lunes, 4 de mayo de 2015

Crecer.

Cómo duelen esas espinas que se clavan más y más cuando intentas sacarlas. Esas heridas que, aunque lo intentes, se niegan a cicatrizar. Esas heridas que algunos llaman de guerra pero que yo prefiero llamarlas de vida. Cómo duelen esos puñales que tenías como ojos y que, pese a destrozarme el alma, no podía dejar de mirar. Cómo duele tropezar siempre con la misma roca y verla cada vez más grande tras cada caída o sentir que tus fantasmas crecen cada vez que intentas dar un paso. Cómo duele crecer y hacerse grande, cómo hiere trepar para seguir subiendo o un resbalón justo cuando consigues subir el escalón más difícil. Cómo duele el progreso, pero qué bien sienta y cuánto merece la pena. ¿Qué seríamos sin sueños, sin ilusión, sin objetivos y sin metas que alcanzar? ¿Y sin ambición, sin querer ser cada día mejor, sin querer superarte y subir cada día un escalón? ¿Qué seríamos sin esperanza, sin confianza y sin valentía? Crecer es seguir pese a las heridas de vida, esas que se niegan a cicatrizar y dejar su huella, esas que prefieren doler toda la vida o un gran periodo de tiempo. Crecer es mirarte a los ojos y creer en ti, saber que aunque hoy te caigas mañana estarás un escalón por encima de aquellos que te hicieron caer y les sonreirás desde arriba, con la boca grande, con la satisfacción que supone el ser capaz de superarse. Crecer es tener un sueño y perseguirlo pese a los tropiezos o pese a que nadie crea en lo que haces. Ser grande no se consigue de un día para otro, pero es algo que no es imposible, y no hablo de ser grande en el sentido de ser un ejemplo para otros, sino en el sentido de ser un ejemplo para ti mismo, de creer en lo que haces, de no darte por vencido pese a las derrotas, de mantener la ilusión y las ganas y, sobre todo, de no perder nunca la esperanza. Ser grande también es saber disfrutar como niños cuando toca, disfrutar de los pequeños regalos que nos da la vida, reírnos hasta de la más pura tontería. Crecer, al igual que ser grande, para mí significa no perder la sonrisa pese a todas las caídas. 

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