viernes, 26 de octubre de 2018

Todo lo que tengo soy yo y yo soy mía: me tengo.

Hoy he vuelto a leer poesía: no era tuya, ni mía, ni si quiera alguna otra que hubiéramos hecho nuestra. 

Hoy he vuelto a leer poesía. La portada del libro es una noche estrellada adornada con una media luna - que fácilmente podría ser yo - y acostada sobre ella, abrazando una almohada que se deshace, una chica - que fácilmente podrías ser tú. 

Este libro no te ha visto y, sin embargo, estás en él. Nos contiene, a ti y a mí por separado, y a nosotras en pasado. Me sorprende cómo alguien tan ajena a nosotras pudo describirnos tal y como éramos y que, leyéndolo hoy que únicamente somos herida, consiga no solo que no duela sino hacerme sentir un poco más feliz.

Pensé, por algún momento, que si ni si quiera Elvira Sastre conseguía hacerme ver lo nuestro desde otro punto de vista nadie lo haría. Me alegro mucho de estar equivocada y haber topado con Sara de Miguel y su libro "Armisticio". 

Te lo enseñaría gustosa y lo compartiría contigo, pero he aprendido que cuando me dejaste sola con mi herida, todo lo que compartí contigo, era sal y limón y ni si quiera el tequila mitigaba el dolor.

No sé, amor, he descubierto que me gusta estar a solas con mi daño, lamerme mis heridas y volcar todas mis lágrimas con la arena entre mis pies para así hacer crecer al mar. 

Hoy he entendido que para cerrar las puertas necesito dejar de construir y demoler todas las cosas que convertí en plural, y asumir que hace tiempo que mi vida se conjuga en presente y en primera persona del singular.

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