miércoles, 17 de octubre de 2018

La Barceloneta.

Necesitaba verme reflejada en sitios en los que tú no has estado, entender que mi mar lo definen muchos tonos de azul, y que en todos hay luz, en todos estoy yo.

Podría contar cuantos granos de arena tiene esta playa aunque sé que no acabaría nunca; pero entre grano y grano nuestra historia se iría borrando y tú serías solo un recuerdo. 

He perdido la noción del tiempo estando solo conmigo, observando la caída del sol; y de repente le he perdido el miedo al futuro y me mezo en la brisa del hoy. Ya no me asusta el duelo, he aprendido a querer a mi tristeza y ya nadie me abraza mejor: ni si quiera tú.

Al principio dolía, apretaba mucho los brazos y sus caricias se parecían más a los golpes. Pero un día la escuché y desde que empecé a entenderla se tornó suavidad y se dispersó su hedor en el viento. Desde que somos una, mi tristeza se convirtió en la brisa suave y fresca que necesitaba para olvidar.

Soy tan grande como este mar y tan bonita como esta playa. Y no, no hay sitio para tu negro en esta mi inmensidad. 

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