pero cuando me deshice del polvo y conseguí respirar empecé a tener fuerzas para andar y, en ese momento, decidí que dejarías de ser mi debilidad para pasar a ser el motivo de mis cicatrices.

Me levanté por mí, por querer demostrarme que seguía - y sigo - siendo fuerte sin tu apoyo, porque te vi huir y supe que era injusto verte correr estando yo en el suelo. Pero sobre todo me levanté porque si me quedaba en el suelo me iban a encontrar muerta en vida bajo nuestros demolidos cimientos.

Me levanté porque siempre he creído en ti, porque te pintas siempre del color del miedo y piensas que te queda bien y me manchas. 

Me levanté porque entendí que era el momento de andar por y solo para mí.