domingo, 21 de octubre de 2018

Últimas horas.

Último día en Barcelona y la ciudad amanece nublada, quizá es porque sabe que me voy y lo hago sin ganas.

Sin embargo, sé que mis huellas están aquí, como las huellas de Barcelona están en mí, y esa unión queda ya sellada para toda la vida.

Me da pena decirle adiós, por tanto, pronunciaré un hasta pronto porque quiero volver a encontrarme en las calles de la ciudad condal.

Gracias por haberme encontrado; por enseñarme que no hay nada malo en no saber dónde estás pero sí en no querer buscarte. Por enseñarme que cuando tengo dudas lo mejor es consultar el mapa y, que si dudo entre dos caminos, el mejor lo marcará el corazón.

He llegado a donde mis pies me han llevado. Luchando contra el cansancio el paso del tiempo ha sido un aliado. 

Me he imaginado nuestra guerra desde los baluartes del castillo de Montjuïc y ahora entiendo por qué aquí, en Barcelona, me he sentido a salvo. 

Cada paso dado en esta ciudad ha dibujado un sendero hacia mí misma,  y ahora me siento tan fuerte que soy capaz de convertir en recuerdo hasta al más grande de tus monstruos.

Te quise, amor, como se quiere por primera vez. Ahora me quiero yo, con la misma intensidad y la misma ilusión, pero con una lista de miedos ajenos de los que no quiero oír ni hablar. 

He aprendido a hacer de mi tristeza el puente hacia mi felicidad.

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