sábado, 14 de febrero de 2015

Eternamente, mi abuela.

¿Cuántos pasos habré dado de tu mano? ¿Cuántas sonrisas nos habremos provocado? ¿De cuántas caídas me habrás levantado?¿Cuántos besos te habré regalado? Viviremos con los recuerdos cambiados.Tú recordarás siempre mi infancia y yo recordaré siempre tu vejez. Es triste darse cuenta de que el tiempo que nos puede quedar juntas sea poco, pero es bonito querer aprovecharlo al máximo. Siempre pensé que las relaciones abuela-nieta descritas en los libros eran pura fantasía hasta que descubrí que, la nuestra, podría ser la mejor de entre todas las descritas. Cada una de tus arrugas guarda tras sus pliegues la gran mujer que debiste ser. No hay mayor placer que ver como tus palabras se empapan de felicidad al contarme tus recuerdos, que saber que tú eres por la primera persona por la que daría hasta el último aliento. Tus ojos reflejan ese espíritu guerrero, inconformista, valiente y justiciero que probablemente fuiste. Y es cuando nos miramos a los ojos cuando me doy cuenta de que tú vivirás eternamente. Y quiero ser como tú. Quiero escucharte y alimentar mi amor con tus sonrisas, alimentarme el alma con tus sabias palabras y alimentar tu vida con mis versos y mi poesía. Tienes tanto que enseñarme y tengo tanto que escucharte que pienso que no hay reloj capaz de resistir todo ese tiempo. Me regalas mucho más que simples segundos, y es que me regalas herramientas con las que afrontar mi futuro. A ti te brindaré mis logros y mis grandes batallas, porque sé que vayas donde vayas, tanto en vida como en alma, estarás a mi lado cada vez que despunte el alba y sabrás que cada paso que doy es por cada recuerdo que tú me das. 

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