martes, 17 de febrero de 2015

Cobarde me llamabas.

Culpar a las flechas de Cupido por partir tu corazón siempre me pareció cobarde. Y del mismo modo, causar daño y evadir las consecuencias o huir el rostro hasta al más pequeño de los problemas. Cobarde es aquel sin sitio, sin amigos y sin amor fijos. Cobarde es aquel que siempre es olvidado , es aquel que se esconde bajo toneladas de polvo y cobarde es aquel vencido por sus miedos. Y tú me llamaste cobarde pero me hiciste valiente. Hiciste del trigre mi animal favorito y del yo como cobarde tan solo un mito. Ya no me ganan ni los miedos ni los celos. Ya no me atraen ni tus imposibles ni tus misterios. Ya no hay nadie que me cause tanta admiración como mi yo interior. Y por supuesto que hay gente mejor y peor pero me quiero tal y como soy. Me quiero con la ilusión, con la fantasía y con los sueños en los que persigo imposibles. Me quiero con mi voz, con mi sonrisa y sin tu amor. Ya no hay huracanes que destrocen mi vida por completo. Ya no son tus ojos los que me guían, ni tus sonrisas las que provocan mi risa. Ya no son tus huellas aquellas por las que piso sino que me abro camino entre las malas hierbas. Me enamoro de dificultades y sueño con cumplir ideales. Ahora forjo mi camino y me rodeo de poderosos enemigos porque los prefiero frente a los falsos amigos. No necesito una coraza que me aísle de todo porque ya no queda nada capaz de dañarme. Ya no amo con mentiras ni besos sin latidos. Ya no te guío con pétalos de rosas ni dibujo cosquillas en tu espalda. Y es que ya no me haces falta. Ya no necesito que tu alma venga a hacerme compañía, ni que sean tus brazos los que me arropen en las frías noches de invierno; porque hoy, por fin, no te necesito. 

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