sábado, 20 de junio de 2015

1095 días.

Me han hecho falta 1095 días para que me abrieran los ojos y me dijeran algo que durante tanto tiempo he evitado oír, y es que estoy enamorada de ti. ¿Y ahora qué? Si te tengo a mil lunas de distancia, si no sé ni si quiera si volveremos a cruzar una mirada, si se me hace imposible olvidarte y cada día parece que nos separa más espacio. Si no dejo de robarle estrellas al cielo para ti, si se me hace imposible sacarte de mi cabeza, si tienes secuestrada mi alma y haces con ella lo que te da la gana. Si cada vez que suena tu voz resucita el latido de mi corazón, si cada vez que embelleces el mundo con tu poesía me encantas más. Que cada mensaje tuyo acaba siendo una sonrisa y una cara de idiota cuando te da por ser un amor. Y le escribiré a la luna con tal de no decir tu nombre, porque tú ya sabes cuando hablo de ti. Que me da igual tener que vivir de noche para verte, dormir cuando todo vive y vivir cuando todo duerme, me da igual perderme en la noche, porque es tan bonita que puede compararse con perderme en tu mirada. Que no me iré de tu vida sin haber conocido tu alma a no ser que me eches a patadas de tanto querer mirarla. Y hoy te invito a que mires la luna, ayer estaba más bonita que nunca y decidí dejarle 365 mensajes para ti, para que te los de uno a uno durante todos los días del año, para que colmen tu vaso de felicidad o te saquen una sonrisa de complicidad. Que no dejaré nunca de soñar con tus labios y tus besos, esos que tanto he deseado probar, o con tus manos y tus caricias, las que sueño que me erizan la piel tan solo con rozarme, o con el susurro de tu voz en mi oído, culpable de que el huracán de mariposas tenga vía libre para salir de mi estómago y contaminarme las venas. Marcada por ti, porque sin quererlo dejaste tu huella, y no sé si fue la fuerza o qué llevaría tu suela, pero la marcaste tan fuerte que hasta duele. Que cada herida que aun me sangra lleva esa huella marcada, cada letra que te escribo lleva tu nombre y mis suspiros. Cada gota de mi sangre lleva el embrujo producto de intentar olvidarte. Que si fuera el mar lo que nos separase estaría dispuesta a nadar hasta la orilla de tu playa y resucitar entonces con la esperanza de tu mirada. Que un mismo manto de estrellas nos une. Observaré cada noche a la luna y le rezaré inútilmente para que algún día podamos mirarla juntas. Que tú eres la cura de mi locura, así que ven pronto, amor, que tengo miedo de no volver a recuperar la cordura. 

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