lunes, 2 de julio de 2018

Una segunda bala.

Sé que hubo una segunda bala y que no fue dirigida a mi pecho. Pero da igual: tu sangre no me sirve de nada. Dos heridos de gravedad difícilmente podrán ayudarse, sobretodo si el que apenas puede andar se cree capaz de correr pese a caerse en cada esquina. 

No me consuela que tengas el alma rota y que ni si quiera lo sepas. Hubo un momento en el que me preocupó, y sé que habrá un momento en el que me dé igual todo lo referente a ti. Ahora me da lástima ver cómo una persona que puede aprender a andar y luego a correr, intenta huir de sus miedos condenándose a vivir frustrada y postrada para siempre: todo por no abrir los ojos. 

Yo no soy culpable de este desastre, ni de tirar piedras contra mi tejado; sin embargo quiero limpiar toda la sangre y barrer los cristales, quiero andar sin cortarme con tu recuerdo. 

¿Cómo me pude enamorar de alguien que solo sangra? Es más, ¿de alguien que solo sangra porque está rodeada de cristales y no quiere barrer? 

Sé que todo aquello no lo puedo cambiar, y que voy a hacer un esfuerzo para quedarme con lo positivo, bastante peso yo como para arrastrar un recuerdo. 

Voy a aprender de nuevo a vivir en el hoy y a olvidarme de un mañana lleno de sueños que no tengo ni idea de si algún día llegarán a cumplirse. 

Quiero ser yo, y como querer es poder: voy a ser yo de nuevo. 

¿El aprendizaje? Saber que por encima de mí no va nadie: ni si quiera tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario