lunes, 15 de junio de 2015

Ganar, que no ganarte.

Podré perder en sonrisa, en mirada, en belleza e incluso en alma. Perderé sin duda alguna en un duelo de baile o de canto, y el llanto del cielo enterrará las melodías que mi voz se habrá encargado de matar. Perderé si comparo mi don de la invención con el tuyo, si trato de adivinar por qué camino irás, si intento alcanzarte después de que hayas echado a volar. Pierdo en experiencia y gano de sobras en inocencia. Pierdo en libertad, en magia, en sensualidad. Podré perder todas y cada una de las batallas que libre contigo. Puedo, aunque no quiero, perderte. Perderé contra ti todas las veces que quieras ganarme, pues no me esforzaré en quedar por encima de ti. No pretendo ganarte, demostrarte que soy mejor, porque no creo que lo sea. No somos ni mejores ni peores, simplemente, diferentes. Pero algún día ganaré. No me hacen falta trofeos ni medallas que me motiven, ni juramentos de entregas de alma que garanticen mi recompensa. No necesito un premio para ganar. Ganaré, cueste lo que cueste, pero sé que lo haré. Ganaré cada vez que consiga arrancarte una sonrisa o cada vez que el mundo se paralice cuando sea yo la culpable de tu risa. Ganaré si consigo rodearte con mis brazos aunque sea un solo segundo, cuando tu voz me cante una nana cada noche antes de dormir. Ganaré cuando consiga una mirada tuya, cuando consiga verte el alma, cuando todos tus secretos, o la mayoría de ellos, se revelen al despuntar el alba. Porque no me hace falta más para sentir que he ganado. Quizá gane en un beso, una caricia o el suave tacto de tu pelo. Quizá pierda todo antes de ni si quiera rozarlo, pero nunca se sabe cuál será el resultado de la batalla hasta que se lucha. Nunca se sabe el número de los dados hasta que no los echas sobre la mesa. Podrás ganarme en mil cosas, mil veces, o hasta que te canses de ser siempre ganadora, pero yo, con una sonrisa o una mirada que consiga mostrarme tu alma habré ganado más que tú en cien mil batallas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario