miércoles, 24 de octubre de 2018

Otoño.

Será el otoño y la tristeza de los árboles despidiéndose de sus hojas, destinadas a morir bajo las huellas de unos pies que viven deprisa y no se dan cuenta de que, un día, ellos también serán polvo y cenizas. 

Será el otoño y las tardes en las que ya no hace calor pero tampoco necesito que me arropes, aunque no niego el calor de un té.

Será el otoño y la gama de azules grisáceos que tiñen el cielo: parece que todo son colores fríos.

Será el otoño, tu piel pálida que recuerda al frío, o el hogar que suponía fundirnos en un abrazo; pero parece que ahora soy capaz de apreciar la tristeza que existe siempre, se intuye a veces y nunca se ve.

Lo único desconcertante es que me siento extrañamente cómoda por momentos cuando ella me abraza. Pero sé que no me posee y que soy libre, que puedo olvidarme de ella en un pestañeo porque he aprendido a hacerme sonreír.

Será el otoño y esa necesidad de bajarle el ritmo a la vida, de buscar canciones lentas y suaves e invitar a la calma a follar siempre y sin prisa. 

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