jueves, 10 de mayo de 2018

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Sigo esperando un mensaje que me demuestre que has cogido la responsabilidad y reconoces tu error, pero ese no es tu estilo. La pena llora en tierra de nadie y parece que solo yo la escucho. Y a veces no me deja dormir. 

Soy incapaz de pasar de canción, porque ni si quiera soporto escuchar la primera nota. Adoraba nuestro baile encima de una toalla y ahora no me queda ritmo ni para coordinarme al andar: soy todo tropiezos.

Hacía tiempo, mucho tiempo, que mis letras no sangraban. Fue tu golpe mortal el que abrió mi herida más profunda y a mí me cuesta entender por qué huyes del accidente: eso te delata culpable. 

Que se muere nuestra historia, la estás dejando morir y ya no tiene buena suerte. Pero si no escuchas su llanto, ¿cómo la vas a entender? 

Ya no sé si te odio o si simplemente estoy decepcionada, el desdén con el que decidiste romperlo todo me hizo ver que nunca habías cuidado nada y que para ti no tenía ningún valor.

Qué injusta eres, qué poco te quieres y qué mal quieres a los demás. Siempre confié en ti: gracias por dejarme morir.

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