miércoles, 13 de enero de 2016

Si todos los caminos llevan a Roma.

Si me desnudaras a mí igual que desnudas a las margaritas, se acabarían nuestros problemas. Si me preguntaras a mí si te quiero o no, te diría que sí con un beso y acabaría, de una vez por todas, con cada una de las dudas que hacen temblar la cuerda sobre la que has decidido vivir. Funambulista de amor, sin miedo a las alturas, perdiendo un grado de estabilidad con cada duda, porque a pesar de andar sobre una cuerda has dejado de serlo.

Quizá es mi culpa por quererte y arrastrarte hacia esta espiral de locura que envuelve mis días y que no deja de girar, como el viento enfurecido del que nacen los huracanes. Quizá es culpa mía por enseñarte las nubes y contarte que en ellas se esconden los sueños, por enseñarte que todos los caminos llevan al amor - o a Roma, según quieras mirarlo - y no decirte cómo cambiar de destino. Quizá es culpa mía por robarte el corazón y salir corriendo.

No me guardes rencor, no me dio tiempo a recogerme el alma y cerrar las heridas que a mis latidos debilitan. No le dio tiempo a mi boca de decirte que te quiero, y tampoco le dio tiempo a mis ojos de mirarte y enseñarte el alma.

Espero que algún día deshojes esa margarita que te diga que te quiero y decidas volver a buscarme.

Dime, funambulista de amor, si todos los caminos llevan a Roma, ¿cómo es que aun no has venido a buscarme?

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