viernes, 17 de abril de 2015

Felicidad.

Hoy decido escribirle a la felicidad, porque me he cansado de escribir siempre de aspectos negativos, cuando me siento vacía, sola o desamparada. Hoy me planteo el reto de escribir sobre felicidad, un reto, sí, porque es más fácil escribir sobre la tristeza. 
Los momentos felices son aquellos que se comparten, compartes lo mejor de ti porque es lo bonito de ver, lo que se disfruta y, aun más, si se hace en compañía. Por contra, la tristeza es algo que siempre reservamos en la intimidad, o que compartimos con letras incapaces de descifrar. Nos pasamos la vida acumulando odio, rencor, frustración y teniendo orgullo siempre de más. Nos pasamos la vida convirtiendo en eterno algo que no debería serlo, y lo que debería serlo lo convertimos en efímero. Sí señores, recordamos antes un recuerdo triste que uno feliz, un momento de máximo dolor antes que un momento de máximo placer; y seguramente se recuerdan mejor experiencias traumáticas, pero es que escribir tus pequeños momentos de gloria también puede servir para recordarlos. Ahora mismo tengo más recuerdos tristes que felices, seguramente, por eso hoy quiero hacer memoria y escribir y compartir con vosotros algo de mis momentos de alegría, no solo las tristezas que os regalo siempre. Como toda persona, he tenido mis momentos de gloria en muchos sentidos, y me he sentido realizada, lo cual me ha llevado a la felicidad. Recuerdo mi primer entrenamiento con un equipo de fútbol de verdad; la primera vez que jugué un partido y marqué un gol; la primera vez que recogí un premio literario, un premio de los muchos que ganaba de pequeña por escribir, por hacer algo que ahora me hace tan feliz; el único abrazo que hasta ahora me he dado con mi hermano, suena trise al ser solo uno, pero fue un momento alegre; el día de mi premio excelencia por mis estudios; y los que más recuerdo han sido mis pequeños momentos de gloria encima de un escenario, dos minutos haciendo reír a la gente con un pequeño monólogo, porque me encanta reírme de mí misma y hacer reír al resto. Hoy vengo a deciros que "las pequeñas alegrías ni se alquilan ni se venden", como dice Rayden, pero sí se comparten y contribuyen en la felicidad de los demás. Que la felicidad está a la vuelta de la esquina y es nuestra decisión aprovechar cada momento para alcanzarla. En nosotros está el descubrir el lado bueno de las cosas, el saber ver la pequeña luz al final del túnel, saber reírse hasta en el más inoportuno momento. Hoy vengo a desearte, querido amigo y lector, que, al menos la risa, nos salve del dolor. 

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