martes, 3 de marzo de 2015

En tu estación.

Nos pasamos semanas, meses e incluso años esperando un tren que nunca viene en una estación por la que nunca pasa nadie. Nos pasamos los segundos, los minutos y las horas esperando a que pase la vida mientras vemos correr por las vías a aquellos que no tienen miedo a vivirla, a aquellos que inician el camino hayan o no hayan cogido el tren, a aquellos que no conocen el significado de la palabra "destino". Nos pasamos la vida intentando descubrir las razones de por qué blanco o negro olvidándonos de que el gris también es un color. Queremos entenderlo todo, hasta aquello que no se dice, hasta aquello que queda en el aire y viaja por todo el mundo hasta oídos de nadie. Perdemos el tiempo intentando descubrir qué hay detrás de la magia de una mirada y, con ese tiempo también perdemos la magia. Intento describirlo todo para sentirme segura para no aceptar que no entiendo, ni si quiera tras todo este tiempo, cómo puedo adorar a alguien que estuvo a punto de perderme por su manía de aparecer cuando ya no queda nadie. No entiendo por qué me quedé esperando un tren que nunca llegaba a pesar de hacer vibrar las vías. Ya no quedaba nadie, y quedaba yo. Perdida en medio de la nada, esperando un tren que nunca pasa y mirando unas agujas que indicaran la hora de llegada. Y aún sigo esperando en esta estación llena de cuadros de alguien que no he llegado a conocer, o al menos, no conozco tanto como me gustaría. En una estación vacía, donde ya no queda nadie, esperando a que sea verdad eso que dicen de que tu mayor manía es aparecer cuando solo hay telarañas y mucho polvo que barrer. Y de vez en cuando viene el aire y me susurra que me quieres. Y cuando tengo miedo, la suave brisa me acaricia con la melodía de tu voz. Acepta mis versos a cambio de tu canción. Duérmete, báñate mil veces o da la vuelta al mundo mientras te dure la vida. Aquí te espero yo, sentada aquí, en tu estación.

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