miércoles, 18 de marzo de 2015

Diferente.

Es difícil intentar escribirte cuando te has dedicado a romper en pedazos cada parte de tu recuerdo. Resulta difícil escribirte si ni siquiera soy capaz de recordar tu nombre, o tu mayor manía, esa que tanto me gustaba describir. Es difícil escribir sin una musa o caminar en la noche sin la luz de tu mirada. Es difícil levantarse de una caída sin una mano, familiar o amiga, que te lo facilite. Es difícil, muy difícil, no desviarse del camino si no tienes a nadie que te haga de guía, o alguien que no solo te reproche tus errores sino que también elogie tus aciertos. Es realmente difícil formar parte de un puzzle en el que sientes que eres la pieza que nunca encaja, ni aunque sea a la fuerza. Es difícil sentir cada día que aun hablando de interiores la gente solo escucha los exteriores. Es triste, desesperante, agotador y desmotivador sentir a cada rato que no hay  nadie capaz de entenderte; sentirte a cada rato como pez fuera del agua; sentir a cada rato que eres el único de tu especie que sigue vivo y, por ende, no encontrarás nunca tu sitio. Saber que eres diferente está bien, te hace saber que siempre serás grande para aquel que te quiera conocer. Sentir que tienes un don, que ves la vida desde millones de perspectivas mientras el resto se conforma con dos de ellas como máximo. Pero no todo son ventajas de cara a ser diferente. Todo el mundo se aprovecha de alguien diferente porque facilita la vida del resto, pero sentir que nadie te entiende, que nadie entiende lo frustrante que puede ser fallarte a ti mismo y que intenten convencerte de que no lo has hecho; todo eso te hace sentir un bicho raro, extraño y en la piel del cual nadie nunca se pone. 
Luego se extrañan cuando no creo en los mejores amigos, o cuando de repente me cierro y me vuelvo fría como el hielo pero ¿qué esperan? tengo que dedicarme tiempo a entenderme ya que ninguno de ellos lo hace. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario