viernes, 6 de julio de 2018

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

El tiempo pone a cada uno en su lugar; y yo no sólo tengo mucho tiempo, sino que también muchas ganas de estar en mi sitio. 

Cada vez tengo más claro que mi sitio, hoy, no e estar junto a ti. Mi sitio está donde laten los buenos, los que siempre están ahí, mi sitio está junto a mi familia y mis amigas y amigos. 

¿Sabes? Un amigo es quien te dice lo que no te gusta escuchar, quien te avisa de que tienes delante un muro, y quien pese a que tú decidas darte de bruces con él sigue a tu lado, tendiéndote una mano y apoyándote pese haber tomado una decisión equivocada. 

También he aprendido que si quieres que tu entorno no se vaya hay que cuidarlo. Pero ojo: nunca por encima de una misma. Ese fue mi error: ponerte por delante de mí. Y no me arrepiento; estoy orgullosa de verlo a tiempo de no repetir el mismo error dos veces. 

¿Cómo se cuida de un amigo? Simplemente tendiendo una mano cando hace falta. Tal vez lo más útil a la hora de tratar de ayudar a alguien sea, simple y llanamente, un "si necesitas hablar, aquí estoy". 

Sin embargo, para saber cuidar a un amigo hay que saberse cuidar uno mismo. Y eso es lo difícil. 

Y lo difícil se supera con garra, empuje, ganas, constancia y positivismo. De nada sirve contar los tropiezos y cegarnos ante los aciertos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario