sábado, 12 de mayo de 2018

Te creí valiente, fuiste muy cobarde.

Tu solución es el silencio, pero el mío está lleno de gritos y de preguntas cuya respuesta solo tienes tú. Si yo me enfado, me das la espalda en lugar de intentar arreglar las arrugas de mi frente.

Mis heridas se infectan por tu indiferencia, y tratas mi dolor con desdén y altitud. Tú nunca cometes errores, solo dueles a quién más te quiere. ¿No te das cuenta de que eso aun genera más dolor? 

¿Cuándo te darás cuenta de que la responsabilidad es tuya? Que me muero, amor, y a ti te da igual mientras  tú consigas ponerte a salvo. 

Me duele que ni si quiera pienses en mí, que aludas a que sé quererme para imaginarte que estaré bien, que me destroces y aun así encuentres excusas para justificar tu falta de respeto. 

Me duele que después de tanto y de todo, ahora seamos nada y seguido a tu patada me hayas dado la espalda. La solución a no hacer daño no es huir, ni alejarse de la gente, es aprender a no hacer daño, pero desde luego esta es la opción más difícil. 

Te llamé valiente muchas veces, pero has sido tú quien me ha visto morir: 

"[...] 
los valientes mueren en el penúltimo paso,
solo los cobardes lo saben.
[...]"

-Elvira Sastre-

No hay comentarios:

Publicar un comentario