Quizá la vida, el acto de vivir, se
base en la construcción de recuerdos y en la destrucción de los
mismos. Quizá se base en llenarse de cicatrices, en tratar de
levantarse continuamente, en llorar y sonreír aunque no siempre sea
a partes iguales. Quizá solo sea un proceso de aprendizaje, un
progreso constante para llegar a ser el mejor pero, esta vez, sin
ningún tipo de competición. Quizá se trate de llegar a ser el
mejor para ti mismo, en comprender que no existe el destino, en
disfrutar sabiendo ser consecuente. Quizá la vida acabe siendo tan
solo un cúmulo de experiencias, de más citas fallidas que exitosas,
de más derrotas que victorias, pero vivencias al fin y al cabo.
Quizá para algunos carezca de sentido, de valor, de ilusión y de
camino. Quizá para esos sea frialdad, dolor y soledad. O quizá para
esos simplemente la vida no es. Quizá para otros la vida esté llena
de sentido, de valor, de ilusión y de caminos; sea calor, felicidad
y compañía, aunque sea la de su propia alma. Quizá para los
alegres la vida sea solo cuestión de empezar a ser, de empezar a
existir, de nacer. Quizá la vida sea un viaje en barco, lleno de
puertos y algún que otro naufragio; o un viaje en avión, lleno de
aterrizajes y turbulencias; o un viaje en coche hasta llegar al final
de una infinita carretera; o del mismo viaje pero en moto, con el
aire rozando tu cuerpo, en ocasiones interrumpiendo tu respiración.
Quizá la vida sea el más duro de los golpes jamás recibido, pero
sigue siendo bella y sabia, y se merece que la quieran y que tengan
ganas de compartirlo todo con ella. Quizá la vida sean solo ganas de
querer vivir.
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