domingo, 8 de febrero de 2015

Ni contigo ni sin ti.

Quiero pasar a tu lado todos los momentos posibles y, al mismo tiempo, quiero irme y no volver jamás. Bromeo con marcharme y no volver. Me has atado, es cierto, pero es un nudo débil al que tus ojos dan fuerza. Es un nudo que si quisiera deshacer lo haría, pero no sé si quiero. No sé si quiero irme y no saber más de ti. No sé si quiero quedarme y conocer hasta tu respiración. Contigo lo quiero todo y no quiero nada. Me iría, pero no sería capaz de vivir sin tu risa. Cerraría los ojos para no verte nunca, pero no sería capaz de vivir sabiendo que hay en el mundo una mirada como la tuya. Me taparía los oídos, pero añoraría terriblemente el sonido de tu voz. Pediría a un genio que me dejase sin tacto, pero odiaría coger tus manos y no sentir nada. Dime el Dios y dime el sacrificio, que lo haré con tal de no sentir que me va a estallar el pecho cada vez que te veo. Destrózame, hiéreme, que cualquier herida dolerá menos que soñar cada noche con mis labios y tus besos. Quiéreme aunque no me quieras, alimenta mi ilusión, que yo te alimentaré la vida con letras y versos. Permíteme que siga soñando con tus besos. Dispara tus balas contra mis alas, hazme dueña de tu infierno, que yo te entregaré mi cielo. Entiérrame sin tierra o sin flores, átame una piedra y échame al mar o rómpeme las alas e impídeme volar. No permitas que tu risa me devuelva a la vida. Acaríciame, resucítame a cosquillas y hazte dueña de cada una de mis pesadillas. Mírame, sonríeme y mátame, lánzame todos y cada uno de tus cuchillos y apaga, poco a poco, cada uno de mis latidos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario