jueves, 19 de marzo de 2015

Un brindis por ti.

Un brindis por aquellos paseos sin más compañía que el aire, música al azar para aislarte mejor del mundo y tú misma. Un brindis por aquellas conversaciones contigo misma sin mover los labios. Un brindis por cada momento de conexión con tu alma y un brindis por cada uno de los suspiros que te devuelven la calma. Un brindis por ti, porque te lo mereces. Un brindis por esos paseos en los que conectas con tu alma y te olvidas del tiempo, del espacio, de si llueve o nieva, de si es invierno, verano, otoño o primavera, e incluso de si hace frío o calor. Un brindis por hablar contigo y empezar a ser tu mejor amigo. Un brindis por todo lo que duele y se afronta. Porque no es fácil caminar entre junglas de cemento sintiendo que no encajas, que ninguna de las calles tiene el color que ansías y que el aire de ciudad no es igual que el aire de montaña, ese aire que huele a libertad. No es fácil sentir que eres la pieza extraviada del puzzle que queda a medio montar. Tampoco es sencillo averiguar si estás siendo o no egoísta al exigir que se pongan en tu lugar, cuando a lo mejor, lo que pasa, es que no son capaces de hacerlo. Resulta difícil no sentirte sola cuando ves que, por una cosa u otra, nunca hay nadie capaz de entenderte plenamente. Resulta difícil encontrar el lado positivo cuando ves que el balance entre lo que aportas y lo que te aportan es siempre negativo. ¿Quién es el culpable? O, mejor dicho, ¿en esto hay culpables? No sé si puede haber culpables de que te sientas vacía, de que sientas que es más fácil callar que intentar explicar cómo te sientes, porque sabes de sobra que no van a ponerse en tu piel. ¿Es esto de egoístas? ¿Es egoísta que sienta que no hay nadie capaz de comprender cómo me siento? Ya no sé si merece la pena seguir ocupando las posiciones de los demás cuando, de entre cientos de personas, con suerte, ha sido una la única capaz de ponerse en mi lugar. Es triste salir a caminar sin rumbo fijo, pero no porque hoy te apetece que te guíen las olas del mar, sino porque ya no sabes a donde vas.
Un brindis por los paseos, por las palabras dichas sin mover los labios, un brindis por, de vez en cuando, encerrarte en tu santuario. Un brindis por ti, única y exclusivamente, por ti. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario