domingo, 14 de junio de 2015

La eterna batalla.

Lo mío es aquello de buscar respuestas entre letras, líneas y párrafos. De preguntarle a las nubes por qué tapan al sol justo hoy que he decidido olvidarte. De buscar tu sombra en la oscuridad de la noche. De preguntarle a las estrellas por qué me miran ellas y no tú. Lo mío es aquello de coaccionar a Cupido para que te dispare sin conseguirlo, o eso de intentar respirar bajo el agua. Soy especialista en poner tiritas a heridas que nunca sanan, a esas heridas que tienen nombre y apellidos. Especialista en culpar a las piedras por encariñarme de ellas, y mira que las piedras son frías y duras. Perita en sueños rotos, memorias hechas trizas y corazones sin pecho al que latir. Experta en entender al resto sin ni si quiera intentarlo conmigo. ¿Cobarde? Quizá simplemente idiota, ilusa, soñadora. Probadora de besos invisibles con sabor a algodón. Testigo de caricias, abrazos y sueños siempre ajenos; como si un cuerpo sin aliento fuese testigo de vida. Caminante sin huellas ni camino, navegante sin barco y sin mar. Capitán sin gorra y sin timón, aviador sin alas ni motor. Escritor sin pluma ni tinta, lector sin hojas y sin letras. Poeta sin alma y sin versos, amor sin caricias ni besos. Odio sin rencor ni venganza, despedida sin lágrimas y sin tristeza. Noche sin sombras y sin estrellas, días sin sol ni alegría. Invierno sin verano, primavera sin otoño. Canción sin música, palabras sin sílabas. Amor sin odio y yo sin ti. Contigo en mi cabeza, allí donde sueñas. Contigo cuando duermes, cuando te apoyas en mi regazo y lento te acaricio, cuando siento el tacto de la yema de tus dedos recorriendo mi piel, cuando te desnudo el alma con una mirada. Contigo cuando deseo colmarte a besos, cuidarte hasta que duela, secarte las lágrimas hasta que se deshaga mi pañuelo, cogerte de la mano y caminar contigo hasta más allá del universo. Creer en el “para siempre” que nunca te diré por miedo a no cumplirlo, creer para mis adentros en la promesa de no romperte y con terror a fallarte. Creer en ti y en mí cuando esté contigo. Creer en aquello que siento y no en lo que pienso. Que estoy harta de que gane siempre la misma, de que se presencie siempre aquel que no tiene vela en este entierro o que corte siempre aquel que ni si quiera pincha. Harta de que gane la razón cuando el claro vencedor será siempre el corazón. 

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