sábado, 12 de mayo de 2018

Esta es tu guerra.

Confieso que me da miedo quererme mejor de lo que te he querido, y aun sin necesitarte, ya no querer que vuelvas. Me da miedo porque le quitaste las flores a mis fantasmas y cuando encuentre unas nuevas ya no querré que me las devuelvas.

He descubierto que tampoco les gusta la música, la primera nota les duele a rabiar y llenan de punzadas mi pecho. Estoy aprendiendo a quererme mejor y por encima de ti, después de tanto tiempo dándote todo lo que tengo. Pero ya no más, lo mío es para mí y para la gente que lo sabe apreciar y valorar.

He de decir que aprendo rápido, que ya no me ahogo tan a menudo,  que estoy aprendiendo a que mi risa me sane y las carcajadas no me las provoques tú. Que mi magia ha vuelto sólo para mí, ya no quiero hacerte trucos ni intentar que te sientas mejor.

Me siento cada día un poco más liviana, he aprendido a no cargar con errores que no son míos, a dejar que el tiempo coloque mis pedazos - sí, estoy aprendiendo a tener paciencia, yo - y a pensar que, aunque el dolor no haya sido mi culpa, es mi sentimiento y yo lo gestiono como quiera, no como tú me digas.

No es mi responsabilidad que todo se haya roto, y no voy a molestarme en ayudarte a arreglar tus pedazos; son los míos los que me cortan - por tu cobardía - y es mi sangre la que se derrama.

Si quieres volver a unir las piezas que tú misma desmontaste, pon las primeras y aprende a no desmontarlas cada verano. Yo no cuido con cariño e ilusión de un mundo para que tú, cada verano, decidas hacer estallar una guerra.

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