domingo, 13 de mayo de 2018

Me ahogo.

No pasan los segundos, y contigo las horas volaban. La noche ahora es oscura y triste, me desvela la pena, mi cama está llena de huecos sin ti. Todo es oscuro, ya no le veo la luz al final del túnel, me he quedado tendida en las vías del tren, pero ni si quiera él ha decidido volver.

Sola, así me siento ahora. Ya no tengo tu compañía, no me apetecía sostenerle la mano a mi asesina. La angustia no me deja comer, y la noche no siempre me da sueño. He vuelto a recorrer las calles del barrio que tanto recorrimos, esta vez sin ti, nos he reconocido en cada centímetro de acera y en cada ladrillo de sus edificios, y nunca antes había sentido tanta pena. 

Estoy vacía, pero sigo siendo mía. No me sostengo, camino por inercia, sin embargo, he perdido el rumbo. Me encantaba perderme en tu sur y ahora soy incapaz de encontrarme en mi norte. No he perdido el equilibrio, pero soy incapaz de levantarme, de no tambalearme en la cuerda floja. Sin ti, todo mi cuerpo es miedo y frío: por eso no paro de temblar.

Ni rastro de la alegría tan característica de mí. Dime una cosa: ¿cómo me deshago de toda esta tristeza? ¿Cómo le borro tu nombre a mis heridas? 

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